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Tu negocio no está entre mis piernas

Cerca de 300.000 personas se dedican a la prostitución en nuestro país, pero solo el 5% la ejerce de forma voluntaria. En España concretamente, es el sector económico que más dinero negro mueve, incluso por encima de la droga o el tráfico de armas.

“Al principio crees que tu siempre serás la que elijas la tarifa, la que decidas con quien vas a realizar el servicio… pero luego te das cuenta que la situación te atrapa de tal forma que tu no eres la que decides y te ves sometida a chantajes, amenazas, insultos, agresiones” (Loli, España, siglo XXI).

“Pago, luego exijo y puedo tener al alcance de mi mano a la que quiera: rubia, morena, alta, delgada, guapa, brasileña, africana…” (Luis, España, siglo XXI).

 Estos son algunos testimonios reales recogidos en la guía que ha elaborado el Ayuntamiento de Sevilla para sensibilizar sobre la prostitución y la trata como una forma más de violencia de género. Testimonios que nos hacen un rápido escaneo de cómo entendemos la prostitución en España, de cómo en nombre del amor o del sexo, se siguen normalizando actitudes machistas y violentas que atentan contra la dignidad de las mujeres.

Según datos oficiales, uno de cada cuatro españoles ha recurrido al menos una vez a la prostitución. La cifra de puteros en nuestros país es la más elevada de la Unión Europea»

Las cifras de la vergüenza

Según datos oficiales, uno de cada cuatro españoles ha recurrido al menos una vez a la prostitución. La cifra de puteros en nuestros país es la más elevada de la Unión Europea.

Irse de putas no puede ser atendido como parte de los planes de ocio, ni una forma de canalizar el deseo sexual masculino, ni un servicio para personas con limitaciones físicas o emocionales. Dejemos de buscar excusas para legitimar el uso del cuerpo de una mujer como instrumento. Busquemos otras alternativas para solucionar los problemas anteriores, la solución no está entre nuestras piernas.

Cerca de 300.000 personas se dedican a la prostitución en nuestro país, pero solo el 5% la ejerce de forma voluntaria. El 90 % de las personas que ejercen el oficio de la prostitución son mujeres, los casos de hombres y transexuales es muy reducido en comparación con otros países europeos. De este 90% de mujeres, el 80% son extranjeras, la mayoría de origen brasileño o nigeriano, seguidas por las dominicanas, colombianas y rumanas.

En España concretamente, es el sector económico que más dinero negro mueve, incluso por encima de la droga o el tráfico de armas. Se estima que el volumen de negocio se acerca a los 8 millones de euros al día, esto es unos 3.024 millones anuales. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la prostitución representa el 0,35 % del Producto Interior Bruto Nacional, alrededor de 3.783 millones anuales. Solo en anuncios de prensa se gastan 40 millones de euros. Un negocio muy lucrativo.

La otra cara de la prostitución

Educar en igualdad, condenar la prostitución y el proxenetismo de forma integral y endurecer las penas, pueden ser algunas estrategias para que, dentro de unos años, pagar por mantener relaciones sexuales sea algo inconcebible. Necesitamos una sociedad que entienda la sexualidad como un compartir desde el respeto y el consentimiento mutuo.

Si realmente los señoros que defienden la profesionalización de las putas están tan convencidos de su teoría, les animo a matricular a sus hijas pues según ellos es una profesión digna y respetable»

Una forma de conexión, de búsqueda del placer desde la libertad individual y el control de nuestros propios cuerpos. No conozco ninguna profesión en la que el cuerpo sea el producto, excepto la prostitución. Así que dejemos de hablar de ella como el oficio más antiguo del mundo porque, si realmente los señoros que defienden la profesionalización de las putas están tan convencidos de su teoría, les animo a matricular a sus hijas pues según ellos es una profesión digna y respetable. ¡Para eso las mujeres podemos decidir a qué nos queremos dedicar en la vida! Vaya, parece que a algún que otro señoro se le acaba de atragantar el café.

Hablar de prostitución implica hablar de violencia, una forma más de las miles en las que se manifiesta. Tan democratizada está, que se practica en cualquier país del mundo. Pero ya es hora de aniquilar el mínimo vestigio de control hacia nuestros cuerpos. Es una cuestión de Estado y como tal tiene que ser tratada. No estamos hablando de algo privado, de acuerdos gestados desde la intimidad de una alcoba. No quieran vendernos cuentos de princesas que nadie se traga.

La otra cara de la trata son mujeres quedan con secuelas psicológicas y emocionales para toda la vida una vez que su carne caduca. Enganchadas a los tranquilizantes para poder levantarse de la cama, con enfermedades crónicas, adictas a fármacos y sustancias que las hace olvidar lo miserable de sus vidas, que las adormece para no revivir el dolor, el miedo y la soledad. Salir viva del infierno e intentar llevar una vida normalizada no es nada fácil.

Apostemos por un modelo abolicionista

Un país democrático como el nuestro no puede permitirse esto. Regular la prostitución no es la solución. Mientras exista demanda, habrá servicio y por lo tanto tráfico. Es un rueda que una vez la empujas un poco, empieza a rodar y no hay manera de pararla. Nada justifica el uso de la violencia ni legitima el uso del cuerpo de las mujeres para hacer dinero.

La prostitución y la trata deben ser entendidas como actos delictivos a los que poner freno, como el robo, el asesinato o el terrorismo. Sin esta contundencia no habrá forma de acabar con ella. Y paralelamente, también con formación y concienciación para que ni hombres ni mujeres entendamos la sexualidad como una opción para ganarnos la vida, ni como moneda de cambio. Apostar por un modelo abolicionista como algunos países nórdicos ya están haciendo, es la única solución.

Históricamente nuestros cuerpos han sido siempre reprimidos, explotados, drogados…, por manos masculinas para satisfacer sus propios intereses. Nos han arrebato nuestro derecho a decidir, a educarnos y a auto percibirnos como seres autónomos, libres y completos en sí mismos. Necesitamos volver a acuerparnos, adueñarnos de formar consciente de nuestros cuerpos para recuperar la soberanía usurpada por el patriarcado. Somos patria y bandera.

Capitalismo y Patriarcado

El capitalismo perfectamente consolidado se encarga de distribuir la riqueza a su antojo y bien es sabido que las mujeres siempre han sido el eslabón más débil. La pobreza, la explotación sexual, la mano de obra barata, la trata… tienen rostro femenino. Nuestra lucha por liberar nuestros cuerpos pasa por dinamitar un sistema que abusa, controla e instrumentaliza cada centímetro de nuestra piel. Nos reducen a mercancía, a carne lista para salir al mercado. Carne que hay que cuidar y proteger para que el putero de turno la saboree en condiciones óptimas y el proxeneta tenga margen para reciclar y conseguir la máxima ganancia posible. Porque las mujeres han pasado a ser un producto más con el que el capitalismo hace caja.

La prostitución y la trata no son cuestiones aisladas. Conforman redes delictivas que actúan a nivel mundial. Existe un claro poder masculino con capacidad para asesinar, explotar y violar a mujeres sin trabas gubernamentales, políticas o judiciales. Aumentan todos los años los casos de feminicidios, la prostitución es el segundo negocio más lucrativo del mundo tras el narcotráfico y ahí está el núcleo de la cuestión. La razón por la que el capitalismo respira: el dinero.

Vamos a dejar morir todo lo que nos oprime. El sistema patriarcal y capitalista han saqueado nuestros cuerpos, se han colado de forma sutil por las fisuras de nuestra piel, de la misma forma que lo ha hecho con la tierra. El movimiento feminista empuja con fuerza para acelerar un proceso demasiado lento. Ha llegado el momento de apostar por una descolonización real y por un mundo en el que la tierra y el cuerpo de las mujeres ya no sean territorio de conquista.

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