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El Londres más clandestino

Una joven les dice a sus padres que se va a pasar el fin de semana a la sierra de Madrid con una amiga. Ella, por su parte, anuncia lo mismo. Lo que no saben es que realmente van a coger un avión para ir a Londres. ¿El motivo? Se había quedado embarazada de su jefe, que estaba casado. Él le da dinero para que pueda costearse todos los gastos.

Como en 1978, la clandestinidad del aborto está a la orden del día aunque no aparezca regularmente en los medios o no esté en boca de todos. Viajar para poder interrumpir libremente el embarazo era algo que quedaba reducido a las personas pudientes económicamente hablando, claro está.

Ayudemos a todas aquellas gestantes sin amparo ni recursos. Pero no obliguemos a quienes no quieren ser madres a serlo. Adolescentes o adultas. Nada de esto importa si se trata de un embarazo no deseado»

Para conocer realmente cada historia y poder juzgarla como es debido más bien deberíamos hacer un monográfico particular. Hay tantas historias que contar, tantas vidas, tantas circunstancias y tantas experiencias que hablar a la ligera sobre un tema delicado como es el aborto resulta frívolo y superfluo. “A quien juzgue mi camino, le presto mis zapatos”, reza el refrán y es que, todos los relatos de estas mujeres han permitido llegar a la situación en la que estamos actualmente.

El aborto es el eterno debate del nunca acabar. La situación actual permite su legalidad gracias a la Ley Orgánica 2/2010 exceptuando a las menores de 18 años, las cuales necesitan el consentimiento de sus progenitores o representantes legales para poder hacerlo. En términos generales, el plazo máximo es hasta las 14 semanas. Pero no siempre ha sido así: en 1985 se despenalizó aunque tímidamente, ya que solo podía hacerse en casos de riesgos de salud, violación o malformaciones.

Los datos tienden a la confusión: desde que se aprobó dicha ley tanto el número de casos como de clínicas especializadas ha aumentado. Sin embargo, esto no significa que ahora se fomente el aborto (al igual que la legalidad del matrimonio homosexual en 2005 no fomentaba la homosexualidad). Simplemente, se da libertad y cobertura a un problema y una realidad existente en la que muchos han optado por taparse los ojos. Poner trabas sólo hace que más chicas tengan que recurrir a casos extremos como el de tener que irse a Londres a abortar de forma clandestina.

Ya está bien de que los hombres arrebaten un derecho, como es el aborto, que les atañe directamente a ellas»

Resulta curioso que estas decisiones sobre el cuerpo de las mujeres estén tomadas, casi en su totalidad, por hombres que, desde su desconocimiento, ignoran la situación de las mujeres que se ven en la circunstancia de tener que interrumpir sus embarazos.

Posiblemente la solución no radica en ser más restrictivo con leyes que huelen a antaño. Quizá sea más fácil ponerse en la piel de aquellas embarazadas que, por ejemplo, viven una situación de precariedad laboral. Ayudemos a todas aquellas gestantes sin amparo ni recursos. Pero no obliguemos a quienes no quieren ser madres a serlo. Adolescentes o adultas. Nada de esto importa si se trata de un embarazo no deseado.

Urge que la sociedad conciba el papel protagonista de las mujeres en esta trama. Ya está bien de que los hombres arrebaten un derecho, como es el aborto, que les atañe directamente a ellas. Asimismo, es vital fomentar la educación sexual desde edades tempranas. Tener conocimiento sobre determinados ámbitos tan importantes como la sexualidad, las ETS o el aborto otorga mayor conciencia y eso siempre es necesario entre nuestra ciudadanía. Así, este asunto puede tratarse con una mayor delicadeza porque, aunque muchos lo piensen, no: la solución no es irse a Londres.

Marta Carrillo

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