Opinión

¡La mejor terapia es el amor libre!

Nos vanagloriamos de los avances tecnológicos y cuán avanzado es nuestro móvil, pero se sigue estancado en esto de la libertad afectivo-sexual. Es hora de cambiar el discurso que manipula nuestro comportamiento y lo induce al odio y dejemos de ver lo que no existe: “fulanito o fulanita no tiene un problema por su orientación sexual o su identidad de género no normativa, el problema es de quien/es le rodea/n que agreden verbal y/o físicamente a las personas diferentes”.

Para acabar con la LGTBIfobia estructural se han llevado a cabo, y se llevan, una serie de luchas, y las conquistas por todos los estamentos, dejando mártires lgtbiq en el camino. A lo largo de la historia, las orientaciones sexuales o identidades no normativas han sido relacionadas con una enfermedad lo cual ha justificado los tratos vejatorios, inhumanos, a la hora de inventarse supuestas “curas”.

Las orientaciones sexuales o identidades no normativas han sido relacionadas con una enfermedad lo cual ha justificado los tratos vejatorios, inhumanos, a la hora de inventarse supuestas “curas”

Qurro Camacho Cabello

La terapia de reorientación sexual –también conocida como terapia de conversión sexualreparativa o de deshomosexualización– consiste en una serie de métodos no aceptados actualmente por las ciencias de la salud mental, enfocados al cambio de la orientación sexual de personas homosexuales y bisexuales para intentar convertirlos en heterosexuales, o bien para eliminar o disminuir sus deseos y comportamientos homosexuales. Incluyen la modificación del comportamiento, la terapia de aversión, el psicoanálisis, la oración y el consejo religioso.

En 2009, la Asociación Estadounidense de Psicología (en una resolución con 125 votos a favor, y 4 en contra) condenaba estas terapias que intentan cambiar la orientación sexual de los pacientes, indicando que hay grandes probabilidades de que los pacientes sufran depresión y tendencias suicidas.

Tras la máscara de compasión, el fin sigue siendo el mismo: reducir la protección legal para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales»

Defensores de los derechos del colectivo LGTB describen el fenómeno como «la derecha cristiana que ha vuelto a empaquetar su campaña antigay en términos más suaves y amables. En vez de, simplemente, denunciar a los homosexuales como corruptos social y moralmente, la derecha cristiana ha pasado a una estrategia de enfatizar […] el movimiento exgay. Sin embargo, tras la máscara de compasión, el fin sigue siendo el mismo: reducir la protección legal para gais, lesbianas, bisexuales y transexuales».

Vista atrás

El desarrollo de la terapia de reorientación sexual puede ser dividida aproximadamente en tres periodos: un primer periodo freudiano, un segundo periodo en el que la terapia de reorientación tenía la aprobación de la mayoría del estáblishment de la salud mental, y un periodo posterior a los disturbios de Stonewall, cuando la mayoría de la profesión médica rechazó la terapia.

En 1992 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Y en 2018, la Organización Mundial de la Salud deja de considerar la transexualidad una enfermedad.

Concretamente, en durante el franquismo en España, los homosexuales fueron perseguidos y encarcelados o enviados a campos de trabajo. Más tarde, ya en 1970, la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social dio el enfoque de «tratar» y «curar» la homosexualidad. Se establecieron dos penales, uno en Badajoz (a donde se enviaban los pasivos) y otro en Huelva (dónde se enviaban los activos), además, en algunas cárceles solía haber zonas reservadas para los detenidos homosexuales. ​ En estos establecimientos se intentaba cambiar la orientación sexual de los presos mediante terapia de aversión: tras estímulos homosexuales se daban descargas eléctricas que cesaban cuando había estímulos heterosexuales. Grupos religiosos protestantes y católicos llevan años ofreciendo alternativas para «curar la homosexualidad» importados desde Estados Unidos.

La irrupción actual, por cierto previsible, de movimientos y partidos de derechas que llevan como medidas obsesivas en sus programas la lucha contra la ideología de género y lgtbiq, ha hecho que salgan a la palestra estos temas que nunca se han erradicado del todo. Es más, el colectivo lgtbiq se ha relajado en la lucha por los derechos y las libertades, bien por las conquistas de nuestros antepasados que sufrieron, o bien porque desde una situación de privilegio cis gaypitalista todo se ve muy rosa, muy llevadero, es un “sálvese quien pueda”.

Llevando la aberración de “la reconversión” de lo global a lo local, partamos de la base de que somos más de un 10% de la población, y que algo más del 25% de hombres y mujeres han mantenido prácticas sexuales no normativas. Esto quiere decir que el miedo a la pérdida de la protección familiar y una larga serie de consecuencias psico-sociales por lgtbifobia del entorno, son los causantes de una heterosexualización forzosa. De modo que, puede llegar a existir el mismo número de personas dentro del armario (llevando dobles vidas) que las que estamos fuera.

A quienes hemos conquistado una libertad para amar después de un periplo de desdichas, no sin ganas de soltar la toalla, nos cuesta recordar todo lo ocurrido, porque la memoria y el corazón son selectivos, por superviviencia. Quien más y quien menos, entre las disidentes sexuales, entre quienes amamos o expresamos nuestro género lejos de la norma, en los márgenes, a lo largo de nuestras vidas, hemos recibido varios intentos de reparación o reorientación sexual. El cura de mi pueblo me decía: si no sabes qué estudiar vente al seminario. Es bien conocido que los seminarios y conventos fueron refugios o reductos de maricas y bolleras.

El cura de mi pueblo me decía: si no sabes qué estudiar vente al seminario. Es bien conocido que los seminarios y conventos fueron refugios o reductos de maricas y bolleras»

Qurro Camacho Cabello

En la mayoría de familias y en las amistades desgraciadamente mal-educadas vivimos ambientes heterosexistas y patriarcales donde se da esta lucha silenciosa de personas lgtbi por la supervivencia y la correspondencia del respeto. Por los espacios sociales donde me muevo y por mi carácter vocacional basado en una historia de lucha continua por ser gitano, marica o gay, de clase obrera…, es común que recurran a mí tanto personas como familias a escuchar un consejo, o simplemente a pedirme el contacto de algún profesional para recibir ayuda.

En el caso de personas que profesan religión cristiana protestante (evangelista) hay varios discursos heterosexualizantes: “ven a nuestro culto, al fin y al cabo todas vivimos en pecado”. Lo más reciente es el bulo de que en el apocalipsis vendrá un “rey gay” (…). A ver, llevamos más de 2000 años con reyes y reinas, sobre todo reyes avasalladores del pueblo y con corruptelas varias. Vendría bien y sería buen síntoma de liberación social mayor presencia de gobernantes lgtbiq.  Incluso a través de las oraciones intentan reconvertir o reparar  la orientación sexual o la identidad de género de personas normalmente con personalidades muy débiles. Personas que sacadas de su entorno represor, sólo durante minutos, son capaces de expresar sus sentimientos libremente sin que nadie intervenga en sus conversaciones.

En su preocupación por la heterosexualización mundial, los fanáticos sobre todo religiosos podrían dedicar sus esfuerzos en la defensa por una familia diversa, una familia con tiempo para la familia. Luchar contra el mayor enemigo de la familia: el consumo, las fobias, y hasta los fanatismos religiosos. Ah, perdón sería ir en contra de ellas mismas. Pero la verdadera gente de fe, las coherentes con la frase “Dios es Amor” respetan un Amor en todas sus manifestaciones.

Si a las terapias les sumamos el pertenecer a una minoría étnica, ser inmigrante o negro, de clase obrera, etc., todo se complica porque tu familia lucha locamente por alcanzar los estándares de normalidad que le conceda estatus social y otro estatus si perteneces a una minoría o colectivo. Y encima llegas tú, poniendo una “anormalidad”  y dificultas más su lucha. Como si una tuviera la culpa de amar diferente o desear un género ajeno al físico de nacimiento.

Los ejecutores de terapias tienen tan pervertida la mente relacionando personas lgtbi con seres puramente sexuales, que son incapaces de ver que al igual que todo ser humano pasamos más tiempo de nuestra vida, amando que fornicando. Toda represión conlleva una perversión. En este problema –según ellxs– por más que intenten “reconvertir o reparar” nuestra orientación sexual o identidad de género, no podrán con la fuerza del amor porque ésta no puede ser amarrada.

Qurro Camacho Cabello. Ververipen, Rroms por la diversidad.

OtroPeriodismo

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