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Mitad gitano, mitad payo, homosexual con alma de ‘queer’

  • Qurro Camacho Cabello (Jaén, 1978), gay de etnia gitana, combate la triple discriminación que él mismo sufrió desde las trincheras de la fundación donde trabaja, la asociación Ververipen de la que es miembro fundador, y desde la política.
  • «El racismo –sobre todo el antigitano–, la homofobia y el machismo están en el ADN de la clase política”, en cuyos órganos «nos ponen para decora», sentencia Cabello.

«AMARE VERVERIPEN SI AMARE BARBALIPEN»
«Nuestra diversidad es nuestra riqueza»

 

“Gitano de mierda”. Con un cartel en el que aparecía esa frase le recibieron alguna vez en el colegio. Qurro Camacho Cabello (Jaén, 1978), hijo de paya y de gitano. Siempre supo que era gitano, se crio en la tradición romaní y se siente orgulloso de haber sobrevivido “duramente” en una de las provincias en las que han acontecido más actos racistas antigitanos de este país. En la adolescencia, además, también le llamaron en más de una ocasión “maricón”, incluso algún allegado, cuando ni siquiera él conocía su orientación homosexual.

De pequeño las mujeres no le atraían, en cambio los hombres sí. Trató de alejarse de esa idea al considerarla pecaminosa. Mantuvo relaciones con chicas antes de reafirmar su condición años más tarde. Rememora su infancia y adolescencia, rescata episodios que ya tenía guardados en un cajón de la memoria cubierto de una gruesa capa de polvo. Todos resumen la triple discriminación vivida: repudiado por ciertos gitanos por ser medio payo, por algunos payos por sus genes gitanos y rechazado por su orientación sexual.

Todo esta bomba de desconcierto sumado al miedo a hacer daño a su familia afectó a su salud: ansiedad y “casi agorafobia”. “Me he sentido solo muchísimas veces y la soledad es una de las cosas que más martiriza a una persona”, nos confía Cabello. En el instituto una de sus profesoras le anunció la profecía: en la universidad viviría una página nueva de su vida. Y no se equivocó. Conoció a su primera pareja, mayor que él,  padre y divorciado. Llegó la hora de salir del armario.

Su madre lloró “como una magdalena” cuando recibió la noticia de que se marchaba a vivir con un hombre. Su padre, contra todo pronóstico, aunque preocupado, no puso el grito en el cielo y le dejó las puertas abiertas por si las circunstancias de su vida cambiaban y tenía la necesidad de regresar. “Ahora lo pienso y yo también hubiese tenido miedo por mi hijo, sólo tenía 23 años”.

No fue ideal, cada uno de sus familiares “tiene una forma diferente de aceptarle”.  Qurro reconoce que él mismo se fue alejando a pesar de que para él, los valores de su cultura los lleva por bandera, entre ellos, la importancia de la familia.

Qurro se muestra tremendamente agradecido a sus padres. Gracias a ellos viaja con una mochila cargada de valores y conocimiento. Maestro de Lengua Extranjera, actualmente trabaja como orientador sociolaboral en la Fundación Secretariado Gitano. Y no lo duda, acompañará a sus padres mientras vivan y recuperará el tiempo durante el cual el muro invisible de las diferencias les mantuvo apartados.

Qurro ‘queer’ y activista

Manifiestamente homosexual, Cabello se siento ‘queer’ por ir en contra de las reglas. “Me gustaría que desaparecieran las letras LGTBI, cada año hay más. Debería bastar con decir que no se es heterosexual. Cada uno tiene derecho a identificarse sexual y afectivamente como quiera”.

Este ‘disidente sexual’ –como se autodenomina– se dio cuenta de su suerte la primera vez que tomó contacto con una asociación LGTBI. Conoció a otros agredidos por sus propios padres e incluso echados de casa, se dio cuenta de su suerte. “Me dijeron que los gitanos no son más homófobos”.

Más de una vez ha quedado con algún chico que le ha dado plantón al saber que era de etnia gitana. “Los mismos gays son racistas”, afirma. Pero fueron los continuos insultos de unos albañiles los que le llevaron a convertirse en activista. De ahí que desde 2010 Qurro Camacho Cabello es miembro fundador de Ververipen, Rroms por la diversidad (‘rroms’: gitanos, gitanas) desde la cual ayuda a transmitir la idea de una identidad.

A pesar del qué dirán, siempre que ha tenido oportunidad ha alzado la voz en los medios para hacer visible esta realidad con el fin de que otros jóvenes no se sintieran solos. “Nadie está preparado para ayudar a los demás si él mismo no está recompuesto y yo me siento con mucha fuerza”.

Día a día desde diferentes trincheras –su puesto de trabajo, la asociación y en un partido político– lucha por una sociedad que respete una identidad inclusiva, interseccional, múltiple, feminista y antifascista. Todo ello, sin dejar de reconocer que “el racismo –sobre todo el antigitano–, la homofobia y el machismo están en el ADN de la clase política”, en cuyos órganos “nos ponen para decorar”. En su opinión ninguna persona gitana ni del colectivo LGTBI lidera un partido “porque les da miedo, piensan que van a perder votos”.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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