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«El machismo es un problema de los hombres que sufren las mujeres»

Carmen Ruiz Repullo, profesora y socióloga especializada en violencia de género en jóvenes y adolescentes habla sobre las distintas formas de violencia hacia la mujer y consejos sobre cómo detectarla. Además narra cómo surgió su historia más famosa: la de Pepe y Pepa.

La profesora y socióloga cordobesa ganadora del Premio Meridiana en 2017, Carmen Ruiz Repullo, reflexiona en esta entrevista sobre los frentes abiertos que tiene el feminismo en España. Se muestra preocupada por el “contraataque” del machismo ante la revolución feminista. Además, alerta a ellos, a los hombres: “Es fundamental que cuestionen los privilegios de otros hombres y no sean cómplices de su machismo y de su violencia”.

OtroPeriodismo.  A lo largo de su trayectoria profesional, ¿qué situación o caso le ha quitado el sueño?

Carmen Ruiz Repullo.  A mí muchas. A lo largo de 20 años de trabajo he visto a muchas adolescentes que están dentro de una relación en la que sufren violencia, que no saben cómo salir, que no tienen apoyo. Tienen poca red de gente que esté con ellas. Creo que es una de las cosas que me ha quitado el sueño. Hay chicas que me cuentan un problema de violencia de género, se lo cuentan a una persona que acaban de conocer hace dos horas. Estas situaciones en temas como la violencia de género son las que más me preocupan cuando salgo de una intervención o de una ponencia porque van conmigo.

OP.- ¿La mecánica institucional, los protocolos, los servicios sociales, el sistema, está preparado para luchar eficazmente contra el machismo y la violencia de género?

CR.-  Yo creo que en todo el ámbito de profesionales que trabajan con víctimas de violencia de género o supervivientes de esta violencia hay una formación bastante buena. He visto profesionales que llevan más de 20 años trabajando en este campo, que se han formado y que tienen muchísima trayectoria en esto. Yo creo que el fallo no viene tanto de los profesionales como de la coordinación del propio sistema. Siempre, cuando hablamos de violencia de género y cómo abordarla lo más importante creo que es una buena coordinación entre las distintas instituciones, no sólo de ayuntamientos, sino de estos, comunidades autónomas y el Estado en sí. En la coordinación, ahí es donde se falla a veces, en la intervención y el abordaje con mujeres víctimas.

Es fundamental que los hombres también cuestionen los privilegios de otros hombres y no sean cómplices de su machismo y de su violencia»

OP.- Algunas voces afirman que la juventud protagoniza, en la actualidad, un retroceso en igualdad, que son más machistas, justo cuando el movimiento feminista está más vivo que nunca en España. ¿Qué hay de cierto en eso?

CR.-  Yo creo que ahora son más visibles. El machismo sigue como estaba hace cinco, diez y veinte años. Lo que ocurre es que el feminismo ha avanzado tanto y el machismo está visibilizándose de nuevo buscando estrategias para no perder el poder. Ahora nos llama la atención ver muchos más discursos por parte de la adolescencia sobre el machismo porque cada vez vamos hacia una sociedad con mayor conciencia de las desigualdades y de las violencias. Yo no creo que haya más machismo que hace diez años, ni que la adolescencia sea más machista que la de hace diez años. En general las chicas, pero también los chicos, han avanzado mucho en la toma de conciencia. Ha habido un auge en visibilizar las distintas formas de violencia machista que están sufriendo las chicas, y eso también tiene una respuesta por parte del patriarcado, que no va a querer perder los privilegios. Entonces ahí es donde viene el problema. El patriarcado está rearmándose y atacando a un feminismo que ve que tiene poder y que quiere acabar con esos privilegios y esos dominios. 

OP.-  ¿De qué manera el machismo oprime al hombre?

CR.-  Cuando hablamos de cómo afecta el machismo al hombre, no podemos hablar de que les afecta de la misma manera que a las mujeres. El patriarcado le aporta a los hombres privilegios. Sin embargo, le está aportando también una manera de ser hombre, que es un riesgo para los propios hombres. El modelo de masculinidad hegemónica es un riesgo para los chicos. Basta con ver los datos que tenemos de jóvenes agresores y que han sido condenados por algún delito. Por ejemplo, en 2019, el 80,5% de personas condenadas en España fueron hombres. Esto no quiere decir que los hombres sean más violentos y agresivos, sino que el modelo de ser hombre es un modelo muy perverso para los propios hombres, puesto que está encajado en unas dinámicas. Una es demostrar continuamente que se está respondiendo a ese modelo de ser hombre. Otra es ser reconocido por el resto de que ese modelo de ser hombre se cumple. Yo siempre pongo el mismo ejemplo en este tema y es el de cuando hay muchos chicos poniendo a prueba a otro con la típica frase de “¿A que no hay huevos de correr con la moto?” Es ponerse en riesgo para demostrar que sigue el modelo. 

OP.-  ¿Qué puede hacer un hombre feminista para luchar contra el machismo?

CR.-  No ser cómplice de lo que hacen otros hombres. Lo primero es ver cómo los hombres pueden hacerle grietas a ese modelo de masculinidad tradicional, hegemónica y machista. Esa grieta no sólo se hace a nivel interno al trabajar cuáles son tus formas de machismo y cómo las reproduces, sino a nivel externo, con el entorno. Es fundamental que los hombres también cuestionen los privilegios de otros hombres y no sean cómplices de su machismo y de su violencia.

Carmen Ruiz Repullo./ Cedida

Creo que es fundamental que las feministas nos posicionemos. Yo lo hago desde el abolicionismo y espero que algún día sea una realidad en nuestro país. Que algún día no haya hombres con derechos a comprar los cuerpos de las mujeres

OP.-  ¿Qué se entiende por violencia contra la mujer? ¿Cuáles son las formas de ejercer esta violencia? 

CR.-  Violencia contra la mujer es aquella que se ejerce sobre ésta misma de manera desproporcionada. Lo tenemos tanto en las leyes como en el Consejo de Estambul. Es una violencia que se ejerce porque vivimos en un sistema asimétrico que coloca a los hombres en una posición de dominio y a las mujeres en una posición de subordinación. Esa violencia se manifiesta de múltiples formas, desde la violencia en el ámbito de la pareja, las agresiones sexuales, el acoso sexual, el acoso callejero, la violencia en los espacios de ocio nocturno, la prostitución, la mutilación genital femenina… Todas estas formas de violencia guardan su raíz en el propio sistema patriarcal que confiere poder y dominio a los hombres sobre las mujeres.

OP.-  ¿La prostitución es una forma de violencia hacia la mujer? CRP.-  Para mí sí. La prostitución es una forma de violencia contra la mujer. Yo soy abolicionista. Creo que no podemos ver la prostitución como un trabajo, ni considerar un derecho para los hombres el hecho de comprar los cuerpos de las mujeres cuando ellos lo deseen. Este es un debate dentro del feminismo que sabemos que está abierto, pero creo que es fundamental que las feministas nos posicionemos. Yo lo hago desde el abolicionismo y espero que algún día sea una realidad en nuestro país. Que algún día no haya hombres con derechos a comprar los cuerpos de las mujeres.

Es fundamental que apoyemos a las mujeres y que no cuestionemos su decisión de seguir con el agresor porque es muy difícil salir de este tipo de relaciones»

OP.-  Las mujeres que continúan con la relación a pesar de ser maltratadas e incluso tras denunciarlo, son las grandes incomprendidas. ¿Cómo se llega a eso? ¿Cómo las protegemos?

CR.-  Es un tema complicado porque lo que tenemos que hacer cuando una chica sigue en una relación aún siendo consciente de que esa relación es de violencia, incluso habiendo denunciado al agresor, lo que hay que hacer en primer lugar es no culpabilizarlas. Salir de una relación de violencia es muy difícil porque hay muchos mecanismos de adherencia emocional, de dependencia, de sumisión ante el agresor. No debemos olvidar que es una relación de dominio y sumisión y no un hecho puntual. Cuando una mujer sigue en una relación de violencia siempre es porque piensa que las promesas de cambio que él le hace van a llegar. Ella no sigue la relación sabiendo que va a ser igual. Sigue en la relación porque él no deja de prometerle que esto va a cambiar y se va a acabar y se va a convertir en mejor persona para ella. Es fundamental que apoyemos a las mujeres y que no cuestionemos su decisión de seguir con el agresor porque es muy difícil salir de este tipo de relaciones.

OP.-  Durante el confinamiento de marzo se produjo un severo incremento de casos de violencia de género. ¿Qué recomienda a las mujeres en vísperas de un posible segundo confinamiento domiciliario?

CR.-  Pienso que las críticas deben ir hacia los hombres. Es hora de que enfoquemos el tema de la violencia machista a los propios hombres y que no aprovechen un confinamiento para seguir ejerciendo esa violencia. No podemos siempre enfocar hacia ‘mujer denuncia’. Por desgracia la denuncia no siempre es la mejor opción. Es cierto que no todas están con los recursos emocionales, ni afectivos, ni económicos para denunciar esa violencia. Muchas veces no se encuentran con fuerza para denunciarla. Hay que enfocar hacia los agresores y hacia campañas que los responsabilicen a ellos, que son los únicos responsables. Es importante recordar que en caso de un confinamiento domiciliario los recursos contra la violencia machista siguen estando activos y que en ningún momento van a estar desatendidas. Me consta que compañeros y compañeras están trabajando para que esto no ocurra.

Cuando empiezan a controlarte, cuando te aíslan de tu entorno… ya estamos hablando de violencia de género»

OP.-  ¿Qué tips o sugerencias daría a una mujer para comprobar que sufre violencia de género?

CR.-  Una de las primeras cuestiones que podría sugerir es el tema del miedo. Cuando una mujer tiene miedo a la relación de la pareja o tiene miedo a decirle a la pareja lo que piensa o siente por cómo él pueda reaccionar. Cuando una mujer tiene miedo ya está aceptando esa violencia. Las mujeres no tenemos que llegar a la violencia física para darnos cuenta. Cuando empiezan a controlarte, cuando te aíslan de tu entorno… ya estamos hablando de violencia de género. Es muy importante que no relacionemos violencia de género con violencia física porque ésta sólo es una de las formas pero hay otras muchas. 

OP.-  ¿Piensa que para que en el futuro haya menos machismo se debería empezar a educar en el feminismo a padres y madres antes que a los hijos?

CR.-  Totalmente. El machismo se combate desde el feminismo. Y que quede claro que el feminismo no es lo contrario del machismo, es lo que combate al machismo. Es fundamental incorporar la educación en igualdad. La única herramienta para prevenir el machismo es educar en igualdad. Y ése es el objetivo del feminismo.

OP:-  En este sentido, ¿qué hacemos mal los medios de comunicación y por qué?

CR.-  Los medios de comunicación son un tentáculo fundamental para la socialización, no deben reproducir el machismo. Los medios deben ser conscientes del papel que cumplen en la sociedad y cómo influye el mensaje o las imágenes que dan. Un comentario, la utilización de un lenguaje sexista, programas de televisión…, son instrumentos de socialización, calan en la infancia, la adolescencia y en el conjunto de la sociedad. Los medios tienen una papel clave en no propagar ni el machismo ni la violencia machista. En un medio nadie se va a poner a defender la violencia, pero sí vemos comentarios machistas que no debemos olvidar que son la base de la violencia. Sin el machismo la violencia no se daría. Tenemos que atacar a ese discurso e ideología machista para acabar realmente con el machismo.

OP.-  ¿Cómo surgió la historia de Pepe y Pepa? 

CR.-  Esta historia se me ocurrió cuando empecé a trabajar hace 20 años con adolescentes. Yo veía que hablar de violencia era algo que no les llamaba la atención. Les resultaba chocante, como que a ellos no les pasaba. Pero cuando terminábamos una chica me contaba un caso, y luego otra. Tras ir a tantos institutos al final veía que los casos se repetían y era una historia bastante común. A través del discurso teórico la adolescencia no veía esa violencia y un día decidí contar la historia que otras chicas me contaban en los institutos. Veía que eso era lo que tenía una reacción y un impacto en ellos. Así empecé a construir esta historia, al tiempo que iba incorporando matices que me contaban las adolescentes y que ellas mismas habían sufrido. Es una historia viva que va creciendo con los años y va incorporando nuevos ejemplos. Muchas chicas, cuando terminaba de contar la historia se acercaban a mí y me contaban que se sentían identificadas con Pepa

OP.-  ¿Qué mensaje mandaría a los hombres que ejercen la violencia de género?

CR.-  Decirles que están cometiendo un delito. Hay que dar un mensaje en general, no solo a los hombres agresores sino a los hombres en general, porque el problema de la violencia no es problema de las mujeres. Es un problema de los hombres que sufren las mujeres. En este ámbito los hombres tienen un papel fundamental, que es no ejercerla, no compartir comentarios ni posturas machistas y desde luego, no ser cómplices de la violencia machista de otros hombres. Los hombres tienen que tomar consciencia de cómo se reproduce el machismo y de cómo ese machismo está produciendo la violencia que tenemos en la actualidad.

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