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Tremenda Jauría: «Nuestra música es para disidencias en general, mujeres y gente en lucha»

OtroPeriodismo charla con Tremenda Jauría. Ellas se presentan como un colectivo musical de Madrid que fusiona cumbia-punk, rap, reggaeton combativo y música electrónica detrás de sofisticadas máscaras, pues su estética se basa en el anonimato, huye de personalismos. Sus letras están colmadas de compromiso social y político. 

La banda Tremenda Jauría siempre ha estado compuesta por las mismas componentes, un grupo de amigas que en 2015 se abrazaron por primera vez antes de subir a un escenario, gesto que se ha convertido en ritual. “A veces cuando están muy nerviosas también toman un chupito de ron”, confiesan.

OtroPeriodismo charla con Tremenda Jauría. Ellas se presentan como un colectivo musical de Madrid que fusiona cumbia-punk, rapreggaeton combativo y música electrónica detrás de sofisticadas máscaras, pues su estética se basa en el anonimato, huye de personalismos. Sus letras están colmadas de compromiso social y político. Con su éxito, sin duda, abren camino a las mujeres en un mundo hasta hace muy poco tremendamente masculinizado.

OtroPeriodismo.- Afirmáis que resulta más fácil decir cuándo que cómo se creó el grupo, pero probablemente hubo un acontecimiento que desencadenó la formación de Tremenda Jauría (TJ).

Tremenda JAuría.- Éramos un grupo de amigas que pasábamos mucho tiempo juntas. Escuchábamos mucho reguetón, mucha música de América Latina, mucha cumbia. Entonces, intentamos inspirarnos en esos ritmos introduciendo letras que contaba lo que vivíamos cada día en Madrid, un poco sobre lo que es el activismo político, y así nos lanzamos a la piscina.

OP.- ¿En qué o quién os habéis inspirado?

TJ.- en un montón de proyectos feministas y de mujeres que ya existen. Muchos de ellos son de América Latina. Siempre hablamos de Kumbia Queers, Miss Bolivia… De aquí, en Mala Rodríguez, Tribade, The Zoo…, y en un montón de gente que hace música que nos encanta. Siempre decimos que escuchamos mogollón de música, así que al final pillas referencias de otros lados. En realidad, tenemos un muchos de referentes.

OP.- ¿Por qué la banda utiliza una estética basada en el anonimato y lleváis máscaras?

TJ.- Tremenda Jauría va más allá de quién está detrás, de quién cante, o toque la guitarra o de quién lance las bases. Intentamos romper con la dinámica personalista entre las bandas de música y, en general, los perfiles públicos, entre lo que haces y quién eres. Hemos ido cambiando el estilo de máscaras pero nunca hemos salido a cara descubierta, salvo en los directos porque no podemos cantar con ellas. En nuestras redes, en nuestro perfil, en lo que nosotras comunicamos, en todo lo que está bajo nuestro control, aparecemos con máscara.

OP.- Entonces no tiene nada que ver el miedo, ¿no?

TJ.- No, no, para nada. Tiene que ver con poner el proyecto en el centro, no a quienes estamos detrás.

OP.- ¿Habéis vivido algún episodio de agresión verbal ?

TJ.- Sí, alguno hemos tenido, pero la verdad es que se nos borran las malas experiencias. En algunos videoclips colgados en redes sociales aparecen comentarios que son agresivos. En el backstage de los escenarios siempre tienes alguna situación un poco desagradable, –violenta no es la palabra–, con bandas o con profesionales que no entienden que seamos una banda formada en un ochenta por ciento por mujeres. Nos defendemos.

OP.- Vuestras letras son un grito contra el patriarcado, el capitalismo y contra lo establecido. ¿Qué buscáis hacer sentir a la gente con este mensaje?¿qué queréis hacer llegar a las mujeres que os escuchan?

TJ.- Queremos aportar con toda una escena feminista y cultural todo lo que tiene que ver con nosotras a través de la música, igual que otro montón de bandas. Queremos transmitir que el escenario es un espacio diverso y en el que tenemos que estar todas. Y las pistas de baile también. Creemos que proyectos como el nuestro contribuyen a que las mujeres nos sintamos, no solo tranquilas, sino a que disfrutemos como nos apetezca en un espacio que muchas veces ha sido copado por los hombres y que son espacios en los que se producen muchísimas veces agresiones cuando estamos nosotras. Intentamos generar un espacio en el que eso no sea tan fácil.

OP.- Comentábais que vuestras letras estaban inspiradas en experiencias propias.

TJ.- Sí, a veces pensamos que no sabemos hablar de otra cosa. Hablamos mucho de la vida en Madrid, de feminismo, de estar juntas, de estarlo pese al mundo infernal en el que vivimos… Casi todo son relatos de nuestras vidas o de cómo vemos las cosas. A ver si en algún momento hablamos de otra cosa, es que no nos sale. El tema ‘Te echo de menos’ es un poco distinto, no tiene una carga política súper explícita, también habla de otras cosas. Poco a poco nos vamos soltando.

OP.- ¿Entonces, no es algo predeterminado, cerrado?

TJ.- Eso es, el proceso creativo va fluyendo y de momento estamos a gusto así y funciona.

OP.- Hay artistas que cantan letras de reguetón denigrantes para las mujeres, pero defienden que en su vida personal no son machistas, ni actúan como dicen sus letras, ni lo defienden, ¿Qué opináis al respecto?

TJ.- La música no es sólo música, genera imaginarios y genera discursos. Creo que eso lo dicen muchos, no solo los cantantes de reguetón. Tanto canciones de reguetón, de pop español, de coplas, rap, metal, rock o de un montón de géneros musicales que tienen letras machistas. Quizá cada vez se da menos por toda la lucha feminista que se está dando en la calle, pero históricamente la música ha sido un espacio de hombres y el mundo en el que vivimos es heteropatriarcal, con lo cual la música es machista. Independientemente de que en el espacio privado la gente no se denomine así, –que eso habría que verlo–, nos da igual que se declaren feminista y canten letras machistas. Es un poco incongruente que un artista diga que no es machista y haga letras orientadas en esa dirección. No nos pueden engañar mucho.

OP.- Hay quien etiqueta vuestra música de “reguetón feminista”, ¿qué os parece?

TJ.- Nosotras no nos denominamos así porque no solo hacemos reguetón. Tenemos cumbia, bases electrónicas, rap… En su momento, nos pusimos la etiqueta de cumbiatón insurgente, pero entendemos que a veces la gente tiene que explicar lo que hacemos de alguna manera y no nos genera más pelea.

OP.- ¿Cómo os sentís en una escena dominada por hombres?

TJ.- A veces, quizá, es una de las cosas que nos hace cuestionarnos estar aquí o no. Es cansado estar a codazos o para hacerte el hueco o para que se relacionen contigo desde un punto de vista de la profesionalidad y no desde un lugar mucho más condescendiente y machista. Pero a la vez, cuando estás en los conciertos y ves el clima que se genera, cuando te escribe gente por Instagram o Twitter y te cuenta lo que les hacemos sentir o lo que los conciertos y las canciones les hacen sentir, te das cuenta de que tienes que estar ahí. Entendemos que es como ser mujer en la vida en general y en profesiones o ámbitos muy masculinizados. Por un lado, estás todo el día como en tensión para marcar tu espacio y a la vez estás abriendo brecha para las que vienen detrás lo tengan más fácil. Es un equilibrio, casi siempre salimos reforzadas, pero hay días que querrías liarte a patadas con todo.

OP.- Antes las mujeres que se dedicaban a la música eran consideradas casi unas pendencieras, ¿cómo veis a la mujer en la industria musical hoy día? 

TJ.- A medida que la lucha feminista avanza en la calle tenemos un marco mucho más grande que nos respalda en los escenarios o cuando grabamos. A medida que el feminismo ha dicho que a las mujeres se les valora por su trabajo, no por ser mujeres, si alguien es cantante, con independencia de si es hombre o mujer, debe ser valorado por ser cantante. A medida que ese discurso avanza, entendemos que nos sentimos más protegidas. Eso no quiere decir que esté todo hecho, ni que ser mujer en la música es más complicado, que tienes que pelear con una normatividad súper fuerte, unos horarios que ayudan muy poco a conciliar y a corresponsabilizar tu vida personal con tu profesión… Eso sigue estando aquí. Por eso, los hombres continúan en la música y montones de mujeres se retiran, por la crianza, la edad el cuidado a los mayores… pero creemos que sí estamos más protegidas en el sentido de que hay un marco sociopolítico que te ampara, que para un poco los pies a los tíos, a la opinión pública y a cómo te hacen preguntas en una entrevista. Ya no es tan fácil como antes insultar a una tía ya sea música o doctora.

Ya no es tan fácil como antes insultar a una tía ya sea música o doctora»

OP.- El tema ‘Esta noche’, que publicaron hace cuatro años, ha sonado en manifestaciones del 8M. ¿Qué se siente al ver reflejado así vuestro trabajo?

TJ.- Es de las cosas más bonitas. Nos suele dar bastante vergüenza porque somos muy vergonzosas. A la vez es un honor y un orgullo que el movimiento cuente con tus canciones como banda sonora de una cosa tan potente y tan histórica como ha sido la huelga del 8 de marzo, o en una fiesta o en un bar. Obviamente, en lo político te enorgullece mucho más, aunque siempre impacta escuchar tus canciones, más aún en contextos feministas, de lucha por los derechos sociales. Nos da mucha vergüenza también, la gente lo admira y nosotras no sabemos qué hacer.

OP.- ¿Qué rasgo os distingue más que ningún otro del resto de compañeros y compañeras?

TJ.- No es por comparar porque otros no lo tengan, pero Tremenda Jauría lo manejamos nosotras casi todo: el merchandising, las letras, la música, grabamos en casa… Es un proyecto muy autogestionado, le da una marca muy de familia. La mayoría de las cosas se hacen en casa, menos la mezcla y el remastering. Es todo muy casero, entre nosotras. Me parece algo muy bonito y no es tan sencillo cuando un proyecto despega, como el nuestro. Puede que otras bandas también se sientan de la misma forma.

OP.- ¿Lo habéis decidido vosotras así?

TJ.- Sí. De momento estamos cómodas y somos capaces de llegar a eso. Por eso hemos incorporado a más gente en el proyecto. Tenemos a una road manager que es una compañera más, una compañera de ‘merchan’ que también es una más. No va la música por un lado y el proyecto a nivel de arte, de gestión y demás, por otro. Intentamos que todo esté integrado lo más orgánicamente posible.

OP.- ¿Qué estáis perdiendo por el camino? ¿Qué sacrificio hacéis?

TJ.- Pues hemos perdido muchos fines de semana en la carretera dando bolos. Es maravilloso y, a la vez, nos hace perder miles de momentos con nuestras familias, colegas… También hemos perdido muchas horas de sueño al tocar súper tarde y tenernos que levantar a una prueba de sonido muy temprano a muchos kilómetros, y salud porque comer de gira es un horror. Tiempo, sueño y salud alimentaria, pero si seguimos en estas es porque nos compensa.

OP.- ¿Por qué os compensa?

TJ.- Porque flipamos cada vez que damos un bolo, ya puedes estar súper cansada, aunque llegues de mal humor, te puede haber gritado el técnico de turno, lo que sea. Salimos ahí y no sabemos con qué se puede comparar. Es una experiencia brutal.  De hecho, con el confinamiento nos hemos dado cuenta de lo que lo echamos de menos y de lo que lo necesitamos.

Estás todo el día como en tensión para marcar tu espacio y a la vez estás abriendo brecha para las que vienen detrás lo tengan más fácil. Es un equilibrio, casi siempre salimos reforzadas, pero hay días que querrías liarte a patadas con todo»

OP.- Habéis actuado con artistas muy importantes, tenéis algo pendiente que con la pandemia se haya quedado en el tintero?

TJ.- Nos gustaría mucho hacer algo con Mala Rodríguez que nos gusta un montón, con Rosendo que nos mola mogollón. Lo tenemos todo ahí todo como carta a los Reyes Magos.

OP.- ¿Estáis cumpliendo los objeticos que os marcasteis en un principio?

TJ.- Sí, la cosa iba estupendamente. Este año iba a ser muy bonito.

OP.- ¿Qué os dicen vuestras personas más queridas?

TJ.- Les gusta mucho el proyecto, en general. Vienen a casi todos los conciertos de Madrid o cerca. Siempre están ahí en primera fila, con mucho orgullo y también con sorpresa por vernos ahí subidas.

OP.- ¿De niñas os imaginabais así?

TJ.- No, ni de coña. Igual el guitarrita y el bajista que sí son músicos se lo podrían haber imaginado, pero no de esta manera.

OP.- ¿Cómo es de esta manera?

TJ.- Con un proyecto como TJ, que es un regalazo. Nos emociona y nos encanta a todas ver que es sostenible, que genera un montón de potencia hacia dentro y hacia fuera, nos encanta.

Es un poco incongruente que un artista diga que no es machista y haga letras orientadas en esa dirección. No nos pueden engañar mucho»

OP.- ¿Qué os gustaría que os preguntaran o qué os gustaría decir?

TJ.- En realidad ha sido una entrevista súper completa. Nada, nuestra idea es no parar de hacer música y de estar en contacto con el mundo. Que nos cuidemos un poco todas, a ver si salimos de esta.

OP.- ¿Vuestra música es para las mujeres?

TJ.- Hablo por mí (una de las componentes): yo principalmente sí. Es lo que me apetece ahora. Nunca lo había pensado. Seguramente sí, nuestra música es para disidencias en general, mujeres y gente en lucha.

 

María Luisa Parra e Inmaculada Lagóstena Utrera.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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