En primera personaOpinión

El voluntariado no es un parque de atracciones para personas vacías

Me han pedido unas palabras como si no las fuese a leer nadie, y es ahí donde ocurre lo difícil. Acostumbrados a hacerlo todo para “afuera”, el momento que toca ir para “adentro” no estamos familiarizados e incluso llegamos a perdernos. Gracias por esta entrevista y gracias por hacerme ir hacia dentro.

A la pregunta ¿por qué haces voluntariado? Aunque no os lo creáis nunca sé contestarla, realmente no tengo una respuesta preparada para ello, es algo que se siente. Para estas palabras y reflexiones he tenido que parar y echar la vista atrás y conectar con todo el camino que he ido creando para llegar a mi historia como voluntaria.

Desde pequeña mis padres me paseaban todas las noches en coche, el recorrido diario nos llevaba cerca de un centro de menores de mi pueblo. Y cada vez que pasábamos, en la mente de una niña inquieta de 7 años aparecían mil preguntas en bucle ¿Por qué hay niños y niñas sin familia? ¿Qué ocurre? ¿Por qué es necesario un lugar donde tener a niños y niñas?

Raquel Lorenzo Bernal, durante una experiencia de voluntariado./ Cedida

Creo que crecí con esa inquietud, hasta que la vida me fue dando respuestas personales. Decido entonces que debo comprometerme de alguna forma en este mundo y lo hago a través del Trabajo Social. Durante mis estudios ya comienzo a ser voluntaria en diferentes entidades (acompañamiento a menores con trastorno del espectro autista, a personas hospitalizadas sin familiares, menores en situación de exclusión social, personas sin hogar…)

Y de repente un día no sé ni cómo ni porqué, se habían cobrado del banco un billete de avión con destino a los campos de Refugiados Palestinos. Fue mi primer contacto con el voluntariado Internacional, luego llegaron experiencias como Kenia, Marruecos, Grecia, Tanzania…

Tras la visita a diferentes campos de trabajo y proyectos por diferentes puntos del mapa, y ver como los objetivos marcados en cada uno de ellos se van cumpliendo, decido ir un paso más en mi compromiso y me especializo a través del máster en Cooperación al Desarrollo y Gestión de proyectos.

Hoy me gustaría que juntas y juntos reflexionáramos seriamente sobre el voluntariado Internacional. Entiendo que quizás con lo que os cuento a continuación puede haber gente que no opine lo mismo pero prometo acabar la entrevista hablando de cosas muy positivas, pero bueno estoy abierta a invitaciones de café y debate, así que podéis buscarme.

Siento daros la triste noticia que el negocio y el capitalismo han llegado a este sector. Hoy en día muchas organizaciones que venden la experiencia de ser voluntario como algo único e inolvidable, y que os cambiará la vida, además de vender la idea de que seréis los superhéroes y superheroínas en el terreno. Conquistan a sus voluntarios diciéndoles que se sentirán realizados haciendo trabajos sociales, señoras y señores esa experiencia no se vende para captar voluntarios.  Lo que menos necesita el tercer mundo es recoger a gente con problemas existenciales, bastante tienen ya, para que también se convierta en un parque de atracciones para personas vacías con ganas de ayudar a los demás para salvarse a ellos y ellas mismas. La personas que sufren de problemas sociales no están para cuando estemos aburridos vayamos a dar una vuelta con una camiseta de voluntario o voluntaria por varios días.

Personas desde esa perspectiva pueden ir cargadas de amor pero no de sentido común. En el que piensas que haces una buena acción pero realmente es todo lo contrario. Parémonos a pensar. Se te acerca un niño o una niña y te pide tus zapatos porque él o ella no tienen, ¿Qué harías se lo das?  Si es un sí, pensamos que hemos hecho una buena obra, pero reflexiona porque estas creando una diferencia con respecto a los demás. No sabemos si ahora a ese o esa menor le roban, le pegan porque quieran quitárselos, no sabemos la consecuencia de nuestros “buenos actos” Sólo que hemos creado una diferencia entre sus iguales. Sin dar solución a la situación de pobreza.

Otro problema es ir con el “yo” por delante y a esto me refiero cuando viajamos con nuestro etnocentrismo en la maleta. Soltando frases como “qué raro es esto aquí” o  consideramos que lo normal es lo que se hace en nuestro país. ¿Y si te toca dormir con una familia que el marido tiene 3 mujeres? ¿O si no te ponen cubiertos para comer?

Las organizaciones que están en pro al cambio buscan algo más que un voluntario que realice tareas funcionales. La nueva forma de hacer voluntariado debe tener su enfoque en formar a personas con capacidad de mirar con crítica al mundo que nos rodea dispuestos a comprometerse con la transformación. Personas que participen en proyectos con nuevas respuestas sociales. ¿De qué me vale llevar a un voluntario a pintar paredes de un colegio pudiendo hacerlo la gente local? Y llevar grupos y grupos que hagan lo mismo una y otra vez. El resultado debe de ser cambios de realidad. Crear voluntariado con conciencia que transforme a medio plazo la realidad de largo plazo.

El voluntariado internacional necesita personas flexibles, tolerantes, con capacidad de adaptación, con conciencia de que estás en un contexto cultural diferente. Respeto cultural es una de las principales leyes para la persona voluntaria.

Para todas esas personas que están a punto de irse de voluntariado por primera vez, o que están indecisas por hacerlo. Te cuento un secreto, tuve miedo y tengo miedos. Pero lo ideal es ir incluso con ellos, ya que forman parte de la experiencia. Yo lo paso fatal cuando me obligan a ponerme vacunas o tomar medicación. Salir de mis comodidades, llegar a un lugar a miles de kilómetros de mi casa, saber que voy a tener mucho cansancio, noches sin dormir porque la cabeza me va a mil por todas las sensaciones y emociones que recibes al escuchar historias reales a las que les pones nombre y apellido, ya no están en la tele, las tienes delante.  Obviamente la decisión cuesta… pero ¡merece la pena!

Por supuesto que el gran cambio está en manos de los políticos, pero no por ello las personas con conciencia crítica y sensibilidad social vamos a dejar de luchar»

Una persona voluntaria, cuando decide emprender este viaje sabe que el cambio personal está implícito en la experiencia y no es su principal motivación para decidir hacerlo. Su principal motivación es asomarse al otro lado de sus derechos y comprometerse activamente en el cambio. Una persona voluntaria, sabe que a su vuelta aún quedan muchas cosas por hacer, y no es precisamente actualizar en sus redes sociales sus fotos y ya. Es comenzar a contar las historias que escuchó y que necesitan ser contadas para acercar la realidad a otras personas que quieran sumarse al cambio. Eso son los voluntarios y voluntarias que necesita el mundo.  “La fuerza del voluntariado es el resultado de la suma individual de todos y todas nosotras”.

Por supuesto que el gran cambio está en manos de los políticos, pero no por ello las personas con conciencia crítica y sensibilidad social vamos a dejar de luchar. Existen grandes cambios sociales por personas con actitud no conformista que se han movilizado de forma activa.

Actualmente estoy implicada en varios proyectos que están viendo la luz. Por un lado graeca.home, es una cooperativa en Jerez que comercializa productos textiles elaborados de forma artesanal por asociaciones de mujeres que están en Marruecos. El objetivo es promover un comercio ético, y que además apoye a las mujeres marroquíes que deciden emprender.

Por otro lado está Asociación Cultural y de Cooperación Mandara dando sus primeros pasos vamos a trabajar en Camerún. Desde Mandara creemos que la educación es un derecho humano básico, rompe cadenas intergeneracionales de la pobreza, mejora los resultados de salud, estimula el crecimiento económico, combate la desigualdad de género, faculta a la elección y promueve la paz a nivel mundial.

A través de ellos sigo con mi compromiso por ser el presente de un futuro mejor.

Raquel Lorenzo Bernal

Trabajadora social. Máster en Cooperación al Desarrollo y Gestión de proyectos.

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