Una familia prepara su ‘Gran Viaje’ en el que recorrerán mundo durante un año
Los Morales Guzmán tiene su residencia fija en Jerez (Cádiz). De ahí parten en caravana o 4×4 a diferentes países de Europa y África. Calientan motores para realizar el ‘Gran Viaje’ que se prolongará durante un año. Defienden que esta experiencia les enriquecerá. «Se preocupan por aprender idiomas, les veo maduros, responsables, más tolerantes y empáticos”, afirma Evaristo, el padre de familia quien acepta de buen grado las críticas: «Nos dicen que estamos locos».
“El que lee mucho y anda mucho,
ve mucho y sabe mucho”
II Parte de Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes.
Han ordeñado una vaca en Suiza, han visto a chicos de su edad hacer una fiesta por una simple onza de chocolate y una ciudad europea cívicamente a años luz de España, cuando apenas rozan la adolescencia. “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, dijo Don Quijote, hidalgo por excelencia de la literatura española. Y, sin duda Evaristo y Virginia comulgan con ese pensamiento por eso el matrimonio pasea por Europa en caravana o atraviesa el árido continente africano en todoterreno junto a sus hijos.
La familia Morales Guzmán, con residencia fija en Jerez (Cádiz) y cargan con las responsabilidades propias de cualquier persona –los cuatro estudian o trabajan—. En compañía de amigos o en la mayoría de los casos solos, han recorrido en total el alma de 12 países en una o más ocasiones, sus lugares recónditos, aquellos que los turistas suelen ignorar. Entre escapada y escapada preparan su ‘Gran Viaje’ en el que recorrerán mundo durante un año. “Nos dicen que estamos locos”, manifiesta el padre de familia. Y… sí, están locos por viajar, fotografiar lo que viven, aprender y entrar en contacto con otras culturas. En los chicos repercute de forma brutal: “Se preocupan por aprender idiomas, les veo maduros, responsables, más tolerantes y empáticos”.
Durante el noviazgo la pareja compartía el afán por viajar. La puntilla que les hizo buscar cualquier resquicio posible para viajar fue la enfermedad de un familiar. “Me di cuenta de que trabajábamos toda la semana para ganar dinero e invertirlo en la empresa para ganar más dinero…”, recuerda Evaristo. A partir de entonces cambiaron el chip, aunque siempre subrayan: “No viajamos para escapar, sino para que no se nos escape la vida”.
La llegada de los hijos limitó un poco las expediciones por miedo a que enfermasen en el extranjero sin contar con una sanidad que los atendiese de forma adecuada. Pero poco después se han sumado a las expediciones. “Siempre decimos que el viaje empieza aquí cuando lo preparamos”. Cada uno tiene una tarea y forma parte del aprendizaje: el pequeño se encarga de recopilar un listado de frases básicas en el lenguaje del país a visitar Virginia y su hija organizan todo lo relacionado con los medios de transporte como los lugares en los cuales se puede aparcar la caravana, y Evaristo de toda la infraestructura. “Ahora estoy acondicionando el todoterreno para que dos duerman arriba y otros dos en el interior”, explica este padre aventurero con mil detalles sobre cómo lo conseguirá.
Prefieren que, en general, cada una de estas escapadas se convierta en una auténtica odisea para desarrollar la capacidad de resolver infortunios, de conocer lo inesperado y de ver lo ajeno a las rutas comerciales, un auténtico recorrido vital, cual Ítaca.
A pesar del esmero en los preparativos casi prefieren que, en general, cada una de estas escapadas se convierta en una auténtica odisea para desarrollar la capacidad de resolver infortunios, de conocer lo inesperado y de ver lo ajeno a las rutas comerciales, un auténtico recorrido vital, cual Ítaca. Detestan un viaje fácil. “Me gusta planificarlo y que no salga como se esperaba, perdernos” porque, a su juicio, para conocer un país, a su gente y su funcionamiento, es imprescindible visitar los pueblecitos, sus tiendas: “Llegar a un hotel, salir a un museo… de esa forma no conoces un país. Lo conoces perdiéndote”.
Durante los viajes, sus hijos estudian y llevan libros de lectura. A esto suman las misiones que les asignan sus padres en los que hilvanan el conocimiento del lugar con las nuevas tecnologías: toman fotos o graban videoclips y administran los perfiles en las redes sociales en las que cuentan las batallas de la familia durante sus épicas salidas.
“No tenemos grandes lujos. Hay quien se compra coches o ropa cara y nosotros llegamos de un viaje, pensando en el siguiente. Si estoy dos meses sin viajar, ya tengo mono”, afirma Virginia que gestiona su propia empresa de servicios auxiliares de eventos.
Este matrimonio aventurero también presume de una familia más unida gracias a los viajes. Son conscientes de que, muy probablemente, sus dos vástagos se independicen o escojan a otros compañeros de aventuras tras el ‘Gran viaje’. Lejos de entristecerles, les alegra que sigan esta senda. En cuanto a ellos, lo tienen claro: a partir de ahí la pareja viajará con una mochila sin miedo a cruzar el Atlántico para descubrir los secretos del continente americano. Mientras tanto, andan mucho, aprenden mucho, matan la rutina sin esperar el momento idóneo para viajar “porque puede que no llegue nunca”.
Periodista.
Los admiramos ya solo por las palabras que dicen. Sabemos de lo que hablan porque para nosotros viajar alrededor de Europa durante un año con los peques fue la mejor experiencia que podíamos haber vivido. Los entendemos en todo lo que dicen y sienten al hablar de viajar con los niños. Los nuestros apenas contaban con 2 y 6 años cuando partimos y el resultado fue mejor de lo esperado. Hay momentos duros si, pero vale la pena.
Lo disfrutarán muchísimo.
Los admiramos ya solo por las palabras que dicen. Sabemos de lo que hablan porque para nosotros viajar alrededor de Europa durante un año con los peques fue la mejor experiencia que podíamos haber vivido. Los entendemos en todo lo que dicen y sienten al hablar de viajar con los niños. Los nuestros apenas contaban con 2 y 6 años cuando partimos y el resultado fue mejor de lo esperado. Hay momentos duros si, pero vale la pena.
Lo disfrutarán muchísimo