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Una nueva forma de ser viejas

Recientemente el aula Atenea del Ateneo de Jerez nos brindó la posibilidad de disfrutar de la presencia de Anna Freixas con su exposición sobre el tema ‘Envejecer como nos dé la gana’ y comentando su libro ‘Yo, vieja’.

Fue un placer escucharla por su forma amena y directa de poner sobre la mesa ideas que muchas pensamos y que no se dicen públicamente.

Nos reímos mucho, en parte por la ironía que usaba Anna y en parte porque nos identificábamos con lo que decía.

Ella propone aspectos fundamentales de cómo queremos poder envejecer:

-En libertad. Libertad que hay que conquistar porque en nuestro entorno, nuestros familiares coartan nuestra capacidad para decidir sobre cómo queremos vivir, a veces con la intención de protegernos.

  • Con dignidad y elegancia, sintiéndonos dignas nosotras mismas y exigiendo que nos traten con respeto. Sin someternos al mandato de tener siempre una imagen juvenil. Cuidándonos y siendo glamurosas dentro de la comodidad.
  • En Red, participando de una vida activa y relacionándonos con otras mujeres y grupos. Actualmente, son muchas las mujeres mayores que se ven inmersas de nuevo en los cuidados, ayudando a sus hijos en la crianza de los nietos o cuidando a familiares dependientes. Esto dificulta llevar una vida activa en otros grupos fuera de la familia.

Según Anna, para las mujeres la gran trampa que nos ha puesto la sociedad patriarcal en la que vivimos es el Amor, y cómo, en su nombre, a las mujeres se nos ha exigido una entrega total y asumir los cuidados de forma personal sin que demandemos a los hombres y a la sociedad que sean corresponsables de los mismos.

Yo siempre he pensado que en nuestra cultura nos enseñaron a las mujeres a querer a los demás, pero no a nosotras mismas.

También he comentado con mis amigas en muchas ocasiones el edadismo que soportamos en nuestra sociedad. Parece que cuando las mujeres llegamos a una edad ya no valemos ni merecemos interés. Pienso que a lo mejor tiene que ver con que para una sociedad patriarcal una mujer tiene valor por su capacidad reproductora, por su belleza como objeto sexual o por su trabajo gratis.

El edadismo provoca que las mujeres mayores no seamos valoradas en los grupos en los que participamos. ¿Será porque no damos buena imagen? Aunque tengamos valores intelectuales y afectivos mejores que en edades anteriores y un cuerpo del que podemos estar satisfechas. Se sobrevalora a la juventud y su imagen juvenil. A los hombres no se les exige en la misma medida tener una buena imagen a ciertas edades.

La consecuencia más grave para las mujeres por haber realizado trabajos de forma gratuita es la falta de independencia económica. Ahora hay muchas mujeres pobres, las que se han dedicado a su familia y no han cobrado y no han cotizado. Son muchas más mujeres que hombres las que cobran las pensiones no contributivas y, de las mujeres que han trabajado, muchas de ellas han tenido una vida laboral irregular pidiendo medias jornadas para poder compatibilizar el trabajo con los cuidados, con trabajos temporales o estando dentro de la economía sumergida, con lo cual sus pensiones son las mínimas.

Uno de los colectivos sin duda más vulnerables en nuestra sociedad actual es el colectivo de mujeres más mayores. Estas generaciones soportaron todo el peso del Patriarcado. Muchas no pudieron estudiar ni tener un trabajo asalariado y fueron educadas para aguantar situaciones machistas cotidianas.

Las mareas de pensionistas reivindican que la pensión mínima se equipare al Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Eso permitiría una vida digna.

Anna Freixas también apuntaba la conveniencia de una renta básica para todas las personas que lo necesiten.

Durante su exposición Freixas no habló de la dependencia y falta de autonomía que puede provocar la vejez. El tiempo limitó la duración de su exposición y fue en el turno de ruegos y preguntas cuando una asistente preguntó por esta circunstancia de la vejez. Se nos puso por delante la tremenda situación de las residencias actuales con la falta de plazas públicas. los altos precios de las privadas y el trato despersonalizado que reciben las personas residentes en la mayoría de ellas.

Hemos sido la generación después de la dictadura franquista que empezamos mayoritariamente a trabajar fuera de casa, a divorciarnos, a formar parte de la vida pública… y a emprender muchas luchas más»

Milagrosa Romero

La verdad es que pienso, y así se comentó, que las generaciones de mujeres mayores actuales hemos tenido que abrirnos camino y luchar por los cambios que hemos necesitado en nuestra sociedad. Hemos sido la generación después de la dictadura franquista que empezamos mayoritariamente a trabajar fuera de casa, a divorciarnos, a formar parte de la vida pública… y a emprender muchas luchas más. Ahora que vamos llegando a viejas tenemos que crear una nueva forma de vida. No nos reconocemos en el modelo estándar de mujeres de nuestra edad que tiene la sociedad en la que vivimos. Nuestra edad no nos condiciona. Ahora somos más libres, exigimos ser valoradas y participamos activamente en la vida social.

Está claro que aquellas mujeres que disfrutan de una independencia económica son las que tienen una mejor situación de partida, pues hay muchas que han aguantado situaciones de maltrato por no poder separarse por causas económicas.

Hay que buscar nuevas formas de vivir en la vejez, nuevos modelos de viviendas que compartan espacios comunes, diseñar residencias más pequeñas y enraizadas en los barrios y, sobre todo, que se aumente la oferta de plazas públicas para huir de las residencias privadas que anteponen el beneficio económico por encima del buen cuidado de las personas residentes.

A las mujeres que nos acercamos a la vejez nos toca enseñar a la sociedad cómo queremos vivirla y rechazamos los estereotipos de viejas que nos quieren imponer.

  • Valoramos las buenas relaciones de amor de pareja y las vemos deseables, pero ahora sabemos que esta relación tiene que nutrir y dar bienestar, ya no es envidiable tener una pareja por el hecho de tenerla, si no estamos a gusto en ella.
  • Valoramos el hecho de cuidar como una experiencia empática, solidaria y necesaria, pero exigimos en los cuidados corresponsabilidad a los hombres y a las instituciones y que no recaigan mayoritariamente en las mujeres.

Les recomendamos que abran su mente y tomen nota de cómo las mujeres vamos a ir creando una nueva forma de ser viejas.

Milagrosa Romero

Maestra jubilada. Activista en Marea Violeta Jerez y Marea de pensionistas.

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