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Las cracks de La Roja en el baloncesto en silla, «más fuertes de lo que ellas mismas se creen»

A diario, desde sus inicios como jugadoras, comparten pista, entrenos, éxitos y fracasos con los chicos. Las chicas de la Selección Española de Baloncesto en Silla de Ruedas compiten con sus respectivos clubes en una liga mixta ante la falta de jugadoras. Por ello no se consideran menos que la selección masculina, aunque lamentan que la práctica del deporte de contacto junto a hombres sea tabú para algunas mujeres.

“Fue mi salvación. De repente todo era negro y se convirtió en un rayo de sol gigante”, esto es para Sonia Ruiz, capitana de la Selección Femenina de Baloncesto en Silla de Ruedas (BSR) este deporte después de sufrir con apenas 17 años un accidente de tráfico que le dañó la médula. En la actualidad es una de las más veteranas en La Roja y ha fundado su propio club deportivo, el Murcia BSR, de cuyo equipo es entrenadora y jugadora.

“Se enamoró” del basket, dice, cuando lo conoció en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, y no cejó en su empeño hasta poder estudiar y jugar. Para la murciana continuar practicando deporte supuso un alivio. Su primer equipo fue el actual CDA Bahía de Cádiz y desde entonces se convirtió en jugadora profesional. No resultó precisamente fácil que la admitiesen. “Al principio fue duro  jugar junto a los chicos en aquellos años (temporada 2001/2002). Primero era la niña, no me dejaban hacer entrenamientos completos…”. Sus padres, en cambio, la vieron feliz y no les importó nada más.

Lourdes Ortega, jugando con su club, el AMIAB Albacete./ Cedida
Lourdes Ortega, jugando con su club, el AMIAB Albacete./ Cedida

Su compañera en la selección y jugadora del BSR Amiab Albacete, Lourdes Ortega, natural de Cazalla de la Sierra, se vio afectada a los nueves meses de vida por una lesión medular que le impide andar. Su relación con el basket sobre silla comenzó como mascota de un equipo sevillano asistiendo a todos los partidos. Por fin, a los 13 años, debutó como jugadora en ese club y de la selección. Sólo un año después su equipo desapareció lo que supuso un gran mazazo para ella.

A los 16 años fichó por el equipo de Valladolid, la primera vez que salía de su hogar. “Tuve que madurar y valerme por mí misma.Ya es pan comido”, presume. Hoy día vive en una residencia y estudia Diseño Gráfico, luego pretende estudiar inglés y jugar al menos una temporada fuera de España y llegar a ser entrenadora.

Lourdes considera que jugar con chicos en los respectivos clubes acarrea aspectos positivos porque la intensidad es más alta. “Siempre intentas hacer el doble de esfuerzo para estar lo más próximo a su altura, dar lo máximo para vaciarte en cada entreno y en cada oportunidad que tengas y llevarlo luego a la selección. Lo más duro es que tienes que trabajar más que ellos para ganarte los minutos. En la selección es otro rollo”.

Sonia, por el contrario, niega haberse sentido alguna vez una chica «de relleno»: «Nunca he sido una jugadora de banquillo. Si mi equipo ha ganado, se ha hecho un reportaje en el que también aparecía Sonia Ruiz». Ella se encuentra igual de a gusto en el club y en la selección femenina, aunque pasa todo el año esperando que sea la concentración de las chicas. “Entrenas, te esfuerzas mucho para que lleguen esos días en los que puedes realizarte en todas las facetas del juego. Es sólo una vez al año, es como tú momento”.

Vicky Pérez, del CD Ilunion, que pasó de jugar en la liga de baloncesto a pie al BSR debido a una lesión en la rodilla, lamenta que no sea posible una liga femenina ante la falta de jugadoras: “Pero es un apaño para que podamos jugar. Es eso o la nada. Corta mucho practicar un deporte de contacto y más con hombres. Al final nos juntamos un grupo de personas con la misma pasión, nos pica de la misma manera y vivimos por lo mismo”, concluye.

(La liga mixta) es un apaño para que podamos jugar. Es eso o la nada. Al final nos juntamos un grupo de personas con la misma pasión, nos pica de la misma manera y vivimos por lo mismo”

Para Abraham Carrión, que lleva la batuta de la selección femenina de baloncesto en silla de ruedas, el hecho de jugar menos minutos les puede afectar al igual que a cualquier otro compañero de equipo. “El único jugador que esté satisfecho es el que juega los 40 minutos y de esos hay muy pocos. Siempre se quiere jugar más y eso es bueno porque quiere decir que hay hambre».

El seleccionador se muestra tajante a la hora de afirmar que todas entrenan a un nivel de trabajo y disciplina como cualquier jugador de alto rendimiento para que compitan al máximo nivel, «igual que ellos”. La diferencia real que hay es que al tratarse de una la liga mixta, el equipo que saca a una mujer en pista recibe una bonificación. Por eso en los clubes juegan en posiciones diferentes a las de la selección.

Vicky Pérez, jugadora del CD Ilunion y de la seleción/. jomamaramiPhotos
Vicky Pérez, jugadora del CD Ilunion y de la seleción/. jomamaramiPhotos

Sin duda, todos los deportes femeninos copan menos minutos en los medios y gozan de menor patrocinio. El deporte adaptado y, concretamente el baloncesto en silla, no es una excepción. La pívot del Ilunion hace hincapié en que no es necesario tener una discapacidad severa para practicarlo, basta con tener una lesión permanente.

Lourdes por su parte cree que aún existe la mentalidad del ‘no puedo’, sobre todo en  las mujeres con capacidades diferentes. “Los padres también piensan que cómo su hija se va a meter ahí con esos hombres. No pasa nada, no te comen”.

El talento, la perseverancia, el buen ambiente y las ganas, les caracterizan. A pesar de los obstáculos y de que a estas guerreras de La Roja les queda todo por ganar, Carrión lo tiene muy claro: “Ahora mismo estamos en el mejor momento. Tenemos un grupo muy compacto porque se complementan entre sí. Son mucho más fuertes de lo que ellas mismas se creen”.

 

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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