Una luchadora sucede a la mujer de un gobernador franquista en Cádiz: el premio por defender la educación pública
El colegio Carola Ribed cambia de nombre para cumplir la Ley de Memoria Histórica. A partir de ahora se llamará María Valle, en homenaje a una trabajadora incansable que frenó el cierre del centro y promovió la construcción en su nueva ubicación.
Fotografía : María Valle./ Oliva Lolo
El teléfono de María Valle no ha parado de sonar desde que la Comunidad Educativa del colegio eligiera su nombre entre las once opciones que estaban sobre la mesa. Para muchos es el reconocimiento al trabajo de una mujer que piensa seguir en la pelea porque no se contenta con ver su nombre en la fachada de su colegio de siempre. A falta de que el cambio de nombre sea ratificado por el Consejo Escolar del centro y se eleve a la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional de la Junta de Andalucía, todo Cádiz ya sabe que el Carola Ribed pasará a ser el María Valle.
La Ley de Memoria Democrática plantea la supresión de designaciones de lugares públicos con referencias a la dictadura de Franco, sus dirigentes o colaboradores del régimen franquista. En Cádiz ya le cambiaron el nombre al estadio de fútbol por este motivo y ahora va a suceder con un colegio público. Pero en este caso tiene connotaciones especiales porque la comunidad educativa del CEIP Carola Ribed ha decidido que el nuevo nombre del centro sea el de una mujer gaditana que ha luchado durante muchos años por la enseñanza pública: María Valle.
“Mis cuatro hijos estuvieron en el colegio, tres como alumnos y una que hizo las prácticas tras estudiar jardín de infancia. Mi hija mayor también fue presidenta porque yo le he ido inculcando a ellos que hay que luchar por lo que uno cree justo. Ya en su día lo hizo mi padre, que en los años 60 donó un terreno en Algodonales para que se hiciera una escuela pública y sigue abierta hoy en día. Nos viene en la sangre”, explica María Valle a OtroPeriodismo.
La chispa que activó su lucha
Los dos grandes logros de María son frenar el cierre del colegio y, después, contribuir con su tesón a la construcción de un nuevo centro. “En el curso 92-93 había rumores de que el colegio desaparecía por la construcción del puente de La Pepa. Yo llegué a la asociación de padres en el curso 92-93 y nos dijeron que nos querían trasladar al colegio Carmen Jiménez de manera inminente. En tres días teníamos que estar allí”.
Esta circunstancia despertó el espíritu guerrero de María, que pasó de ser una madre que colaboraba puntualmente con el colegio a implicarse de lleno en su supervivencia. “Lo primero que hice fue lograr que el delegado de Educación de entonces me escuchara, aunque era muy reacio. Me reuní con la directiva del centro y los padres y les dije que teníamos que luchar para que un colegio público no se perdiera. En esos años desaparecieron ocho colegios públicos porque la Junta no quería gastar dinero en Cádiz con la excusa de que había muchos concertados. Era verdad, pero los padres debían tener la opción de poder elegir”.
En un primer lugar frenó el cierre cuando el colegio estaba ubicado en la calle San Juan Bosco y después intervino para que la Consejería de Educación le diera muchos más metros en su actual ubicación. “Movimos hilos y nos dejaron 4.000 metros en Varela”, recuerda con orgullo. Lamenta que, en la actualidad, la baja natalidad no ayude mucho para aspirar a más: “Es el único colegio público que ha tenido que baremar en este curso. Me gustaría que hubiera más niños en Cádiz, pero cada año nacen menos. Yo también tengo a mis nietos en colegios concertados porque se van muy pequeños de los públicos. Eso echa mucho para atrás a los padres para llevarlos a los colegios públicos”.
El orgullo de los padres del centro y de sus hijos
Todavía tiene que asimilar que su nombre se haya impuesto en la votación a otras opciones como Almudena Grandes, Adela del Moral o Elvira Lindo, entre otras. Y es que los padres saben lo que ha trabajado María sin esperar nada a cambio. “Desde nuestra Ampa reivindicamos el papel que tuvo María en la lucha para que el colegio público siguiera existiendo, y para la asociación puede ser símbolo de muchas cosas, símbolo de lucha por la escuela pública, igualdad, feminismo… Sobre todo simboliza un valor que transciende todas las barreras: la lucha incansable por el bien común. Un recordatorio constante de que cuando nos unimos con determinación y propósito, somos capaces de superar cualquier desafío y alcanzar grandes logros”, dicen los padres del centro.
Pronto se verán nuevamente las caras porque María está dispuesta a iniciar una nueva cruzada. “Estoy esperando que pasen unos días para tranquilizarme un poco, pero me voy a reunir con los padres y si quieren luchar para que pongan como mínimo dos cursos de la ESO, se intentará. El colegio está preparado para una segunda planta. Queríamos que tuviera infantil, primaria y la ESO. Ya voy echando de menos mis batallitas”, dice entre risas.
Para sus hijos han sido días de muchas emociones. Ellos saben mejor que nadie las horas que ha dedicado su madre al colegio y por eso están orgullosos de que su esfuerzo tenga este reconocimiento. “Tanto mis hermanos como yo nos sentimos profundamente orgullosos de los valores de lucha, superación y constancia que nuestra madre nos ha inculcado desde pequeños. Siempre desde la humildad y con el afán de apostar por una enseñanza pública de calidad. Hoy aún no podemos creernos que esta mujer sencilla consiguiera detener el cierre con el apoyo de otros padres y, además, hacer que los organismos competentes construyeran un nuevo centro”, señala su hija Ana.
Y un dato a tener en cuenta es que María Valle podrá disfrutar del honor de ponerle nombre a un colegio, cuando en la mayoría de los casos es algo que se logra a título póstumo. El director del centro, José Luis Benítez, señala que “ha sido una persona muy comprometida con el colegio, muy trabajadora y la que movilizó a todos los sectores para que no cerrara. Todos los candidatos eran muy válidos y ha salido ella, pero cualquiera de las otras opciones también habría sido perfecta. Lo positivo es que el reconocimiento llega en vida”.
Carola Ribed y la dictadura
En los años de existencia del colegio el nombre siempre ha sido de la que fue esposa de Carlos María Rodríguez de Valcárcel, que ejerció como gobernador civil de Cádiz. Ella, activista de la Sección Femenina de la Falange, impulsó la construcción del centro tras la explosión de la base militar de San Severiano de 1947 y cedió los terrenos para el equipamiento de un barrio que había quedado destruido con la condición de que llevara su nombre.
Existe muy poca documentación escrita en la que aparezca información sobre Carola Ribed, pero su nombre está presente en la delegación española que asistió a la primera Conferencia Mundial de la Mujer, organizada por ONU, en 1948, según la Tesis de Elena Díaz Silva.
Pepe Huisa ha sido el gran impulsor de la propuesta de cambio de nombre. Comenta que ha sido un proceso “excesivamente largo y que era una necesidad y una obligación legal: «Por fin se avanza en democracia haciendo desaparecer nombres vinculados a la dictadura y la comunidad educativa ha ejercido la democracia votando. Almudena Grandes se merecía y tiene méritos para que un centro educativo lleve su nombre en Cádiz. Ella es hija predilecta de la provincia y doctora honoris causa por la UCA y la escritora más vendida y leída de nuestro país. Pero tengo que mostrar mi satisfacción por el nombre elegido por ser mujer y luchadora”.
Periodista desde mediados de los noventa. Diario de Sevilla, Diario de Cádiz, Diario de Jerez, La Razón o la Agencia Efe, entre otros, le han dado la oportunidad de disfrutar con el mejor trabajo del mundo. Empezó escribiendo de deportes, después pasó por la cultura y ahora, básicamente, busca temas interesantes. Aprendiendo cada día para seguir siendo útil en el oficio.