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Voluntariado en el país de Nunca Jamás: «Es una sensación para vivirla»

Mercedes, una de las voluntarias de la Asociación de Discapacitados de Rota desde 2012, comparte tiempo, esfuerzo e ilusiones con los algo más de 40 usuarios con diferentes discapacidades. “Me enganché”, confiesa. “Sin los voluntarios esto no funcionaría”, afirma Regla, madre y una de las fundadoras de esta entidad que pone en marcha una campaña de captación de voluntariado.

“Sólo los que son alegres, inocentes e insensibles, pueden volar”.

Peter Pan y Wendy’, James Matthew Barrie.

Hace algo más de un lustro, Mercedes voló al país de Nunca Jamás habitado por niños que luchan por lograr una mayor autonomía, la Asociación de Discapacitados de Rota. Allí sigue hoy trabajando como voluntaria. Aterrizó cuando realizó las prácticas de ayuda a domicilio “y me enganché”. Desde entonces deja sus circunstancias personales a un lado cuando vuela a esta ‘isla’ donde dedica su tiempo a personas con discapacidad.

Yolanda, de 29 años, enumera las actividades que cada tarde la entidad organiza como teatro, danza, expresión corporal, música, clases de guitarra, manualidades, deporte adaptado o animación a la lectura. En ellas participan sus usuarios y usuarias con edades comprendidas entre 7 y 50 años. “Si no viniera aquí, estaría en mi casa aburrida”, asegura.

Para Maribel formar parte de esta familia la ha salvado de un bache de tristeza en la que se sumió tras el fallecimiento de unos seres queridos. “Tenía la autoestima un poco bajita, pero al entrar aquí me ha ido subiendo porque estamos haciendo muchas cosas nuevas”. Además, ella junto a su compañera y ya amiga, Yolanda, también hacen voluntariado en un centro educativo.

José Miguel, con síndrome de Williams, prácticamente se ha criado en la asociación cuando ni siquiera tenía sede. A pesar de lo vago que dicen que es, se apunta a los talleres. El de teatro es uno de sus sus favoritos, recuerda especialmente la función de ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Destaca el tono divertido de monitores y voluntarios, y admira fundamentalmente que se preocupen si perciben en él un mínimo halo de tristeza.

Ana María Romero, madre de José Joaquín –con un Trastorno del Espectro Autista (TEA)– descubrió este espacio casi mágico hace dos años y lo tiene claro: ha encontrado su sitio: “Aquí se puede hablar, dar ideas, te entienden…”.

Junto a padres, madres y monitores, los voluntarios son claves De ahí que la asociación ponga en marcha una campaña de captación de voluntariado para los talleres de tarde. Los requisitos resultan tan escasos como imprescindibles: “Compromiso y ganas. Tiramos de los voluntarios veteranos para que orienten a quienes llegan. No es necesaria ninguna formación, porque si tienen ganas, aprenden”, puntualiza Fátima Nogueira, trabajadora social de la organización.

Es un escape, no pienso en mis problemas, en lo que tengo detrás. Intentas ayudarlos, pero ellos te dan tanto a ti de cariño y de todo»

En este particular país de Nunca Jamás hay diversión y entretenimiento, aunque también ciertas pautas. Así lo recuerda Rosario, cuya hija tiene Down. “Nos dan la enhorabuena allá donde vamos”. Sólo así pueden reivindicar los derechos de su colectivo, la igualdad entre hombres y mujeres, denunciar las barreras arquitectónicas por lograr una ciudad mas accesible o formar la agrupación ‘Los niños perdidos del Carnaval’, formando parte cada vez más de la sociedad como sujetos activos.

Mercedes, que acaba de entrar en los 60, ha trabajado la mayor parte de su vida con personas mayores. Además es cuidadora de su madre y su marido. Pero este mundo, esta isla… es diferente. “Es un escape, no pienso en mis problemas, en lo que tengo detrás. Intentas ayudarlos, pero ellos te dan tanto a ti de cariño y de todo. Es una sensación para vivirla”, subraya la voluntaria.

“Algunas personas con depresión que han venido a hacer voluntariado se han quedado, por algo será. Ellos («los niños», como los llaman con afecto) también dan todo el cariño. Que se hagan voluntarios porque hacen falta”, anima Rosario, madre y miembro de la junta directiva.

UN COLECTIVO PARA HACER FUERZA

La Asociación de Discapacitados de Rota se fundó en 1987. Es la única  el municipio que engloba a personas con discapacidad física, psíquica, intelectual y sensorial. Sacar adelante proyectos e iniciativas y conseguir fondos para ejecutarlas, no es tarea fácil, aunque mucho más complicado fueron los inicios.

“Los comienzos fueron duros, con mucho trabajo. Éramos un grupo de madres que empezamos a hablar de nuestros problemas. Formamos un colectivo para hacer fuerza para conseguir todo lo que los niños necesitaban», rememora Regla, madre de usuaria con Down, orgullosa de los avances de la asociación.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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