Kiko Veneno: «El consumo es hoy el opio del pueblo»
El músico Kiko Veneno (Figueras, 1952) responde, entre otras, a cuestiones concernientes al éxito, al compromiso de la juventud, la Iglesia y la fuerza del movimiento feminista. Los hombres no nos debemos cortar a la hora de apoyar el feminismo».
Nació en Figueras, pasó su infancia en Cádiz, más tarde residió con su familia en Sevilla, pero él, Kiko Veneno (1952), es un ciudadano del mundo, un mundo que le pertenece. En su juventud bebió en Estados Unidos de otros genios y precisamente allí (re)descubrió el flamenco. Estudió Filosofía y Letras, pero este artistazo que comenzó su andadura profesional con los hermanos Amador para luego partir en solitario, pasea con una maleta a sus espaldas que guarda doce discos publicados, importantes galardones y la firma de canciones que han pasado a ser himnos generación tras generación. Reconoce, aunque suene a tópico, que le queda todo por hacer. OtroPeriodismo habla con el Kiko Veneno bético, activista, comprometido, crítico, incómodo, con el profeta de la música, creativo, rompedor… El artista que nunca tomó el camino fácil.
OtroPeriodismo.- Parece mentira que se criara cantando el ‘Cara al Sol’.
Kiko Veneno.- No le dábamos importancia a lo que cantábamos.
OP.- ¿Qué queda del hippy pacifista?
KV.- Intelectualmente o teóricamente, todo. Me reafirmo en todo el hipismo y el pacifismo.
OP.- Su padre era militar. ¿Eso cómo se lleva?
KV.- Cuando ya era mayor, con sus hijos y con los amigos de sus hijos no entendía mucho, pero intentaba entender. No es que estuviera conforme, pero de alguna forma lo toleraba. Son costumbres. ¿Por qué yo soy pacifista? Porque me crie con The Beatles que eran pacifistas. Dije: esto merece la pena, es una verdad, no una moda. Ellos lo que decían es que el mundo nos pertenece.
OP.- Duodécimo álbum y muchos años en este mundo de una manera u otra, ¿cuánto le ha dolido la música?
KV.- Todas las cosas que valen la pena en la vida duelen, tienen su trabajo. Creo que dolor no es la palabra. Hay cosas que te duelen sobre todo cuando no consigues algo. Musicalmente, por ejemplo, te pones a hacer una canción de un tipo y no te sale, pero una patada en la espinilla te duele más, creo yo. Los toreros pueden hablar de dolor, los futbolistas también, pero los músicos… me parece un poquito subidito.
OP.- ¿Hay personas que se consuelan con la música?
KV.- Claro porque la música vale para eso.
OP.- Si a un músico le duele o le hace sufrir la música, ¿le apetece más música? ¿cómo se alivia?
KV.- Sí, sí… La música sana, escuchando música o haciéndola.
OP.- ¿Qué quiere cambiar con su música?
KN.- Nada. Con mi música no se puede cambiar nada. El instante que llega la gente al escenario, que se vayan felices y que acaben con la cerveza de la barra… Eso es lo que quiero conseguir.
Nuestro egoísmo nos permite bañarnos en un mar donde se ahoga la gente y poderlo soportar»
OP.- ¿Echa en falta más compromiso en la juventud?
KV.- Es difícil hablar de temas así político sociales, son muy complejos y no sabes por dónde empezar. Creo que la gente se compromete con lo que puede. Lo que sí veo muy claro es que no somos el homo sapiens, somos el homo sapiens pero ‘consumus’, de consumo, de centro comercial. Eso nos da un individualismo muy cierto, un egoísmo, el defender lo nuestro. No queremos saber a dónde vamos, el planeta va mal y tal, pero nos agarramos a lo que tenemos, a nuestro chopped pork si hace falta. Si no hay jamón york del bueno por lo menos chopped pork baratito, asequible… Somos el primer mundo, ese es nuestro egoísmo, y eso nos permite bañarnos en un mar donde se ahoga la gente y poderlo soportar. Pero no deja de ser un engaño.
OP.- Actualmente, ¿cuál es el opio del pueblo?
KV.- El consumo que no es ni siquiera droga, lo peor de lo peor. Yo comprendo que la gente se enganche a la heroína por la química, aunque también entiendo que la gente se enganche al consumo porque tienen los cerebros dirigidos, bombardeados para estar en esa red del consumo. Esa red del consumo te limita muchísimo la vida y la capacidad de acción, de conocimiento y de movimiento.
Los hombres no nos debemos cortar a la hora de apoyar el feminismo»
OP.- Podemos hablar con Kiko Veneno de feminismo.
KV.- Sí, claro.
OP.- ¿Qué le parece que el movimiento feminista en España tome fuerza?
KV.- Magnífico, me parece muy bien. Lo necesitamos, los hombres los primeros y, en general, la sociedad. Creo que los sin sabores políticos que llevamos en estos años, de alguna forma se atemperan con la irrupción del feminismo que creo sí es transversal de verdad. De alguna forma llena agujeros por todos lados, muchísimos agujeros. Me parece que estamos en un proceso muy interesante en el que personas, hombres de todas las edades, desde 60 años como yo a chavales de 15 y 20 años, están viendo emerger a las mujeres con posturas nuevas, con necesidades nuevas y con formas de plantear las cosas nuevas, autónomas, libres… y está cambiando totalmente los puntos de vista. Creo que va a suponer un cambio muy, muy profundo. Además, tenemos muchísima esperanza porque no sabemos qué hacer ya para que esto cambie para bien, a ver si a través de la irrupción del poder femenino. Indudablemente, va a ser una fuerza muy importante para construir un mundo habitable.
OP.- Qué postura más positiva del feminismo.
KV.- ¿Por qué?
OP.- No estoy acostumbrada a escucharla y menos de un hombre.
KV.- Bueno, pertenece indudablemente a las mujeres expresar esto, pero creo que los hombres no nos debemos cortar a la hora de apoyarlo.
OP.- Hay cierto miedo entre los hombres ante el movimiento feminista.
KV.- Claro, precisamente eso es lo positivo que tiene porque el miedo destapa la ignorancia. Tenemos miedo a lo que desconocemos, entonces hay muchísimos hombres que no quieren conocer y, ante este estado nuevo de la mujer, pues se niegan. Pero la apuesta está ahí, cada vez hay más hombres, la balanza es súper positiva. Es una puerta que se abre y estamos entrando muchísima gente a ver a las mujeres de otra forma.
OP.- ¿En el mundo de la cultura y de la música hay machismo?
KV.- No, creo que no. En el cine, en la música, en la literatura, hay cantidad de mujeres escribiendo…
OP.- Hemos visto recientemente movimientos como el #MeToo, en el cine reivindican salarios más igualitarios, se denuncian agresiones y abusos…
KV.- Sí, bueno, habrá habido de todo, indudablemente. En la música no suele ser así. Aquí se paga según el éxito que tenga, sea hombre o mujer y quizás las mujeres están ahora reventando más las taquillas. En la música no creo que haya esa discriminación salarial, pero en el cine sí puede haberla, en la literatura tampoco porque depende de lo que vendas, creo yo.
OP.- Por tanto, ¿en el flamenco…?
KV.- En el flamenco está formateada toda nuestra esencia más rancia. Si tu te alimentas solo de la parte rancia del tocino, acabas convirtiéndote en un rancio, pero tiene que tener un poquito rancio para que el puchero coja sabor. Precisamente el flamenco es un arte que tiene toda una tipología de las letras muy machistas, toda una corriente muy dura contra las mujeres a veces, pero también eso se está rompiendo.
OP.- Tiene una infancia/juventud cercana a la Iglesia, ¿cómo es ahora su relación con ella y, por otro lado, con Dios?
KV.- Tengo un recuerdo buenísimo. Luego, cuando he leído las historias de abusos sexuales pues me he quedado horripilado, lógicamente. Mi relación con la Iglesia termina un domingo con 13 o 14 años cuando me di cuenta de que Dios no existía, el infierno, tanto miedo… Eso no podía ser verdad, era mucha carga, un poco engaño. Probé y de pronto me sentí de puta madre, dije “esto va bien”, y ya no volví a preocuparme más por ese asunto.
OP.- ¿Nunca se ha encontrado en una situación regular en la que le haya hablado a Dios?
KV.- Cuando uno está malo, se está muriendo, dice “Dios mío, sálvame”. Son frases hechas, expresiones, no tienen nada que ver con la religión. Eso es canguelo que te estás muriendo y pides auxilio como los romanos a sus dioses o lo que sea. Es una forma de pedir a algo externo. El dios que mucha gente reclama es un dios interno que mucha gente tiene dentro.
OP.- ¿Qué pasa con el medio ambiente? ¿le importa?
KV.- Muchísimo. Me gusta mucho comer bien, comer los alimentos de cercanía, de temporada, ir a la costa a comer buen pescado, no plástico. En fin… me preocupa muchísimo.
OP.- ¿Qué tal se lleva con los premios?
KV.- Magnífico, ¿me vas a dar algún premio? (bromea). Ya he recibido un par de ellos. Uno me lo dio el entonces Príncipe, hoy Rey, y la Princesa Letizia. Los premios están bien. Es una alegría una satisfacción, ves que has hecho un trabajo, has cumplido una misión, a pesar de tus preocupaciones, de que tus visiones estéticas, de lo que tú te creías que tenías que hacer y lo hiciste, a veces en contra del parecer de mucha gente o a contracorriente, en contra de la postura más fácil. Yo siempre he escogido formas difíciles de hacer las cosas, eso se ha reconocido. Escucho canciones que tienen 30 o 40 años y siguen ahí, te siguen hablando y diciendo cosas, eso me da una alegría extraordinaria.
OP.- ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
KV.- No, no creo. De hecho, seguramente fue peor. Se pasaba mucha más hambre, muchas más necesidades, habían más guerras que ahora, la vida era más corta, se sufría más. Lo que pasa es que ahora se ve más, antes éramos 1.500 millones, dos millones, nos hemos multiplicado por cuatro en un siglo. El cambio de cantidad ha sido un cambio de cualidad, no es lo mismo y se perciben las cosas de otra manera.
Mi gran éxito es ser feliz o intentar ser feliz una parte importante de mi vida a través del amor, de las personas que tengo alrededor que son geniales»
OP.- ¿Cuál es el gran éxito de Kiko veneno?
KV.- Pues lo que te comentaba antes de las canciones.
OP.- ¿Si tuviera que escoger uno?
KV.- Si tuviera que escoger uno, mi gran éxito es ser feliz o intentar ser feliz una parte importante de mi vida a través del amor, de las personas que tengo alrededor que son geniales y eso es lo más importante que tengo yo.
OP.- ¿Qué le gustaría que le preguntaran?
KV.- Nada en particular. Mira, por ejemplo: ¿a quién admiras de la música andaluza que no sea muy conocido? Voy a poner cara de que no sé nada (bromea).
OP.- ¿A quién admira de la música andaluza que no sea muy conocida?
KV.- Me alegra que me hagas esa pregunta. Me estoy acordando mucho estos días de Isidro Sanlúcar, el mediano de los tres hermanos Sanlúcar, el más chico del Évora. Son todos grandes músicos. Isidro para mí tiene un valor extraordinario, es una persona muy callada, no es de esas que están todo el día hablando de sí mismas y dándose a valer. Ha hecho cosas muy importantes, los tangos y bulerías modernos que se han hecho pop, por ejemplo de José Mercé, que se han hecho flamenco pero con blues, melodías urbanas… eso es una genialidad que solo la ha hecho él. No sé si la gente valora la grandeza que para mí tiene.
OP.- ¿Qué le gustaría hacer?
KV.- Música.
OP.- ¿Qué le falta por hacer?
KV.- Me falta todo, habrá muchas cosas que no las haré porque no tengo capacidad, pero tú me das unos aparatos y nos ponemos a hacer música ya. Lo que me gusta es eso que podamos hacer en ese momento. La música siempre es una exploración que puedes abrir a cualquier terreno.
Periodista.
Pingback: Economía Social: 7 claves para entenderla |