Una profesora: «Yo sufrí acoso escolar por parte del equipo directivo»
Nunca pensó que los alumnos y sus padres organizarían una cena para rendirle homenaje por sus 38 años dedicados a la educación. Cualquiera en su lugar se sentiría dichoso. Así también se sintió Emilia Fraga, dichosa a la par que decepcionada. En esas cuatro décadas había organizado la despedida de muchos compañeros, sin embargo, ella no contó con la presencia de ninguna de las personas con las que compartió claustro.
“No sólo se produce acoso escolar con los niños, a mí me ocurrió como profesora; yo sufrí el acoso por parte del equipo directivo. Si dicen que al final de la vida tienes lo que mereces, creo que yo no tuve lo que merecía. Igual hice algo mal, no lo sé, pero no me merecía eso”, dice rota entre sollozos.
La directora del último centro en el que ha ejercido le ofreció presentar el proyecto de Matemáticas en inglés. Ella especializada en ambas materias aceptó encantada y la dirección presentó el proyecto a la Xunta sin antes someterlo a la votación del claustro y del Consejo Escolar. Y fue admitido. Siempre según la veterana docente, en septiembre comenzaron los problemas con sus compañeros: “Ellos lo llamaban tu —enfatiza— proyecto”. Fraga ignora si la directora llegó a explicarles que se trataba de un proyecto del centro, aunque ella se apresuró a aclarar lo sucedido. De poco sirvió. “Ahí empezó mi calvario”, sentencia.
Durante más de 30 años Fraga ha sido directora y profesora en diferentes centros. Nunca demostró, ni hizo pública su condición política, ni religiosa. “Consideraba que no debía. Siempre decía: yo soy del partido que gana porque es del que puedo sacar algo para mi colegio”. Pero una vez que no tenía ningún tipo de responsabilidad en el equipo directivo creyó que podía hacer públicas sus ideas. Se equivocó.
Entró en política, se presentó a las elecciones europeas y a la Xunta por un partido que, dice, “no era el partido del inspector, ni de la directora”. Entonces sus problemas se agravaron. Dejó de ser una profesora bien vista a nivel de Inspección y de centro, avalada por una larga e impecable trayectoria. “Miembros del equipo directivo daban a entender que yo trabajaba en el colegio para que los padres votasen a ese partido. Parece que la gente no sabe separar mi vida dentro y mi vida fuera”, relata.
Una vez pasadas las elecciones, ella que formaba parte del equipo de actividades extraescolares y complementarias, propuso una charla a los padres sobre protección y seguridad en Internet. Les habló de un chico afín a su partido, especializado en la materia y la coordinadora se encargó de organizarla. Durante su desarrollo, la directora del colegio le mandó a llamar y calificó la charla de mitin político porque la proyección tenía el anagrama del partido en una esquina. “Cuando finalizó pedí a los padres que por favor expresasen si aquello les había parecido un mitin político. Ellos felicitaron al chico”.
El vacío que le hicieron sus compañeros, los comentarios que la desprestigiaban se sucedían, y culminaron con el anuncio de quien hasta entonces había sido su amigo. Justo antes de marcharse a un curso en Canadá, éste le informó de que se le iba a abrir un expediente disciplinario, los motivos se los daría a la vuelta del viaje. “Imagina cómo pasé esos días allí sin que nadie del centro contactara conmigo, sin que nadie me dijese nada. Compañeros de otros centros me decían que no podía ser”.
A su regreso, el mismo inspector le dijo que, finalmente, no abrirían el expediente. No sintió ningún alivio, pues no lo entendía. A partir de ahí se encerró en sí misma. La incomodidad se alojó en su vida. Disfrutaba en el aula mientras impartía sus clases y jugaba con el alumnado fuera. Asistía a las reuniones y no daba opciones por el temor a que le acusasen de lo más mínimo.
Según la definición de acoso escolar de la Junta de Andalucía, dada la reiteración de los actos, la superioridad de una de las partes, la indefensión de la acosada y que se haya sucedido en acoso lectivo, se trata de un caso de acoso escolar entre docentes. El centro ha cambiado de dirección. OtroPeriodismo ha contactado con la nueva directora que ha evitado realizar declaraciones al respecto ante el desconocimiento del caso.
Resulta paradójico el hecho de que como directora y profesora apenas se hayan dado casos de acoso entre alumnos en sus centros, aunque puntualiza que antes no se le llamaba acoso y existía. Fraga critica los “famosos” protocolos: “Cuando terminan, el acosador se ha olvidado ya de lo que ha hecho”. Asegura que solo vivió un caso de muy grave del que alertó y al que sus compañeros hicieron caso omiso. “Es más fácil mirar para otro lado. No interesa dar problemas a Inspección”.
Toda una vida laboral se ha visto empañada en su tramo final al ser la víctima de acusaciones vertidas sobre ella después de dar a conocer su ideología política. Ante la situación insostenible se ha jubilado de forma anticipada. El inspector, también jubilado, le confesó que en el escrito mediante la dirección había solicitado la apertura del expediente disciplinario se argumentaba que manipulaba a los madres y madres del alumnado.
A día de hoy no ha recibido el apoyo explícito de ningún miembro del profesorado, nadie se ha atrevido a salir en su defensa. “Pienso que a nadie le importa mi vida”. Evita recordar lo sufrido los dos últimos cursos e intenta valorar lo positivo de su vida. En la actualidad no tiene whatsapp, desinstaló la aplicación para evitar recibir o leer mensajes de los padres, y usa Telegram. “Muchos de ellos instalaron esta otra aplicación para mantener el contacto conmigo”, se consuela Emilia Fraga.
Periodista.
Gracias por hacerlo público
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Gracias por compartir.Yo también sufrí acoso laboral en la enseñanza pero me lo tragué yo sola y no tenía pruebas para denunciar.Es una lastima,yo era una maestra brillante ,muy querida por padres y alumnos y eso generaba envidia.Me hicieron la vida imposible.De ser una maestra vocacional y entusiasmada ,con el acoso pasé a odiar la enseñanza
Gracias por compartir
Ahora mismo soy víctima de acoso laboral por parte de la directora de mi escuela. Siempre he sido capaz de tirar hacia adelante en las adversidades, pero ya no puedo. Intento que mis gritos ahogados de auxilio se oigan, pero nadie me ayuda. Llevo nueve años así. Nadie cree a alguien que toma antidepresivos i ansiolíticos para poder ir a trabajar.
El curso pasado tuve un amago de expediente y me destrozaron. Este año estoy igual o peor. Me aíslan y me tapan la boca para que no hable. Todos mis problemas son a causa de mi salud mental… Yo tengo que sobrevivir bajando la cabeza y queriendo huir sin poder hacerlo.