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«El feminismo ha logrado que la violencia contra las mujeres se deje de ver como natural”

Fotografía: Alicia Puleo./ María Luisa Esteso

Alicia H. Puleo, máxima representante del ecofeminismo en España, habla sobre este pensamiento emergente, la violencia contra las mujeres y los animales, así como de otros asuntos polémicos. Y avisa: «Entraremos en épocas sombrías si no somos capaces de cambiar ya el rumbo del «desarrollo” destructivo».

Disecciona cada una de las aristas de un pensamiento contemporáneo emergente en su libro ‘Claves ecofeministas. Para rebeldes que aman a la tierra y a los animales’. Alicia H. Puleo, filósofa, profesora y escritora, es la máxima representante del ecofeminismo en España. Éste denuncia «la falsa e interesada definición de la felicidad como acumulación infinita de bienes que condena a millones de individuos a una existencia alienada que oscila entre la ansiedad y la apatía». Puleo, se define como rebelde, pero también realista. En ocasiones, ha asegurado que mujeres y ecología no son sinónimos y tampoco se muestra  partidaria «de exigir al feminismo que asuma nuevas causas para ser considerado feminismo».

OtroPeriodismo.- ¿Ecofeminismo y modernidad son compatibles?

Alicia H. Puleo.- Sí, pero con una revisión de la modernidad. No podemos seguir pensando en términos de “conquista” de la Naturaleza. El feminismo es fruto de la modernidad, de la idea cartesiana de crítica al prejuicio y, en particular, de las ideas de la Ilustración en lo referente a la libertad e igualdad de todos los hombres. El ecofeminismo no tiene por qué ser incompatible con estos principios, al contrario, los necesita. Pero, insisto, habrá que aplicar el pensamiento crítico a la propia modernidad y desvelar su androantropocentrismo, es decir, el prejuicio que sólo otorga valor al anthropos, a lo humano, y sesga la cultura, considerando más importante lo que ha sido adjudicado al varón (andros). De esta manera, lograremos modificar aquellos aspectos implicados en la desigualdad entre los sexos, tratar con más justicia y compasión a los individuos de otras especies y detener la destrucción ambiental que nos amenaza y nos llevará al colapso si no cambiamos el rumbo.

OP.- ¿Considera que el ecofeminismo es la solución a la ansiedad y apatía que supone la felicidad tal y como ésta se describe actualmente (acumulación infinita de bienes)?

AHP.- La promesa de felicidad de la sociedad de consumo es falsa. Ya Aristóteles y los epicúreos habían señalado que no se puede ser feliz si se carece de los bienes básicos (un techo en el que resguardarse, alimentación suficiente, ropa para no pasar frío…) pero que el exceso de lujo tampoco permite ser feliz. Por eso, aconsejaban la mesura. En mi último libro, Claves ecofeministas. Para rebeldes que aman a la Tierra y a los animales, parto de la metáfora del jardín-huerto ecofeminista como un espacio de paz y amistad en el que reflexionar críticamente sobre esa felicidad que buscamos.  El ecofeminismo, con su énfasis en la empatía y en el cuidado de los otros y de la Tierra (un cuidado que hay que enseñar tanto a hombres como a mujeres) es un excelente antídoto contra la ansiedad y la apatía.

OP.- ¿Qué vínculos señala entre la violencia de género y la violencia contra los animales?

AHP.- La violencia surge a menudo en las relaciones entre varones: la guerra, los conflictos territoriales, las peleas… Pero en lo que llamamos violencia de género y en la violencia ejercida contra los animales hay un elemento común que es la voluntad de dominación sobre un individuo previamente despreciado y cosificado. La cosificación es la antesala de la violencia porque la legitima.  La sociedad ha tolerado durante siglos la violencia contra las mujeres. El feminismo ha logrado que se deje de ver como “natural”. Los animales aún no son plenamente vistos como merecedores de respeto en tanto seres vivos con conciencia capaces de sufrir. Nuestra ética tiene que seguir evolucionando.

OP.- ¿Se puede ser feminista sin ser ecofeminista?

AHP.- Yo no soy partidaria de exigir al feminismo que asuma nuevas causas para ser considerado feminismo. Una cosa es invitar y otra, exigir. Si definimos el feminismo como crítica al sexismo, es decir, a la discriminación y exclusión de las mujeres de los ámbitos tradicionalmente masculinos (de toma de decisiones, de aquello que se considera importante, etc.) entonces sí se puede ser feminista sin ser ecofeminista. Si se ha adquirido conciencia de la crisis ambiental, de la emergencia climática y de las relaciones existentes entre la identidad masculina patriarcal como dominio y la dominación de las mujeres y de la naturaleza, entonces el feminismo es ecofeminismo.

Las formas de dominación que han salido a la luz, por ejemplo, con la campaña del #MeToo, restringen el avance de las mujeres en condiciones de igualdad. Que se pueda nombrar y señalar esas formas ocultas de dominación es, ciertamente, esperanzador»

OP.- ¿Qué papel juegan nuestros cuerpos en el ecofeminismo?

AHP.- El ecofeminismo llama a reconciliarnos con el cuerpo, a no maltratarlo ni despreciarlo. Cuidar nuestra salud, desarrollar nuestra energía. Somos cuerpos. Y, a diferencia de algunos ecofeminismos que, al santificar la vida, entran en colisión con las conquistas del feminismo en cuanto a la libertad de las mujeres para decidir si quieren o no ser madres, el ecofeminismo crítico o ilustrado que he propuesto parte del reconocimiento de esos derechos sexuales y reproductivos. Costaron mucho al feminismo y no debemos dejar de reivindicarlos. El cuerpo de los seres humanos es nuestra “naturaleza” pero eso no implica que se deba convertir en una cadena. Como señalaba Simone de Beauvoir, la maternidad ha de ser un proyecto libre asumido conscientemente.

OP.- En esta que ya es denominada IV Ola del Feminismo, ¿cobrarán las mujeres las deudas pendientes desde la Ilustración?

AHP.- ¡Ojalá sea así! Allí donde ha habido un feminismo fuerte, hemos progresado en la igualdad formal y también en la real. Pero de esta última queda mucho por conseguir. Las formas de dominación que han salido a la luz, por ejemplo, con la campaña del #MeToo, restringen el avance de las mujeres en condiciones de igualdad. Que se pueda nombrar y señalar esas formas ocultas de dominación es, ciertamente, esperanzador.

OP.- Actualmente, proliferan las protestas contra la justicia patriarcal, ¿este es un paso previo para lograr la justicia ecofeminista?

AHP.- Toda transformación requiere un momento de crítica y otro de construcción. Advertir cierto sesgo en la justicia es un paso previo para que las juristas feministas puedan proponer, como ya lo han hecho en muchos casos, leyes que se adapten mejor al desarrollo de la conciencia social con respecto a la desigualdad entre mujeres y hombres.

Las redes sociales nos permiten organizarnos y actuar en campañas que a menudo son exitosas. Ejercen presión para avanzar hacia una sociedad más justa»

OP.- ¿Qué le parece el papel de las redes sociales en la lucha por la igualdad?

AHP.- Internet es la maravilla de nuestro tiempo aunque, como es lógico, pueda encerrar también peligros y dificultades. Gracias a Internet, actualmente conocemos mucho más sobre la injusticia y la desigualdad que antes. Un caso ocurrido al otro lado del océano aparece en un segundo a nuestros ojos. Como consecuencia de nueva aldea global que permite esta tecnología, a veces, el peso de la realidad mundial es insoportable. Los feminicidios, la miseria, las guerras, la inimaginable crueldad y explotación que sufren los animales no humanos llegan en vívidas imágenes que nos provocan dolor, pero también indignación. Las redes sociales nos permiten organizarnos y actuar en campañas que a menudo son exitosas. Ejercen presión para avanzar hacia una sociedad más justa.

OP.- ¿Cómo vislumbra el futuro a corto y medio plazo?

AHP.- Entraremos en épocas sombrías si no somos capaces de cambiar ya el rumbo del “desarrollo” destructivo. Nadie puede saber con absoluta certeza, a esta altura, qué va a suceder. Sólo podemos decir que hay dos opciones: intentar seguir como antes de la crisis del COVID19, con las mismas fórmulas androantropocéntricas y neoliberales de dominación, explotación, desigualdad, deslocalización, destrucción medioambiental e hipermercantilización o avanzar hacia modelos alternativos de igualdad, cuidado de los seres humanos, de los animales y de los ecosistemas, relocalización, redistribución, reducción del tiempo de trabajo y del consumo y economía social y solidaria.

OP.- ¿Qué le gustaría añadir?

AHP.- Que el ecofeminismo que planteo, como pensamiento feminista que conecta con el ecologismo y el animalismo, busca un futuro digno de ser vivido para todos los habitantes de la Tierra, en una palabra: llama a construir otro mundo posible.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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