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Español en Escocia: «Por ahora no me vuelvo a España ni loco»

Terminar unos estudios y no tener claro cuál será el siguiente paso es más habitual de lo que se piensa. Este es el caso de Alejandro Soriano, un joven sevillano que, tras finalizar su grado, emprendió rumbo a Escocia a buscarse la vida.

“¿Y ahora qué hago con mi vida?”. Esta es la gran incógnita que les surge a muchos estudiantes cuando se va acercando el final de su etapa en la universidad. Continuar estudiando un máster es una de las opciones más recurrentes y, en ocasiones, la más cara. Hacerlo en Andalucía puede rondar los 1.000 euros. Mientras que, en Madrid y Barcelona, se exigen en torno a 3.000 por un curso académico en una universidad pública. Si se trata de una privada, el precio puede ascender a 10.000 euros.  

Alejandro Soriano, un joven sevillano de 23 años, no optó por este camino al terminar en 2019 su grado en Comunicación Audiovisual. No estaba dispuesto a que sus padres pagaran estos precios desorbitados. Además, de darse cuenta que un solo año académico no es suficiente para adquirir todos los conocimientos necesarios para su área profesional: “Al menos en lo que me quiero especializar, prefiero aprenderlo por mi cuenta. Aunque tarde más tiempo, prefiero no tener que pagar ese dineral”.

Junto a dos amigas, la idea de irse a vivir al extranjero se le pasó por la mente. No tenía nada que perder. Tampoco se había ido de Erasmus, por lo que, le hacía ilusión quitarse esa espinita. Glasgow fue el destino elegido para empezar esta experiencia en la que ya lleva inmerso ocho meses. 

Su prioridad era encontrar un empleo con el que poder mantenerse allí por sí mismo. Si no podía costearse sus gastos, tenía claro que volvería a casa: “Bajo ningún concepto me habría perdonado irme de mi casa y tener que depender de mis padres. De hecho, al principio mi madre me metía dinero en la cuenta y me enfadaba”. 

Bajo ningún concepto me habría perdonado irme de mi casa y tener que depender de mis padres. De hecho, al principio mi madre me metía dinero en la cuenta y me enfadaba”. 

Con esta predisposición clara, tras un mes de búsqueda en miles de páginas, y de echar currículums en una gran cantidad de lugares, logró encontrar un trabajo con el que se siente cómodo.

No iba buscando un empleo relacionado con su titulación. Necesitaba un respiro del ritmo que había llevado durante cuatro años. Así es como terminó en el servicio técnico de una empresa de videojuegos. Dos meses después, le dieron la gran noticia de que lo hacían fijo en la empresa. “Vine buscando cualquier oportunidad y he encontrado un trabajo de por vida”, comenta alegre Alex.

Antes de encontrarlo, él y sus compañeras se vieron inmersos en una búsqueda más complicada aún: un piso donde vivir. Se toparon con viviendas caras, de mala calidad y diversas problemáticas para poder habitar allí. En Reino Unido, los propietarios imponen una serie de condiciones a los extranjeros para alquilar una vivienda. Solicitan un contrato de trabajo del país, extractos de movimientos de una cuenta bancaria británica e incluso, referencias de otros propietarios en ese territorio. Unos requisitos que él no cumplía. 

A pesar de estos trámites caóticos, confiesa que en Glasgow ha logrado encontrar una estabilidad y una felicidad que no tenía en España. Vino con una fecha marcada de vuelta. Sin embargo, actualmente no se ve regresando en un corto plazo: “Tenía pensado volver en junio y ahora no me vuelvo a España ni loco”.

Confiesa que los paisajes de Escocia lo tienen totalmente enamorado. Aunque, lo que más destaca de la tierra de las gaitas y los kilts (prenda típica) es su gente: “Admiro su amabilidad. Da igual quién seas, qué problema tengas, te van a ayudar. Siempre van a poner buena cara, una sonrisa y palabras bonitas que decirte”.

Si pudiera valorar en una sola palabra su experiencia en el extranjero, sería “libertad”. Con esto no se refiere al hecho de vivir lejos de sus padres sino a la sensación de ser independiente y de conocer una cultura diferente a la suya. Esta emoción le ha estado acompañando durante toda su estancia, le ha dado alas para quedarse en tierras escocesas. Y no parece arrepentirse de la decisión tomada en su momento de no continuar por la ruta de los estudios universitarios. 

No sabe lo que le espera a partir de ahora. Pero, no alberga dudas de que aún le queda mucho por descubrir y disfrutar. Marcar una fecha de retorno en su calendario no entra en sus prioridades.

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