Reportajes

Historias de la pandemia y el confinamiento

En el año 2020, la Covid-19 se expandió por el mundo y llegó a España, lo que provocó el confinamiento: clases online, trabajos paralizados o teletrabajo para algunos. Cada ciudadano tuvo una historia diferente, algunos casos tristes, y otros no tanto. La pandemia afectó bastante. La idea de estar en casa sin poder salir, sin poder relacionarte causa problemas mentales. De hecho, los estudios psicológicos muestran que el virus afectó a muchas personas mentalmente, además de economía y laboralmente. 

Natalia Reina, encargada de negocios de La Espiga, Sevilla, se vio afectada de depresión. Se sentía aislada y que le faltaba todo. Ella pasó sola el confinamiento, y eso le produjo un trastorno mental por no poder comunicarse con más gente. Con ello arrastraría problemas a la hora de relacionarse socialmente. A Yesenia, quien trabaja de dependienta de una pastelería y en ayuda domiciliaria, también le afectó psicológicamente. En su caso, se mantuvo de interna en un domicilio de uno de sus pacientes porque no podía desplazarse y ponerle en riesgo. Por el contrario, hubo personas a quienes no les supuso ningún problema mental. De hecho, vieron las ventajas y el lado positivo del encierro domiciliario, como fue el caso de Vicente, uno de los camareros del bar sevillano La Zalea, que pudo disfrutar al estar con su familia

La Covid-19 paró la economía del país. La mayoría de negocios cerraron durante el confinamiento. Solo continuaban aquellos de primera necesidad, y aquellos que podían hacerlo desde casa a través de internet. La joven camarera de El Cepo, Sevilla, Johana Bayol, continuó trabajando pues se dedicaba a la recolecta de manzanas en Francia. Aún así, admite que como actriz, otra carrera a la que se dedica en su país natal, no pudo hacer nada. Lo mismo ocurrió con otros trabajos como en la Ferretería del Porvenir, donde María Laguna tuvo que cerrar sin poder obtener ingresos

“De repente de un día para otro ya no pudimos ingresar nada, pero teníamos que seguir pagando todo lo que cumplía. Ahí sí que fue complicado”.

María Laguna, trabajadora de la Ferretería del Porvenir

Laguna lleva una ferretería en el barrio del Porvenir de Sevilla junto a su socia. Ella no pudo abrir el negocio pero siguió pagando los gastos como el resto de negocios en España. La ferretera continúa gracias a una “ayudita”, pero ya han devuelto todo y pueden “seguir adelante”. Sin embargo, hay otras personas que se vieron más afectadas. Natalia Reina perdió su trabajo y tuvo “que empezar de cero”. La hostelería fue uno de los sectores que más se han visto afectados. Eva González, encargada de la pastelería El Petisú, en Sevilla, admite que tuvieron que cerrar un tiempo, lo que le generó “ansiedad”

La pospandemia cambió un poco la situación de cada uno. A la ferretería los primeros meses le vinieron bien. “Al principio nada más reabrir, hubo un montón de ventas las primeras semanas”, Laguna justifica que venden objetos y accesorios “que hacen falta”, aunque no eran servicios esenciales. Yesenia se vio en peores condiciones. A ella, que trabaja de asistencia domiciliaria ayudando a usuarios con dependencia, la pospandemia le quitó mucho. “A raíz de eso, muchas personas dejaron de tener el servicio a domicilio, porque fallecieron”.

Tanto Eva González, como Natalia Reina coinciden en que los meses posteriores fueron malos en la hostelería. Según Reina, la gente estaba asustada, por lo que salía menos. La pastelería de González abría en horas punta, con el objetivo de “recuperar lo máximo posible de las pérdidas del confinamiento”. Además, ninguna de las dos cree que la situación se haya normalizado, ni que aún se haya recuperado a la vida anterior. Natalia afirma que con la Semana Santa y La Feria “se ha remontado un poco”, pero no se ha llegado a hacer las cajas que se hacían antes. Reina es más pesimista, estima que la situación está a un 75%, mientras que Eva lo aproxima al 90%.

Ideas contrarias a la opinión de Vicente. El camarero afirma que la gente ha salido de la pandemia “con ansia” y lo ha notado positivamente. El trabajador de La Zalea asegura hacer cajas de 1800€ cuando antes las hacía de mucho menos. 

Imagen propia

En los estudiantes ha sido de otra manera. Tanto en colegios, como institutos y universidades, la educación ha sido online. A Miriam Borrega, estudiante de 2º de Enfermería, el confinamiento le coincidió con 2º de Bachillerato y la selectividad. Eso le generó “incertidumbre” sobre las pruebas de acceso a la universidad, pues no sabían “ni cuándo ni con qué materia se haría”. 

La estudiante de Enfermería tuvo una tercera evaluación “nula”.  “La selectividad me la tuve que preparar prácticamente en casa yo sola, porque las clases online no daban lo que tenían que dar”. Como consecuencia de ello, cree que “la nota fue más baja de lo que podría haber sacado”. 

 «Siento que me han quitado un año y medio, o casi dos, de socializar, de conocer a gente, de mi juventud… Y que no creo que lo pueda recuperar».

Lorena Sánchez, estudiante de Periodismo

En su primer curso de carrera universitaria tuvo las clases con la modalidad semipresencial, donde iba “solo una vez cada tres semanas”. Un primer año “horrible”, en el que fue imposible establecer las primeras relaciones universitarias. Lorena Sánchez, estudiante de Periodismo de tercer curso, considera haber perdido “año y medio, o casi dos”, donde podría haber socializado y conocer a gente. Siente que su etapa estudiantil la ha pasado en casa y que le “han quitado dos años vitales de juventud”. 

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