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«Hay que decir a la sociedad que no tiene que ver a los gitanos como un problema»

Fotografía: Mari Paz Peña, primera mujer gitana de España, doctorada en Antropología./ Cedida.

Gracias a su tesis ‘Asociacionismo Romaní como nuevo intermediario entre los Estados-nación, las Instituciones supranacionales y las comunidades gitanas’, Mari Paz Peña (Jerez, 1976) se ha convertido en la primera mujer gitana doctorada con sobresaliente en Antropología, y la tercera en obtener un título similar en España.

No tiene a ninguna mujer gitana como modelo a seguir. No lo dice, pero en el tono de su respuesta se vislumbra que el mero planteamiento de la pregunta le parece ya absurdo. “Creo que lo fundamental es que la persona, gitana o no, respete a los demás y se respete a sí mismo». Amiga de sus amigos, simpática, cercana, comprometida con las causas sociales, con la igualdad en el más amplio sentido de la palabra, y la no discriminación étnica.

Reconocida en su entorno, valorada por la labor que desempeña desde el 2003 como orientadora educativa en la Fundación Secretariado Gitano, Mari Paz Peña (Jerez, 1976) ahora, además, se ha convertido en un número. Gracias a su tesis Asociacionismo Romaní como nuevo intermediario entre los Estados-nación, las Instituciones supranacionales y las comunidades gitanas, es la primera mujer gitana doctorada con sobresaliente en Antropología, y la tercera en obtener un título similar en España.

Ella también se sorprendió al saber que solo le precedían dos. No hay un censo de mujeres gitanas doctoradas, pero sí hay datos recopilados de la historia romaní que lo prueban. Aún son muy pocas, no supone un gran esfuerzo contarlas. Mari Paz, sin duda ha hecho realidad el deseo de su abuela: “Estudiar para trabajar con chaqueta”, recuerda la jerezana. Contó con las mismas posibilidades para estudiar que su hermano y sus primos. Cursó la carrera de Pedagogía en Granada y posteriormente con ayuda de su familia, recalca, ha realizado la tesis.

En esta realiza un exhaustivo estudio sobre el progreso de la mujer gitana en la esfera participativa. Rescata el término de Carmen Méndez, antropóloga de Barcelona ‘Revolución silenciosa’ para hacer referencia a la paulatina trabajo de hormiguita del movimiento asociativo de la mujer gitana ­–igual que el del resto de las mujeres– . “Se ha desarrollado poquito a poco desde la fundación en los años 90 de la asociación granadina ‘Romí’ una de las pioneras”, explica.

Al final, estos lugares son una especie de invención de la pobreza y la exclusión, donde metemos a todos en el mismo saco. Creo que en definitiva todos los guetos son consecuencia de cosas mal hechas»

– ¿Qué os queda por hacer a las mujeres gitanas?

– Ser más oídas y tener mayor presencia en los espacios de participación. Hay una generación de jóvenes gitanas que deben conocer la importancia de la participación aunque sea ir a un consejo escolar. Es verdad que debemos educar en la participación. «Hay que decir a la sociedad que no tiene que ver a los gitanos como un problema, que con su participación enriquecen a la sociedad».

Con una tez risueña, enérgica y una apariencia desenfadada alejada de lo que se entiende como estereotipos tradicionalmente gitanos, niega que la inclusión de su etnia pase por un procedimiento de ‘apayarse’ (volverse payo). “Todos nos enriquecemos culturalmente”. No obstante, queda mucho para matar definitivamente la discriminación. “No se da la igualdad cuando existen programas para erradicar la exclusión de la comunidad gitana. A nivel institucional y legal hay reconocida esta problemática, la vulnerabilidad de la comunidad gitana. Los técnicos trabajamos con ello día a día”. Según Peña, existen datos que prueban la dificultad de este colectivo para acceder a un empleo, están “mal vistos” tanto los gitanos y gitanas como quienes parecen serlo, aunque influyen diferentes factores como la comunidad autónoma a la que pertenecen.

Lo importante es que que se reconozca que hay gitanos y gitanas que estudian y se esfuerzan por superarse, y que eso les da la libertad de poder elegir»

Es habitual escuchar que los gitanos no son de fiar, no se preocupan de la educación de sus hijos, no los llevan al colegio…

– Es cierto que por desgracia todo eso se da en la sociedad en general, pero se estigmatiza asignándole el origen étnico, se problematiza.

 – ¿Cabe la posibilidad real de acabar con estos prejuicios?

– Es casi imposible, por mucho que queramos, se nos han inculcado y los tenemos metidos en la cabeza, igual que los niños van de azul y las niñas de rosa. Lo importante es que que se reconozca que hay gitanos y gitanas que estudian y se esfuerzan por superarse, y que eso les da la libertad de poder elegir.

– ¿Guetos de gitanos como El Vacie son causa o una consecuencia del sistema y la sociedad en su conjunto? 

– Es una mezcla. A nivel institucional sirven para evitar la consecuencia. El ‘por si, por si…’ lo pagan los gitanos o los que parecen ser como gitanos. Igual que pasa en Granada. En el Sacromonte están bien vistos porque se les relaciona con el flamenco. Sin embargo, en el barrio de la Almanjáyar, que significa el ‘más allá’, pues allí, vive el resto los gitanos. Al final, estos lugares son una especie de invención de la pobreza y la exclusión, donde metemos a todos en el mismo saco. Creo que en definitiva todos los guetos son consecuencia de cosas mal hechas.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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