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«Cada vez que he levantado la mano ha acudido gente a ayudarme. Eso para mí es un gran éxito»

El primer disco de Jarabe de Palo le “reventó la cabeza”, le encantó. Su hermano y su pareja son las dos personas a las que más quiere. Sin embargo, le resulta imposible escoger una única canción como favorita. Ha empezado un año magnífico, el 2022, con multitud de proyectos. A Daniel Quiñones, productor, compositor y líder de la banda La Tarambana, artista que no se olvida de la realidad social, le “da cosa hablar de sí mismo”. De modo que, con OtroPeriodismo charla de Unicornios, Play Station, hadas madrinas… y hasta de música”.

OtroPeriodismo.- Le conocen como Bigfut. Le suelen definir como bajista y compositor, ex guitarrista de los delincuentes…, si muriera ahora, ¿como querría que le recordasen?

Daniel Quiñones.- Como uno que debe mucho dinero (sonríe). Como buena persona, más o menos, con sus cosas, pero buen tío.

OP.- ¿Qué cosas?

DQ.- Todos tenemos cosas, no sé…

OP.- Yo soy muy cabezona, ¿y tú?

DQ.- Yo también… Tela, muy cabezón.

OP.- ¿Intransigente?

DQ.- No, cabezón.

OP.- Viéndote trabajar, parece que la música es un trabajo divertido y hasta fácil…

DQ.- De la música se ve el día del concierto o cuando sacas el vídeo de la grabación. Normalmente se paga por eso. Cobras por el día que has echado. A veces por esa hora o esas horas que has tocado. No se ven las horas de trabajo que hay antes, las horas de estudio que le has dedicado, los años que llevas preparándote para alcanzar ese nivel, ni el trabajo de composición, los días que pierdes de ver a tu familia. La música, como todo, tiene sus cosas: hay problemas, follones con la gente. Lo que pasa es que tenemos la suerte de trabajar en lo que nos gusta, que te llena, con buena gente, normalmente… y entonces olvidas rápidamente las cosas.

OP.- Colabora con diferentes causas y denuncia otras. ¿Eso le abre o le cierra puertas en la música y en la vida?

DQ.- Intento no cerrarme puertas, pero sin cierro alguna… Si se cierra con la derecha, bueno, se perdió. Tampoco es que me den mucho curro.

OP.- ¿Pero lo notas en el día a día laboral?

DQ.- Apenas. Algunos comentarios y tal. No llega a más de eso. No es tan importante lo que estamos haciendo. Esto es música.

OP.- ¿Eso es falsa modestia?

DQ.- (Risas). De verdad, creo que los discos son discos y que luego viene otro más. Es muy importante en el momento, lo mejor que lo has podido hacer, obviamente. Ahora estamos con el tercero de ‘La Tarambana’ y es otra vuelta de tuerca más, subir un escaloncito más a la hora de las composiciones, los arreglos, la banda se ha implicado a tope. Pero también estoy seguro de que el siguiente disco va a ser mejor. Vamos mejorando con el tiempo, lo hacemos con mucho cariño.

OP.- ¿Sigue la actualidad?

DQ.- No, mucho.

OP.- Entra al trapo en las famosas conversaciones con los cuñaos.

DQ.- Ni de coña.

OP.- ¿Sabrías decirme cuáles son las noticias de hoy?

DQ.- La guerra de Ucrania, la gasolina está altísima y que vas al supermercado y parece que ha habido un holocausto zombi que se lo han llevado todo. No sé qué más está pasando, solo los titulares.

Cuando el ego pasa por encima de la situación personal de otra gente trae guerra, hambre, explotación a nivel económico, y social».

Daniel Quiñones, músico.

OP.- Un ranking de tres cosas que no le gustan nada hoy día del mundo.

DQ.- El egoísmo, evidentemente. Cuando el ego pasa por encima de la situación personal de otra gente trae guerra, hambre, explotación a nivel económico, y social. Es lo primero y lo último. El egoísmo lo resume todo. Creo que es el gran mal porque engloba a todos los pequeños males que vienen después.

OP.- ¿Cuál es tu nivel de adicción al móvil y a las redes sociales?

DQ.- Según mi novia, bastante. Yo creo que no mucho, en comparación con otros compañeros. Instagram no tengo ni idea de cómo llevarlo. Tenemos un Communit . Sigo bastante Facebook, parece que se está quedando anticuado. Yo también soy anticuado. Lo uso exclusivamente para el trabajo, el mío o el de un compañero, para promover cultura. Cada uno que haga lo que quiera. No entiendo, ni comparto, ni respeto otros usos que se le dan.

OP.- ¿Estás pendiente de los seguidores?

DQ.- En algunas publicaciones sí. Siempre te da alegría. No me mato con el tema. De hecho me lo dicen, pero me cuesta muchísimo. En el segundo disco de La Tarambana, ‘La batalla de los tontos’, se llamaba así porque estaba harto de ver a gente protestando en Internet, en sus redes sociales. Están indignados, mosqueados por algo y lo publican. ¿De qué sirve eso? De nada. La sociedad ya ha montado ciertas cosas para defendernos: la hoja de reclamaciones la OCU, la policía. Las redes sociales son palabras que se las lleva el viento. Hay que denunciar y moverse donde hay que moverse. A nivel estatal, la gente indignada publica sus cosas en lugar de salir a la calle a manifestarse, en lugar de hacer ruido, de fastidiar. Me parece la tontería más grande del mundo porque, aunque veas que tiene mucha repercusión, es nula. Una cosa es promocionar una película y otra quejarte de una situación social o un problema concreto. Lo considero una mala utilización de las redes. 

OP.- Imaginemos que esta entrevista la ven millones de usuarios y usarías, algunos que aún ni siquiera han tenido contacto con ningún tipo de drogas. ¿Qué les dirías?

DQ.-  No me quiero poner de puritano cuando he sido lo más golfo y he tenido mis años que no veas. No me voy a poner ahora: no hagáis esto o lo otro. No. Hacedlo con cuidadito y cuanto menos mejor, lógicamente. Todo con mesura, desde el móvil al Aquarius. No volverte loco.

Respeto al que no se quiere comprometer. (…) Estoy súper comprometido, pero tenemos tantos follones alrededor que mi elección ahora mismo es: vamos a disfrutar».

Daniel Quiñones, músico.

OP.- ¿Qué porcentaje de arte (entendido como belleza), entretenimiento, cultura y de compromiso tiene para ti la música?

DQ.- Es una decisión del artista que lo haga. Respeto al que no se quiere comprometer. Mis dos primeros discos decían cosas a nivel de compromiso social, de la calle, de lo que veo, por ejemplo esto del móvil, de las protestas, de situaciones sociales. Pero con el tercero, después de la pandemia, lo que quería era cantar a la felicidad, a la alegría: vamos a pasarlo bien. Creo que es importante que cuando alguien venga a un concierto de La Tarambana se lo pase bien y nos riamos mucho. Estoy súper comprometido, pero tenemos tantos follones alrededor que mi elección ahora mismo es: vamos a disfrutar.

OP.- ¿Para ti eso no es compromiso social?

DQ.- Sí, a su manera, claro, aunque también podríamos hablar de temas sociales como en los dos discos anteriores. Pero elijo sacar una sonrisa a la gente lo más urgente posible.

OP.- En resumidas cuentas: dependiendo del momento tiene más peso un aspecto u otro.

DQ.- Creo que como todo el mundo. Todo eso al máximo, al cien por cien, siempre.

OP.- ¿Te paras a pensar alguna vez en el tipo de lenguaje y en el machismo en sus temas?

DQ.- No. Y me han dado el toque por un tema en un concierto de Barcelona. Creo que fue llevarlo un poco al extremo. Tuvimos nuestra charla y no se entendió muy bien. Yo sé cómo escribo las cosas, qué estoy diciendo y a quién se lo estoy diciendo.

OP.- ¿No te paras a pensarlo porque crees que lo tienes asimilado, porque te da igual…?

DQ.- Quizá porque no hago temas en los que tenga que pensarlo. Por ejemplo en el single de ‘Hoy empieza la vida’, de repente estoy hablando de un chico o de una chica.

OP.- ¿Cómo describirías tu evolución en el mundo de la música? ¿Y hacia dónde te gustaría que fuese?

DQ.- Meteórica, increíble, una carrera brutal… (bromea). Limando un poquito todo, prendiendo año a año de toda la gente tan buena que tengo alrededor. Tengo una suerte loca. Ahora cuento con un elenco de gente nueva con los que voy a compartir escenario de los cuales estoy aprendiendo. Anteriormente, también. Considero que en la música siempre hay que tocar con gente mejor que tú, así es como aprendes.

OP.- En la música y en todo, ¿no?

DQ.- Sí, claro. Yo me refiero a lo mío. Tienes razón. He tenido mucha suerte, poquito a poco voy aprendiendo. Me queda tanto que aprender…

OP.- ¿Hasta cuándo piensas dedicarte a la música?

DQ.- El año que viene lo dejo.

OP.- No creo.

DQ.- Hasta que el cuerpo aguante. Hasta que la cosa funcione.

OP.- ¿Y qué te gustaría hacer después? Aunque queda mucho.

DQ.- Si tuviera dinero suficiente, retirarme al campito que tenemos. Pero el tocar nunca se va a acabar. Mientras tengas un instrumento y allí en el campo nos reunimos, nos tomamos dos copitas y cantamos mil millones de canciones del repertorio nacional y mundial.

OP.- ¿Cómo mides el éxito?

DQ.- Hay muchas maneras de medirlo. Ahora parece que es según el número de followers o Me gustas que tienen las publicaciones. Es terrible. Antes el éxito musical era según el número de discos que vendías. No sé si va a sonar pedante esto, pero creo que tengo mucho éxito porque cada vez que he levantado la mano ha acudido gente a ayudarme. Eso para mí es un gran éxito. He hecho algo una mijita bien. Lógicamente, cuando ellos levantan la mano yo estoy ahí también.

OP.- ¿Te gusta más hablar o cantar?

DQ.- Depende, del momento. Por la noche con dos copitas soy el más charlatán del mundo. Un concierto de La Tarambana para mí es liberador a más no poder. Disfruto muchísimo.

OP.- ¿Qué le gustaría que le preguntara?

DQ.- Tiene miga… Me gustaría que me preguntaras a qué hora se come aquí.

OP.- ¿A qué hora se come aquí?

DQ.- Aquí se come cuando yo diga (risas).

OtroPeriodismo

Revista de información social y comprometida. En Twitter @Otro_Periodismo

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