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La boutique del cáncer de mama que cura el alma

Dos amigas, Chiqui Domínguez y Marina Sanz, abrieron las puertas de ‘Curadas de Espanto’ después de que la segunda fuese diagnosticada de cáncer de mama. Este espacio ofrece a enfermos oncológicos productos específicos y una medicina que escasea incluso en los centros hospitalarios: el apoyo y la orientación sobre dudas que surgen en la vida cotidiana. Uno de sus objetivos es hacer visible esta problemática que en muchos casos se vive en soledad.

Vivió la ‘psicosis’ de perder el pecho y creer que todo el mundo lo sabía, que le miraban. En la actualidad, prácticamente ha superado un cáncer de mama diagnosticado a los 55 años. En su día dudaba si contarlo o no pues, aún siendo ella la afectada lo último que deseaba era que su familia sufriera. “Luchas contra el cáncer y contra ti, por recuperar tu imagen y no quieres generar conflicto y no es así todo el mundo te quiere ayudar”, explica Marina Sanz.

Todos esos pensamientos y muchos otros se alojaron en los recovecos de su cabeza, mientras afrontaba la enfermedad. Pero, como se dice coloquialmente, le dio la vuelta a la tortilla. En agosto de 2015 Sanz, filóloga con una rica trayectoria laboral, se alió con una amiga, Chiqui Domínguez, economista y formada la terapia floral y el reiki. Juntas abrieron las puertas de ‘Curadas de Espanto’.

“Amigas con la enfermedad y amigas de amigas me llamaban, podía llevarme horas al teléfono. Formaba parte de círculos de ayuda mutua, sentía la necesidad de ayudar igual que a mí me ayudaban”, cuenta Sanz. Cierto es que en este espacio ubicado en Sevilla, encuentran productos específicos para pacientes con cáncer, sobre todo dirigidos a mujeres mastectomizadas: corsetería, lencería, cosmética, pelucas y prótesis capilares… Pero a veces, eso es lo de menos, se ha convertido mucho más que en una boutique del cáncer de mama y lo que ofrecen supera lo físico.

Las fundadoras de ‘Curadas de Espanto’ entienden que muchas veces las mujeres que viven estas circunstancias necesitan sobre todo hablar con alguien que no sea de su familia, el médico o la enfermera. Requieren el apoyo de alguien que sepa de qué le están hablando y allí lo hallan: “Alguien que no te va a sobre proteger, ni a verlo de forma trivial y que te diga que no pasa nada porque tampoco es así, ni dramatizarlo”.

Por fortuna, el personal sanitario cura en los hospitales, pero no resuelven dudas de la vida cotidiana sobre alimentación, prendas de vestir… Con este fin nació este negocio, un espacio ajeno al hospital donde las mujeres con cáncer —especialmente de mama— pueden sentir apoyo y recibir orientación. “Una persona puede estar una hora y media y no comprar nada pero encuentra lo que necesita. Aquí se llora se ríe, se bebe… Durante las conversaciones salen muchas cosas: cómo se lo digo a mis hijos, no quiero que mi madre se entere… Este tipo de tertulias difícilmente la encuentran en otro sitio”, explica Sanz.

 “Hemos tenido algunas pérdidas muy dolorosas como una chica de 15 años, eso te parte el alma. A veces los tratamientos son muy largos, la enfermedad va a por ti, pero la mayoría de las veces se supera y las mujeres vuelven a ser”.

Las responsables de ‘Curadas de Espanto’ se encuentran en continua formación, pero sobre todo son el nexo de unión entre otros profesionales y “sus mujeres”, como a ellas les gustan llamarlas. Se trata de un lugar donde llevan a cabo una agenda de actividades y talleres tanto específicos dirigidos a mujeres con cáncer y sus familias, como otras de carácter general para todo el público culturales, terapéuticas, lúdicas, prácticas… «que contribuyan a fortalecer la confianza, la seguridad, la armonía y la autoestima en las personas afectadas y en su entorno».

Hasta su local llevan a expertas en estética para enseñarlas a automaquillarse —un aspecto en absoluto banal en estas circunstancias—, u organizan jornadas a la que traen a facultativos o investigadores para tratar asuntos específicos como la nutrición. Tan importante es la labor que llevan a cabo que recientemente han suscrito un convenio de colaboración con la Universidad de Sevilla y organizan talleres teórico-prácticos sobre nutrición en el Aula Magna del Hospital Universitario Virgen Macarena, así como Jornadas de Enfermería Oncológica dirigidas al personal sanitario.

La experiencia les demuestra día a día que se está huyendo de los eufemismos y la palabra ‘cáncer’ ha dejado de ser tabú “porque ya no se identifica con la muerte segura”. También reconoce que a la sociedad le cuesta ver a una persona con la imagen deteriorada y se congratula de anuncios como el de una firma de gafas en el que aparece una mujer mastectomizada mientras toma el sol, puesto que ayuda a sensibilizar y a normalizar.

Las dos socias se sienten plenamente realizadas. En el caso de Marina, nunca pensó que padecería un cáncer que le cambiaría la vida en positivo. Para ella ha sido un periodo de aprendizaje importantísimo: “Adquieres una sensibilidad diferente. Jamás pensé que me iba a morir, te entra miedo, es como un vértigo y sabes que lo vas a pasar fatal”. Asegura que “vuelven a ser mujeres ‘normales’, más guapas y coquetas que nadie. La responsabilidad es máxima, ya que, en ocasiones se convierten en una pilar fundamental para sus usuarias que las visitan una vez recuperadas. Estos dos años de ‘Curadas de Espanto’ no han sido del todo idílicos. “Hemos tenido algunas pérdidas muy dolorosas como una chica de 15 años, eso te parte el alma. A veces los tratamientos son muy largos, la enfermedad va a por ti, pero la mayoría de las veces se supera y las mujeres vuelven a ser”.

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Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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