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Un talento español en China: «Me cerraron 20 puertas»

  • Tras años de incertidumbre y precariedad laboral, Juan Manuel Olmedo (1986),  ingeniero industrial especializado en electrónica, trabaja en China.
  • «Nos pagan a nosotros por venir aquí, aprenden lo que hacemos, copian nuestra manera de trabajar en Europa, luego abren 20 fábricas y lo hacen igual», explica Olmedo.
  • El Estado invierte una media de 50.000 euros en la formación de cada ingeniero.

“No escondas tus talentos, se hicieron para su uso, ¿qué es un reloj de sol a la sombra?”.

 Benjamin Franklin

 

Un reloj de sol a la sombra era él. Durante años de sacrificio familiar logró formarse en un sistema educativo ideado, a priori, para que al igual que el resto de su generación, se labrara un futuro digno. Este reloj, Juan Manuel Olmedo (1986), estudió en Cádiz hasta convertirse en ingeniero industrial especializado en electrónica. Este talento ‘made in Spain’, que según datos de 2011 cuesta al Estado 50.000 euros, ha consolidado su profesión en el continente asiático, a 10.694 kilómetros de su Jerez natal; este reloj recibe así la luz en China. En España, “me cerraron 20 puertas, la 21 se abrió”, afirma este joven emigrante a sus 32 años.

En su trayectoria laboral ha desempeñado trabajos diversos: informático, albañil, socorrista, monitor de natación… hasta comenzar en la ya clausurada fábrica de botellas de Jerez, seis meses después de aterrizar allí. No obstante, esa experiencia resultó muy útil para ser escogido entre cientos de ingenieros para trabajar para una multinacional en España durante dos años. “No resultaba rentable hacerme fijo y durante seis meses debía estar desempleado”. Para el joven era “una barbaridad”, no se lo podía permitir, ya que por entonces acababa de adquirir un piso que estaba reformando. A los dos meses de estar en paro su jefa le propuso trabajar en China. “Dije que contara conmigo sin conocer las condiciones y a día de hoy le doy las gracias por haberme dado esta oportunidad”, asegura agradecido.

Y, sin duda, vio la luz. Vive en Nanxiang (Shangai). Ejerce como ingeniero de procesos en una multinacional, una de las mayores fabricantes del mundo de piezas de coche. En concreto, Olmedo se dedica a la optimización y la eficiencia del mecanizado de las direcciones. Posteriormente, son enviadas al cliente –en este caso a BMW–, que se encarga de ensamblarlas. “Nos pagan a nosotros por venir aquí, aprenden lo que hacemos, copian nuestra manera de trabajar en Europa y, luego abren 20 fábricas y lo hacen igual», explica.

Su visión con respecto a China ha cambiado considerablemente. El jerezano, como otros muchos occidentales, asociaba este país con unas condiciones de subdesarrollo: “Piensas que todo lo hacen a mano, pero cuando yo llegué aquí me di cuenta de que que la ciudad estaba tecnológicamente bastante avanzada. Por ejemplo, los coches son eléctricos, o enseñas directamente el móvil y te cobran desde un chicle hasta el billete del tren”.

No se acostumbra a la gastronomía china. Los alimentos son hervidos por el miedo a la contaminación, “no saben a nada y le añaden mucho pique”. Sin embargo a lo que realmente le cuesta adaptarse es a la actitud individualista, en ocasiones, descortés, de los oriundos. “Apenas hablan entre ellos, no bromean, siempre están pegados al móvil. Conducen sin respetar los pasos de peatones siquiera; no ceden los asientos a mayores o embarazadas; empujan y se cuelan a la hora de comprar; y jamás dan los buenos días o las gracias”.

De lunes a viernes trabaja desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, con un descanso para almorzar a las doce del mediodía. En su tiempo libre aprovecha para hacer turismo y conocer el alma de ese país. Durante su estancia, a pesar de echar mucho en falta a sus allegados, se ha consolidado profesionalmente y crecido culturalmente. Ha disfrutado de lugares emblemáticos del país asiático, ha visto la típica boda china con vestido rojo y ha visitado el parque donde las madres y familiares le buscan parejas a sus hijos colocando carteles con las características que les definen. “En la actualidad hay 45.000.0000 más de hombres que de mujeres, cantidad similar a toda la población de España. Ahora si tienes una hija es como si te toca la lotería porque el futuro marido ofrece todo su capital a la mujer: piso, coche, muebles, dinero…”.

Como este jerezano, la mitad de los jóvenes desempleados de la Unión Europea están dispuestos a emigrar para conseguir un trabajo, según datos de Eurostat. En España la cifra aumenta hasta un 64% lo haría. En 2017 el número de personas empadronadas en el extranjero se elevó a 2.482.808 a 1 de enero de 2018, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), un 3,2% más con respecto a los datos a 1 de enero de 2017, en muchos casos con alta cualificación y en edad de trabajar.

Juan Manuel Olmedo tiene claro que aceptaría la renovación del contrato ya sea en China o cualquier otro país del mundo, mientras sea joven y no pueda establecerse en España. “He estado trabajando en un proyecto, lo he visto crecer, es como tener un hijo”. Recuerda cuando con el título en la mano “pensaba que me iban a llamar directamente como jefe de ingeniero, y no es así”. Tampoco olvida la ilusión con la que asistía a las entrevistas: “A cualquiera le deprime que no le escojan”. Sin embargo, envía un mensaje de aliento a quienes como él son constantes. “Me cerraron 20 puertas y la que hizo 21 se abrió”, afirma optimista este talento español que con la treintena halló la luz en China.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

4 comentarios en «Un talento español en China: «Me cerraron 20 puertas»»

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