«En los centros de menores no se oyen gritos de asesinos y violadores; se escuchan los llantos de niños»
“Usted tiene que enseñar a su hijo a que cuando una chica dice no es no, con copas, sin copas, con porros o sin porros”. Esta es una de las pautas que el tan aplaudido y controvertido juez de menores, Emilio Calatayud (1955), expresa con suma sencillez a las decenas de oyentes que colman la sala.
En un pasado, este magistrado granadino erró igual que cualquier mortal y así lo reconoce al iniciar la ponencia ‘El Arte de Educar’, organizada por Escuela de Familia de San José del Valle (Cádiz). «Si la vida me dio una segunda oportunidad a mí, ¿cómo no se la vamos a dar nosotros a los jóvenes?».
Como suele ser habitual, el magistrado granadino, “repite la misma charla”, dice con sorna. En ella un auditorio expectante, necesitado de respuestas, tiene todos los sentidos puestos en el señor preconsitutucional sentado el escenario. A lo largo de hora y media, sobre cómo padres, madres, profesorado, la Administración y la sociedad en su conjunto, han de educar a los menores para evitar que vulneren las leyes y deterioren la convivencia.
“Usted tiene que enseñar a su hijo a que cuando una chica dice no es no, con copas, sin copas, con porros o sin porros”
La difusa línea entre la cachetada y el maltrato, la ‘bomba’ en la que se puede convertir el móvil a través del cual, sobre todo las niñas, son víctimas de extorsión por parte de otros menores, el incremento del machismo y de los delitos sexuales entre las parejas cada vez más jóvenes, son algunos de los ejes de su discurso. “No se trata de izquierdas o de derechas. Estamos en un momento muy delicado y hay que implicarse a nivel personal, profesional y humano”, insta el magistrado.
En tono que roza lo tragicómico, aporta un repertorio que arma de herramientas a padres, madres, tutores y tutoras en esas ocasiones en las que nuestros menores amenazan con denunciarlos por maltrato.
Recuerda que desde 2015, está en vigor la Ley de modificación del sistema de protección a la infancia y adolescencia que dice lo siguiente:
«Los menores deben participar en la vida familiar, respetando a sus progenitores y hermanos así como a otros familiares. Además tendrán que participar y corresponsabilizarse en el cuidado del hogar y en la realización de tareas domésticas, de acuerdo a su edad, nivel de autonomía personal y capacidad, y con independencia de su sexo”.
“Podéis poner el texto que acabo de transcribir en la nevera junto al artículo 155 del Código Civil:
“Los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad, y respetarles siempre. Los hijos deben contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella”.
“Leyes hay, lo que hace falta es que los chavales las conozcan. Y esa es una responsabilidad de todos”, sentencia.
Ofrece una retaíla de anécdotas. También otras notas que colgar en una nevera que ya se antoja de de dimensiones gigantes –como su famoso ‘Decálogo para formar a un pequeño delincuente https://confilegal.com/20180807-emilio-calatayud-decalogo-para-formar-un-pequeno-delincuente/–.
El juez salpicó toda la charla de medidas correctoras aplicadas por él mismo relacionadas con los delitos de los menores delincuentes que poco o nada tienen que ver con privarlos de libertad: condenas socioeducativas –a aprender a leer y a escribir, a sacarse el carné–, a cuidar a mayores, a hacer labores sociales en una planta de traumatología…
Calatayud, que en total ha juzgado entre 22.000 y 23.000 chavales, reconoce que una de las cosas que más le impactan tiene lugar «cuando se apagan las luces y se cierran las puertas de los centros de menores por las noches no se oyen a asesinos y violadores; se escuchan los llantos de niños porque son niños”. Y arroja una cifra: 240 euros/día, la cantidad que cuesta un menor privado de libertad en Andalucía. Tras seis meses de internamiento, le conceden una paga de 430 euros durante 18 meses. De ahí, que algunos padres, asegura, ponen a sus hijos “a dar palos”.
Relata casos de violencia intrafamiliar, menores con problemas de salud mental, adicción a sustancias y al teléfono móvil. No obstante, Calatayud advierte de que el 80% de los jóvenes que delinquen no son delincuentes: “Cuando la justicia tiene que intervenir es que ha fallado todo».
Pero, espeta, “tú la haces tu la pagas” y apela a la responsabilidad de los padres. Con la actual ley del menor los padres responden por lo hacen sus hijos: los chicos son condenados y las víctimas han de ser indemnizadas por los padres, el colegio o la comunidad autónoma, según corresponda.
El juez Emilio Calatayud considera necesario acotar la libertad de expresión cuando ésta atente contra los sentimientos de otras personas. Además, consciente de la polémica que generan cada una de sus declaraciones, pide disculpas a los posibles ofendidos. Por último, aconseja ser padres cariñosos, no amigos; a los maestros, no ser colegas y también denunciar sin son víctimas de menores o de sus tutores; a los políticos, sentido común.
Periodista.