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Yo acuso…

Fotografía: rtve.es/alacarta/videos/noticias-24-horas

 

De pequeña me enseñaron que señalar está feo.

Hace muy poco he aprendido que ‘calladitas no estamos más guapas’.

 

En esta revolución que no tiene marcha atrás ya se sabe quién es quién. Mi intención es señalar a quienes acobardados desde sus trincheras –cuentas de Twitter, perfiles de Facebook y los privilegiados que gozan de minutos en televisión– aprovechan esas tribunas para desvirtuar el movimiento feminista, bien porque supone la pérdida de sus privilegios o porque, simplemente, no lo lideran.

Yo, según Inés González una fea y acomplejada, la acuso de faltar a la verdad. Un amplísimo número de colectivos, entre otros el de compañeras periodistas nada ociosas, se maquillaron de insolencia, le dieron una patada a la puerta del miedo y salieron a la calle con sus gargantas cargadas de valentía para denunciar la discriminación laboral y el acoso sexual en el mundo de la comunicación, pese al riesgo absolutamente alto de sufrir represalias por ello. Apoyadas por algunos colegas, medios; con el silencio de otros muchos; y fustigadas en las redes por propios y extraños. Yo acuso de mentir a quienes nieguen tales prácticas.

Acuso a las personas que ostentan un cargo público de negar hasta la saciedad su adhesión a la huelga o a cualquier otro acto reivindicativo de la jornada por su “politización”. Creo que responde más a la falta de influencia de sus respectivas ideologías políticas. Algunas, sobradamente conocidas, ante las previsiones de éxito del movimiento, tan repentina como sorprendentemente viraron hacia el feminismo. ¡¿Bienvenidas?!

Yo acuso a los ciudadanos de usar foros destinados a otros fines, como la lucha por una sanidad pública digna y contra la corrupción, de dañar esta revolución por puro egocentrismo y ansias de protagonismo, desde la más absoluta ignorancia.

A varios líderes de la Iglesia, institución cuya labor social resulta en modo alguno incuestionable, tanto como los escándalos, delitos sexuales y abusos a menores que protagonizan y que no son penados por la ley. A esos les acuso de tener la desfachatez de insultar a las mujeres que luchamos porque se nos deje de tratar como a ciudadanos de segunda. ¿Con qué autoridad se atreven a dar lecciones?

Como decía, ya sabemos quién es quién. Más de 5,3 millones de personas, en su inmensa mayoría mujeres como tocaba, alzaron la voz. Cinco millones. Un cifra bárbara, directamente proporcional a los comentarios feroces de muchos machistas, neandertales, y de alguna que otra mujer que ignora el significado de sororidad y de empatía porque ellas, dicen, no sufren el machismo.

El 8 de marzo de 2018 colmadas de euforia algunas preguntábamos qué vendría después. No tenemos el poder para acabar con el caldo de cultivo machista en un solo día. Pero aquellos que no se consideran superior a otros por nacer con vulva o pene, los hombres y mujeres de bien tenemos la palabra hasta quedar sin aliento para acusar a quienes nos agreden con sus escarnios, coartan nuestros derechos, nos humillan, injurian y calumnian un poco más que antes si cabe, pues ahora se revuelven cual bichos arrinconados; no hay marcha atrás. Y también para acusar a aquellos que pretenden atribuirse la autoría de una revolución protagonizada día a día por todas y cada una de nosotras, y por aquellas que ya no están.

Tras las dudas durante el preámbulo de un Día de la Mujer histórico, cada cual ha escogido su papel y a qué intereses responder. Stop. No hay bandos por género en el feminismo. No va de mujeres contra hombres, sino de personas que reivindican la igualdad real de derechos de la mujer y del hombre, por mucho que se empeñen en confundir algunos que, incluso, trabajan en medios de comunicación.

Yo acuso a quienes no ponen freno al terrorismo machista, a quienes justifican que manadas violen a chicas, a quienes nos prefieren sumisas, a quienes nos reprochan nuestra falta de agradecimiento porque ya no se nos practica la oblación como en otros países, a quienes se jactan de la lucha feminista por la igualdad laboral, a quienes no censuran estos actos…

Yo acuso.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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