Entrevistas

«Me repatean las personas que van al tercer mundo a hacer fotos para ganar premios en el primero»

Fotografía: Daniel Casares Román en su última exposición fotográfica a principios de año, en la Leica Gallery de Oporto./ Miguel Expósito.

El desarraigo, el desapego, la sencillez, y sobre todo, el compromiso con su profesión, le caracterizan. Ser considerado un artista le chirría. Es fotoperiodista, no un viajero. A Daniel Casares Román (Jerez, 1976) le van los retos y difícilmente lo pasa bien cuando trabaja. En 2005 logró la imagen que seis años después sería publicada en la edición americana de la prestigiosa ‘National Geographic’. Casa encargos comerciales con su gran vocación: la fotografía y la docencia que él concibe como una sola: “Un fotógrafo que no comparta sus conocimientos, sus secretos y sus métodos, no es un fotógrafo completo”. En su magnánimo proyecto ‘Color humano’ reúne fotografías excepcionales de hechos cotidianos de diversas culturas captadas en analógico a lo largo y ancho del globo. La música suele acompañar a este cazador de instantes en todas las fases de su trabajo para el que se prepara de forma concienzuda.

En esta ocasión, Casares Román es el protagonista de una intensa charla. Pese a la ambigüedad con la que le gusta jugar sobre sí mismo, se expresa con una oratoria elocuente que deja entrever su tremenda carga intelectual y hace añicos mitos sobre la profesión y la visión de España en el mundo.

OtroPeriodismo.- ¿Usted hace fotografía o la fotografía le hace a usted? ¿Lo tiene ya claro?

Daniel Casares Román.- Todavía no lo tengo claro, creo que no lo esclareceré nunca, no tengo ni idea. Uno es autor y quiere ser el artífice de lo que hace, pero también uno es consecuencia de lo que hace. Al final eres la suma de tus experiencias. Mi fotografía se basa en experiencias personales.

OP.- ¿En el ámbito profesional cómo se define?

DCR.- Como profesional, como comprometido y como técnico. No me gusta la palabra ‘arte’, ‘artístico’. Me chirría cuando se refieren a mí como artista, no lo soy, soy fotoperiodista. Yo hago dos grupos de fotógrafos. Por un lado, aquellos que usan la fotografía como modo de expresar sus sentimientos, su estado de ánimo —yo no soy ese fotógrafo, eso no le interesa ni a mi madre—. Por otro, están los fotógrafos que intentan expresar los sentimientos y el estado de ánimo de la persona fotografiada. Ese sí soy yo.

OP.- ¿Por qué ha subrayado “profesional”?

DCR.- No sé, es como me siento.

OP.- ¿Tiene que ver algo con el intrusismo o el subsistir gracias a la fotografía?

DCR.- No, no, no, no. No es ninguna reivindicación. Te he hablado desde el sentimiento. Soy un fotógrafo profesional que intento hacer mi trabajo lo mejor que puedo. Si alguien ve arte en mis fotos, no es mi problema, no es mi intención ni mi propuesta.

OP.- No sería algo peyorativo que le llamen artista, ¿no?

DCR.- Pero está tan, tan, tan mal usado…

OP.- Aunque pueda estarlo.

DCR.- Es que muchas veces se confunde la creatividad con el arte. Hay una cuota grande de creatividad en mis fotos, me afano en conocer a las personas, en pasar tiempo con ellas. A veces paso una semana viviendo con esa familia, pero es un planteamiento muy profesional, muy metódico, en el que al final el resultado sale. No tengo afán de decirle al mundo lo que llevo dentro. Mis fotos no son fruto de una inspiración, sino de trabajo, trabajo, trabajo.

OP.- ¿Es un romántico de la fotografía, un fotoperiodista romántico?

DCR.- No me considero un romántico.

OP.- Utiliza una cámara analógica.

DCR.- Eso no conecta con el romanticismo. Es más un acto de chulería, justamente el concepto antagónico. Se trata de hacerlo por el lado más difícil. Hacerlo con película implica un control de la técnica que con lo digital casi no hace falta. Soy el tonto de los ejemplos, si no no me puedo explicar: es como llegar del punto A al punto B por el lado más difícil.

OP.- El mérito es de usted, no de la cámara.

DCR.- Claro. El digital es más cómodo, más fácil, más barato, todo son comodidades. La gente me pregunta por qué trabajo en analógico, pues porque es más difícil, punto pelota. A mí lo que me va es el reto. Tú puedes subir desde la base de la montaña a la cima en teleférico, pero a mí me gusta hacerlo con arneses, con cuerda, por la cara noroeste, en invierno y sin oxígeno. En teleférico suben todos los días 16.000 personas, ahora bien, con arneses, con cuerda, por la cara noroeste, en invierno y sin oxígeno, solo dos. Uno soy yo. Busco hacerlo por el lado más difícil. Quien entiende de fotografía dice hijo de… que lo has hecho en analógico y con diapositivas, que de analógico ya es lo más difícil porque no tiene postproducción, debes acabar la foto en la cámara, no la ves aunque sabes que la tienes. Es un acto de chulería, no de romanticismo. En mi faceta comercial-profesional sí uso la digital y los programas de edición.

Quien entiende de fotografía dice hijo de… que lo has hecho en analógico y con diapositivas, que de analógico ya es lo más difícil porque no tiene postproducción, debes acabar la foto en la cámara, no la ves pero sabes que la tienes. Es un acto de chulería, no de romanticismo».

OP.- Usted no juzga, empatiza… Sin embargo, ¿ha visto alguna vez una realidad que le remueva las tripas, incapaz de empatizar y que le haya hecho pensar en lo malo que es el ser humano?

DCR.- Como tú dices, intento empatizar, no sé si es una virtud o un defecto. Intento entender a todo el mundo, no justificar, entender. A veces puedo entender cierto comportamientos porque se hacen desde la costumbre, la tradición, desde la ignorancia, desde la enajenación mental, desde… desde muchos puntos…

OP.- ¿Cuál es la realidad más impactante que haya llegado a comprender , o que haya decidido no juzgar?

DCR.- Es que es complicado.

OP.- No se puede empatizar con todo.

DCR.- Ponme un ejemplo.

OP.- Un grupo de amigos viola a una chica y se pasan el vídeo del suceso por whatsapp.

DCR.- Son locos. Me repugna, claro. No lo puedo justificar, pero lo puedo entender, sí, desde la enajenación mental, desde la patología… hay gente loca.

OP.- ¿Es un fotoperiodista comprometido?

DCR.- ¿Con qué? Con mi profesión, sí. No quiero que se confunda con que me dedico a la fotografía humanitaria, sino una humanista.

OP.- ¿Grabaría los últimos minutos de vida de una una niña que está a punto de morir atrapada tras una inundación en Latinoamérica?

DCR.- ¿Yo? Esa es mi labor, pero también está mi parte humana que haría algo, si no no podría vivir.

OP.- Recientemente, ‘La Vanguardia’ tituló: ‘El fotógrafo de Alepo que dejó su cámara para convertirse en héroe’.

DCR.- Yo no soy muy amigo de los héroes.

 OP.- Hay que mostrar lo que está pasando. ¿Hay límites? ¿En qué momento hay que soltar la cámara e intervenir?

DCR.- Depende de la persona. Te iba a decir: si ya tienes la foto, ponte a hacer algo. Pero, ¿hasta que no tengas la foto no vas a hacer algo? Es que también tienes una labor. Ni soy partidario de que estas personas sean consideradas héroes, ni tampoco de que se les llame buitres. Me repatean las personas que van al tercer mundo a hacer fotos para ganar premios en el primero. Ese premio que ha ganado, ¿lo ha donado a la causa que está fotografiando? Si es que no, ha ido allí a ganar un premio en el primero y eso no me gusta absolutamente nada. ¿Ha mandado esa imagen a la World Press de forma anónima? Dicen que van allí para que la causa se conozca. Si mi madre se está muriendo en una de las inundaciones de estos países le pediría por favor que lo fotografiase porque el mundo debe conocer esto, porque la ayuda tiene que llegar, su labor es que esto se conozca en Occidente, que las conciencias se muevan, pero no lo mandes a un concurso, cabrón. Dale toda la difusión que puedas, pero no recojas un premio vestido de chaqueta.

OP.- Hago de abogada del diablo: es un profesional y un reconocimiento a su trabajo.

DCR.- No, no, no. Su trabajo es publicar eso en los medios, otra cosa es que te den un premio sin haberte presentado, lo aceptas de buen grado. Incluso, desde el punto de vista egoísta, es lo mejor que puedes hacer, no vas a salir de pobre por quedarte con ese dinero.

OP.- Para que no haya lugar a dudas: usted tomaría la imagen y después actuaría.

DCR.- Por supuesto, la cámara hay que dejarla a un lado.

OP.- ¿Lleva la cuenta de los países en los que ha trabajado? ¿Tiene alguna especie de bitácoras?

DCR.- Ni idea, porque yo no soy viajero, soy fotógrafo. El viaje es una consecuencia de mi trabajo. Si me preguntan si soy fotógrafo o viajero, en primera instancia soy fotógrafo y después si tú quieres fotógrafo y en tercera opción fotógrafo, también. No soy viajero.

OP.- Trabaja mucho fuera para realizar sus trabajos. ¿Le aburre el panorama español?

DCR.- No, no, para nada. Llama mucho la atención las fotos que hago fuera, pero mis mejores trabajos están hechos aquí. Parece que tiene mucho más peso el trabajo que he hecho en La India que el del Polígono San Benito.

OP.- Tiene mérito trabajar aquí para ir a otros países a fotografiar lo cotidiano, no conflictos para ganar premios.

DCR.- Mi reto es intentar hacer fotos excepcionales de algo ordinario, encontrar lo extraordinario en lo cotidiano.

OP.- ¿Cómo ve su país?

DCR.- Desde el punto de vista antropológico que es lo que a mí me interesa lo veo súper interesante. Está lleno de festivales, tradiciones y demás que si se hicieran en África lo veríamos como algo totalmente tribal. Los castellers se hacen en Cataluña pero si se hicieran en el Congo, lo fliparías.

OP.- Habla de España como Hemingway.

DCR.- Sí, es que la clave está en sorprenderte aquí mismo, ser un turista en tu propio país.

OP.- Así lo ve desde una perspectiva antropológica. Desde un punto de vista crítico, ¿cómo ve España?

DCR.- Qué difícil… buena pregunta. Lo veo como un país muy mejorable en el que se hacen muchas cosas de una manera muy automatizada, no revisamos cosas. Hoy en día la gente viaja, pero siempre hemos estado en una rutina en la que la gente termina los estudios, busca trabajo, se meten en una hipoteca… y no revisamos nada. Estamos con el piloto automático.

OP.- ¿Y en relación con los demás países?

DCR.- En comparación con otros países… Es fuerte lo que voy a decir: hace mucho tiempo que dejé de sentirme orgulloso de decir que soy español.

OP.- ¿Qué le hizo dejar de sentirse orgulloso?

DCR.- El ejemplo que damos al mundo en cuanto a política, corrupción…

El trabajador de un barco de mercancías se toma un momento de descanso en Sumatra, Indonesia./ Daniel Casares Román
El trabajador de un barco de mercancías se toma un momento de descanso en Sumatra, Indonesia./ Daniel Casares Román

OP.- ¿Cómo nos ven?

DCR.- Pues hay de todo. Países que nos tienen mitificados desde la más absoluta de las ignorancias, nos ven como “guau”. En otros países no saben dónde está España y también hay países donde nos ven de igual a igual… Es curioso, nosotros vemos a algunos países como México y Portugal, desde una superioridad absurda y ellos no lo creen para nada. Deberíamos sobre todo aprender.

OP.- ¿Todo es positivo en su vida profesional o hay nubarrones de algún tipo que pueda contar?

DCR.- No sé, yo asumo mi profesión con lo bueno y con lo malo. De todo se aprende. Cuando yo digo que soy un fotógrafo comprometido con mi profesión es porque asumo lo malo, conlleva su parte mala. Hay mucha gente a la que le gusta la guitarra, la fotografía… sí, pero ¿estás dispuesto a sufrir por eso? Ah… A mí me gusta tocar la guitarra, es un hobby, aunque no estoy dispuesto a sufrir, cuando me empieza a doler los dedos, lo dejo.

OP.- ¿A qué estás dispuesto por su profesión?

DCR.- Bueno… No sé a que no estaría dispuesto.

OP.- ¿A qué estás siendo dispuesto?

DCR.- ¿Cómo te puedo responder a eso? Hay una anécdota que me encanta del maestro Rodrigo. Una vez bajó del escenario, un admirador se fue para él y dijo: “Maestro daría mi vida por tocar como usted”, el  guitarrista le respondió: “Ese es el precio que pagué, mi vida”. Entregó su vida a la guitarra. Esto es un poco igual, yo he entregado mi vida a la fotografía. Desde 1991 trabajo en serio en ello, significa que cuando voy por ahí de reportaje, difícilmente me lo paso bien, no digo que no haya pasado. Tú estás en Bolivia en una carretera sin asfaltar, llena de baches, en un autobús del año 78, lleno de polvo, donde hay una persona durmiendo aquí (señala el hombro), otra en el pasillo, y tienes que coger la cámara para que no se desmonten los tornillos porque está toda la noche así, (se agita)… Me pregunto qué hago yo allí. Luego a los dos días doblas la esquina, ves la calle, ves la luz y dices: ya sé que hago yo aquí… esta foto. Pero pasármelo bien… Me hace gracia cuando me voy a Guinea Ecuatorial y la gente me dice que me lo pase bien. Perdona, he dicho Guinea Ecuatorial, no Disneyland París. Cuando fui a Holanda, igual. Uno: no me drogo, no sé ni fumar. Y dos: voy con un problema muy grande que es intentar hacer una mejor de las que ya tengo. Después de 27 años haciendo fotos de una forma seria, puedo tener 20 fotos buenas, no tengo más. O sea, no puedo ir a un sitio a hacer fotos y no traerme la número 21 y es difícil. No puedo hacer fotos que hagan engordar el proyecto, sino que lo hagan crecer.

OP.- ¿Cuántas vidas le está costando eso?

DCR.- Bueno, la que tengo, pero estoy muy a gusto de haberla entregado porque te marca un norte, le da un sentido a tu vida por el que levantarte también… Soy un fotógrafo afortunado por muchas cosas y una de ellas es por haber encontrado una vocación tan temprana. El que desde pequeñito quiere tocar el piano, claro que lo toca bien, si lleva 27 años tocándolo. Raro es el día en el que no haya hecho algo que tenga que ver con la fotografía. No soy un friki, sé disfrutar de muchas cosas que no son la fotografía, pero mi vocación es clara y comprometida.

OP.- ¿Llega a final de mes justito o su trabajo le da para más?

DCR.- Va por épocas, como cualquier autónomo. Estoy atravesando una etapa muy dulce en todos los sentidos y en ese también. No me puedo quejar en absoluto. La fotografía es algo de lo que se puede vivir. Hay que abandonar, y cuanto antes mejor, la pueril idea de vivir sólo de la fotografía que te gusta. Eso no lo hace nadie. Hay que acatar encargos también que no interesan.

OP.- ¿Ha rechazado algún encargo? ¿Cuál? Si se puede contar…

DCR.- Sí, pero no por ninguna razón de peso, no porque esté al margen de mi voluntad, fuera de mis creencias. Si he rechazado algo es porque no me iba a enriquecer y no me compensaba.

OP.- ¿Qué imagen suya le ha marcado más?

La mujer indígena (2005), sin ser mi mejor foto. Por el trabajo que me costó conseguirla. Puse mi cuerpo al límite, límite, límite, que terminé con un gotero. No soy muy dado al deporte y hacer una penetración al Amazonas… No sé cuántos kilos perdí, aquello duró un mes. Caminas muchísimo, no se come bien, mentalmente te pone muy al límite y físicamente ya ni te cuento. Me podrían haber llevado a una tribu a la que llevan a los turistas, que es absurdo porque encuentras a personas pintadas, enseñando las tetas pero luego te los encuentras hablando con el celular. Tú metes una ‘bacalá’ de esas y echas abajo todo el proyecto. Tenía que ir a un sitio donde se suponía que debían estar, aunque no se sabía… Fue una burrada. Me costó muchísimo trabajo, pero también es verdad que es la foto que me ha aportado más cosas positivas, me ha abierto muchas puertas. Se publicó en la edición americana de ‘National Geographic’ que es la revista más famosa del mundo. Además, le da un sello de autenticidad al proyecto. Yo le puedo dar coba a mi vecino, pero no a un equipo de antropólogos y de editores.

Mujer indígena perteneciente a la tribu de los Mayoruna, descansando en su hamaca./ Daniel Casares Román
Mujer indígena perteneciente a la tribu de los Mayoruna, descansando en su hamaca./ Daniel Casares Román

No es mi mejor foto. Hay otras donde la cuota de creatividad es mayor, que desde el punto de vista fotográfico hay quien no es capaz de hacerlas. Cualquier fotógrafo que hubiese estado en el Amazonas podría haber traído una foto similar desde el punto de vista técnico, de composición.

OP.- ¿Su objetivo es seguir siendo un nómada de la fotografía o tiene previsto asentarse en algún lugar en el futuro?

DCR.- Es un tópico, pero mientras el cuerpo aguante… Hay muchos sitios en los que yo viviría. Podría vivir en cualquier parte, incluso en Jerez. Ha habido muchos sitios donde me he sentido súper a gusto. Nunca he echado nada de menos. El desarraigo y el desapego son dos características que me definen. Lo que tengo muy claro es que si yo me quedo en Buenos Aires o en otro lugar, no pisaría más España porque siempre que pudiera seguiría viajando por el mundo. Volver aquí es la excusa para irme a otro sitio, vivir fuera significaría no volver a España más. Tengo muy claro qué quiero.

OP.- ¿Qué quiere?

DCR.- Vivir el momento. Vivo con intensidad el ahora.

OP.- ¿Se siente alguna vez como un “bicho raro” por vivir intensamente su profesión?

DCR.- Creo que es lo más coherente que uno puede hacer. Yo he cumplido mi sueño.

OP.- ¿Ya lo ha cumplido?

DCR.- Voy cumpliendo sueños, pero los importantes los he cumplido. Cuando yo estudiaba fotografía, nuestro sueño era irnos a recorrer Latinoamérica durante meses, sin billete de vuelta, fotografiar tribus y tradiciones. Yo lo he cumplido y encima ese sueño se culminó con la publicación de una foto en ‘National Geographic’. ¿Quién se encarga de hacer los trabajos profesionales con la cámara digital? El hombre Dani. Pero, ¿quién se encarga de coger una Leica, diez carretes e irse? El niño Dani, y espero no matarlo nunca. Como Serrat decía: “Hace 20 años que tengo 20 años” o algo así. Evidentemente con el tiempo uno va perdiendo facultades y va ganando otras.

OP.- ¿Cómo cuáles?

DCR.- Ahora mismo una penetración al Amazonas me la tendría que plantear con más calma.

OP.- Triunfó pronto.

DCR.- ¿Cuándo lo iba a hacer? Pienso que triunfar es hacer lo que uno quiere. Consiste en darle prioridad a cubrir tus necesidades, no a las necesidades que te dice la sociedad que tienes. A partir de ahí, es relativamente fácil hacer realidad tu sueño.

Triunfar es hacer lo que uno quiere. Consiste en darle prioridad a cubrir tus necesidades, no a las necesidades que te dice la sociedad que tienes. A partir de ahí, es relativamente fácil hacer realidad tu sueño.

OP.- Trabajó en medios de comunicación, ¿qué tal la experiencia?

DCR.- Fue muy positiva. No recuerdo si fue a Arturo Pérez-Reverte a quién le preguntaron si su faceta de periodista enriquecía su actual faceta de escritor. Respondió que la faceta de periodista, sobre todo de guerra, es fundamental para un escritor siempre y cuando lo sepa dejar a tiempo. A mí me vino genial trabajar en un periódico, fue como una segunda escuela, crecí muchísimo. Dejarlo a tiempo me vino muy bien para no terminar quemándome, acomodándome en esa dinámica en la que al final es un ciclo. La primera Semana Santa la cámara echa humo, la segunda haces todo lo que no pudiste hacer en la primera, en la tercera está todo hecho y la cuarta… Fue un crecimiento enorme, pero a mí me motiva muchísimo más el reportaje documental, que no tiene nada que ver con la noticia, allí donde puedo desarrollar una mirada más de autor y madurar el tema desde un punto de vista más narrativo. En este sentido me especialicé un poco en la Antropología: formas de vida, estilos de vida, tradiciones, folklore…

OP.- ¿Se siente como los periodistas londinenses y americanos que venían a España en los 50 y 60 a conocer nuestras tradiciones, las corridas de toros…? ¿Te sientes superior en otros países tal y como ellos dejaban entrever?

DCR.- No, no, para nada, todo lo contrario. El mismo camino me ha enseñado. Viajar me sirve para conocer cosas y compararlas con las que uno tiene. Entonces, precisamente saco la conclusión de que no estamos en el camino correcto, precisamente. Te sirve para revisar muchas cosas que aquí damos por correctas.

OP.- ¿Por ejemplo?

DCR.- No sé por dónde empezar… Los típicos clichés del materialismo, qué valoramos aquí que en otras latitudes, no. Otras cosas que aquí vemos normal, como la monogamia. Estoy convencidísimo de que es un invento de nuestra sociedad. Lo entiendo porque aquí cuanto más tienes más vales, entonces hace falta un cierto control económico de la sociedad y es más fácil con la monogamia. No hay ningún animal y menos primates que practiquen la monogamia. Eso choca con la educación cultural de aquí que en otras latitudes ni se entiende. Decir que se ha elegido la monogamia es como decir que ha elegido el español como idioma: tú no has elegido nada, lo asumes como normal. Yo he estado con la tribu de Los Samburu de África en la que pueden estar preocupados por la sequía, porque el ganado pierda peso… Tú dile a uno de ellos que tu amigo Paco tiene una depresión, dirá depresión qué es, y por qué, porque su mujer le ha dejado y te dirá ¿y no hay más mujeres?

OP.- ¿Va siempre con la cámara encima?

DCR.- No, no, eso es una leyenda. Cuando voy a hacer fotos es como cuando tú te pones a escribir. Salgo al encuentro de la fotografía pero hay veces que bajo la guardia y descanso. Si voy en modo fotógrafo implica ir solo, con unas ideas muy claras, con una disciplina, con prioridades… Demasiada condena ya supone estar en la playa tranquilo y ver encuadres… Intento descansar. Llevo la cámara cuando voy a hacer fotos, es un acto físico y también intelectual.

OP.- ¿Lo que más le gusta y lo que menos le gusta de la fotografía actual y de la era digital?

DCR.- La fotografía en mayúsculas, seria, no ha cambiado. Hay otra fotografía paralela, más popular, más de andar por casa. Esa no es la fotografía de la que estamos hablando. Una cosa es la Literatura y otra es que escribir la lista de la compra o un mail, no es escribir tu libro. La fotografía de verdad no ha cambiado. Hay como un ‘tsunami’ de gente haciendo fotos con el móvil. Lo veo súper positivo por varias razones. Siempre he escuchado dos gilipolleces: “Ah sí tío, tienes un pedazo de cámara, normal hacer fotos buenas “; y otra: “Es que tú te vas a Guinea Ecuatorial, a La India”. Hoy en día que todo el mundo tiene una buena cámara y que todo el mundo es capaz de viajar, vienen y me dicen: “Dani yo tengo tal cámara, he ido a La India y no me traigo estas fotos”. ¡Hombre, bienvenida la democratización de la fotografía! No lo veo como una amenaza, ahora están empezando a valorar este tipo de obras. Por otro lado, como me dedico a la docencia, es un caldo de cultivo de personas que te ayudan a llegar a fin de mes.

Monjes budistas en el interior de un templo en Sir Lanka./ Daniel Casares Román
Monjes budistas en el interior de un templo en Sir Lanka./ Daniel Casares Román

OP.- ¿Qué le aporta la docencia?

DCR.- Buah… Me encanta eso de “decidí enseñar para seguir aprendiendo”, creo que es la frase que define la docencia. Soy docente por pura vocación. Trabajaba en la prensa y me fui a impartir cursos de FPO. Después de un curso seguro que quien más aprende es el docente porque son veinte mentes pensando, preguntando, poniéndote a prueba, contradiciéndote, con lo cual tú estás resolviendo. Es una forma de estar activo fotográficamente hablando. Cuando yo estudié me inculcaron, por un lado, el amor a la fotografía y, por otro, sin darse cuenta, el amor por compartir tus conocimientos. Para mí un fotógrafo que no comparta sus conocimientos, sus secretos y sus métodos, no es un fotógrafo completo. Lo más importante para un fotógrafo debe ser dejar su obra, su legado, y todos sus conocimientos para sembrar y que dé sus frutos. Si dentro de quince años un fotógrafo consigue lo que quiera y se acuerda de ese Dani que le abrió la mente, para mí sería lo mejor.

OP.- ¿Qué odia que le pregunten en las entrevistas?

DCR.- Qué es lo más raro que he comido o en cuántos países he estado. La pregunta más tonta es: “Oye, Dani, ¿el próximo viaje dónde va a ser?”. Vamos a ver hay quienes han entendido a lo que me dedico y los que no han entendido absolutamente nada. Los que hacen esa pregunta no se han enterado. El que sí entiende pregunta: “Y el próximo tema cuál va a ser?» No voy a México, a ver qué me traigo. No, pienso en que el jaripeo es un tema muy interesante y habrá que ir a México y a Guatemala. El viaje es una consecuencia, parto de una idea. No soy un viajero, el tema es lo principal. A lo mejor estoy haciendo un temazo en el Polígono San Benito.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

15 comentarios en ««Me repatean las personas que van al tercer mundo a hacer fotos para ganar premios en el primero»»

  • Otro Periodismo. Un soplo de aire fresco y esperanzador en este maltrecho oficio de informar. Enhorabuena por la iniciativa y el valor de ponerlo en marcha. Maria Luisa Parra: Periodista. Daniel Casares, (Dani para los amigos, entre los que me incluyo): Fotoperiodista. Dos grandes profesionales (doy fe) que da como resultado una gran entrevista.

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  • es la entrevista con mas respuestas «no me gusta…» «no me considero…» «no soy…», no, no, no….. que he leído últimamente. Ademas el Maestro Rodrigo…¿¿¿guitarrista???.

    NO ME GUSTA el engreimiento, egolatría y negatividad resentida de este entrevistado. Campeón: si te pones a hacer algo no tires por tierra todo lo que haga el otro y no te lo creas tanto en cuanto a ti mismo. Hala, mucha salud

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    • Negatividad resentida?? Yo creo que el resentido tal vez sea la persona que ha escrito dicho comentario.

      Conocí a Daniel en uno de los cursos que imparte en la UCA y que recomiendo de todas todas.

      «Triunfar es hacer lo que uno quiere. Consiste en darle prioridad a cubrir tus necesidades, no a las necesidades que te dice la sociedad que tienes. A partir de ahí, es relativamente fácil hacer realidad tu sueño»

      QUE GRANDE DANIEL !!

      No creo que tire por tierra el trabajo de nadie. Habla de él y sólo de él. Pero claro claro, peca de ególatra, no? jaja pero es que es una ENTREVISTA PERSONAL ¿de qué quieres que vayan las preguntas y las respuestas? ¿de ti, Pepe? jajaja La entrevista gira sobre él, sus pensamientos y su obra. Cúrrate una obra como la de él y luego hablas. Hala, mucha salud!

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  • Daniel dice cosas interesantes, más no es su condición de fotoeriodista el tema de la entrevista; él es un fotógrafo integral. Me hubiera gustado más conocer los méritos que busca la Galería Leica mostrar, qué valores resalta, etc. En su web se ve la calidad de fotógrafo curtido y se nota la intención de @Otro_Periodismo al querer darle fondo al tema. ¿Ma luisa te apasiona la fotografía o el fotoperiodismo?

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  • pues si que parece un poco sobradito…
    ademas se olvida de que si quiere con digital tambien se puede hacer la foto con la camara y no tocarla… con raw…

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    • Estoy de acuerdo con Paco, va sobrado en algunas cuestiones, pero es que su obra y su experiencia lo acredita y puede permitirse esa licencia. Escucharlo hablar en clase es un deleite, muestra su lado soberbio y su humildad con maestría .

      GRAN ENTREVISTA a los de OTRO PERIODISMO! Enhorabuena!

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  • Mi enhorabuena al entrevistador/a, ha tenido que ser una entrevista muy dura, interminable, cansina.

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  • Creo que sinceramente que no es necesario tirar por tierra el trabajo analogico, El que manipula y trabaja todo el mismo su obra, es una persona que entiende la fotografía en 2 sentidos, como obra única y como gran conocedor de las bases fotográficas, hoy en día imprescindible para un resultado PERSONAL. Tambien es cierto que la persona que lleva algo, ya trabaje en analógico o digital sobresale sobre los demás.

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  • No me interesa si es resentido o no egolatra o la madre de calcuta , que deje de decirnos tercer mundo solo somos seres un manos en otro continente y que a diferencia de los que supuestamente estan muy desarrollados amamos nuestras costumbres nuestra gente y nuestra tierra sencillez tambien es sinonimo de felicidas en muchas fotos ser indigena. O de alguna tribu africana se considera exotico no nos gustan que nos crean especimenes raros de exhibicion en fotos y videos respeto sentimos y somos humanos no para que cazen momentos de nuestras vidas y las espongan en donde.les de la gana solo queremos respeto de qienes se dedican a eso♡

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  • Me ha encantado la entrevista. Muy instructiva, didáctica y amena. Es un gusto que existan fotógrafos valientes no sólo a la hora de hacer su trabajo sino también a la hora de dar sus opiniones sin tapujos ni cortapisas. Un 10 para Daniel. Si hubiese más valientes, el mundo fotográfico sería tan diferente!!

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  • Bravo por los fotógrafos que se entregan en cuerpo y alma a su trabajo, y además comparten sus conocimientos. Bravo por Daniel. Me quitaba el sombrero antes contigo. Ahora aún más.

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  • Este Casares no deja indiferente a nadie. Soy seguidora de sus trabajos desde hace mas de una decada y he asistido a alguna que otra charla. La autocritica y la reflexion son dos constantes en sus discursos, algo que queda patente en esta excelente y entretenida entrevista. Chapo!

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  • Lo que Daniel tiene, sin que nadie se lo pueda dar ni quitar, es un inconmensurable paisaje interior colmado de vivencias. Enhorabuena por tu vida, tus principios y tu libertad para expresarlos!

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