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«El problema ahora es que los jóvenes han perdido el miedo al SIDA”

Fotografía: Shutterstock

El campo de batalla ha variado: los chicos y chicas usan otros métodos anticonceptivos diferentes al preservativo y no evitan el contagio de enfermedades de transmisión sexual. “SIDA ya no es sinónimo de muerte, es una enfermedad crónica, pero los que trabajamos en ello, sabemos que una gran mayoría de personas infectadas por VIH lo llevan en secreto”, asegura Luisa Fernández, trabajadora social del hospital Gregorio Marañón.

El primer caso de SIDA se detectó en España en 1981, en el Hospital Vall’ d’Hebron de Barcelona. Para ese entonces la enfermedad ya estaba extendida y los científicos habían comenzado su guerra contra el VIH. Desde ese día la lucha se amplía de los laboratorios a la calle, las escuelas, las familias y todos los rincones de la vida de un paciente donde perviva el estigma.

Once años después, en 1993, Luisa Fernández comenzaba su labor como trabajadora social del hospital Gregorio Marañón, más concretamente en la unidad de seguimiento cercano y cuidados domiciliarios. “Participábamos sobre todo en conocer como estaba la infección del VIH, en la Comunidad de Madrid, en los diferentes ámbitos asistenciales: atención primaria, atención especializada, centros penitenciarios, centros de tratamiento de drogas, ONGs, enores, prostitución y, por supuesto, prevención”, asegura.

Trabajaba en coordinación con los colegios para evitar la discriminación de los niños infectados por VIH”. Por ese entonces, incluso expulsaban a alumnos de los centros por presión de otras familias que tenían la falsa creencia de que sus hijos podían contagiarse. El reto de los doctores es conseguir una vacuna preventiva, señala Fernández.

Desde el inicio de la pandemia del VIH casi 40 millones de personas han muerto a causa del SIDA en todo el mundo. Aún así, el número de diagnósticos disminuye año tras año en los países que disponen de un buen acceso a los tratamientos antirretrovirales. Además, la esperanza de vida de una persona con VIH en un país como España es la misma que la de aquellas sin VIH siempre que se diagnostique y se trate a tiempo. Los profesionales sanitarios destacan que en cuanto a salud y tratamientos estamos en primer nivel. Sin embargo, sigue siendo necesario apoyo psicológico para paliar la ansiedad y el rechazo cuando dan a conocer la enfermedad en su entorno, síntoma de que algo no se está haciendo bien.

SIDA ya no es sinónimo de muerte, es una enfermedad crónica, pero los que trabajamos en ello, sabemos que una gran mayoría de personas infectadas por VIH lo llevan en secreto”

El estigma sigue siendo una batalla perdida en España, y buena parte de la culpa la tienen los falsos mitos. Luisa Fernández aclara que, al contrario de lo que se piensa “la infección por VIH/SIDA es fundamentalmente una enfermedad de transmisión sexual, pero en España el mayor número de infectados ha sido por compartir material de inyección de drogas”.

Hay una falsa percepción de que los jóvenes están ahora más informados que nunca. Un buen ejemplo es la imagen del paciente con SIDA que tienen y perdura desde hace décadas. La experta ve una clara diferencia desde sus inicios: “En los 90 trabajábamos el duelo con las familias, pero ahora se atiende la ayuda a la inserción laboral, los pacientes tienen más proyectos en cuanto a hijos, trabajo…”. “Cuando comencé no tenían la misma calidad de vida que ahora y los efectos secundarios eran mayores. Era más habitual que fallecieran y que su aspecto físico tendiera a una delgadez extrema que les delataba. Ahora hay una gran variedad de tratamientos y los efectos secundarios son menores, las pautas son más sencillas y hay menos pastillas lo que hace más fácil la adherencia”.

El gran problema de las nuevas generaciones respecto al SIDA es que parecen haber perdido el miedo. Hace tiempo que las campañas agresivas y televisivas de prevención se echan de menos, como el aclamado ‘póntelo, pónselo’. “Ahora llega el día mundial del SIDA y los medios de comunicación hablarán mucho, pero pasado mañana se volverá a olvidar hasta el año siguiente. «El problema ahora es que los jóvenes han perdido el miedo al SIDA, no hay una constancia en la prevención de enfermedades de transmisión sexual y uso de preservativo. Es como si creyéramos que ya lo saben todo”, reprocha la trabajadora social.

Desde el inicio del siglo XXI se está registrando un incremento de infecciones de transmisión sexual como Sífilis o Gonorrea, antes reducidas a niveles poco significativos, prueba de que los jóvenes ya no tienen presente el contagio, han sustituido los preservativos por medios que solo previenen el embarazo. Luisa Fernández asegura que “SIDA ya no es sinónimo de muerte, es una enfermedad crónica, pero los que trabajamos en ello, sabemos que una gran mayoría de personas infectadas por VIH lo llevan en secreto”.

La enfermedad también es social, y aunque no haya miedo, la lucha sigue.

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