¡Los profesores tienen muchas vacaciones!
Sí, tenemos vacaciones. Me alegra decir que he luchado para tener calidad de vida, horas con los míos. Y no, mi trabajo no me esclaviza, me enorgullece y me dignifica como persona.
¡Qué triste es escuchar alguien decir: “no quiero que llegue el lunes”! Pues yo disfruto de todos los lunes, de los martes, y de la risa de los viernes, de las charlas con mis compañeros en la sala de profesores, de las horas enfrascado en correcciones interminables. No, no me pesan los días, ni las tardes hasta las tantas preparando mis clases o imaginando la mejor forma para sorprender a mis chavales.
Nadie nos ha regalado nada, ni los años de la carrera, ni los que veíamos solo la calle desde nuestra habitación preparando las oposiciones»
Y sí, cuando llegan las vacaciones de verano yo estoy descansando, reposando y feliz por el trabajo hecho. Porque nadie nos ha regalado nada, ni los años de la carrera, ni los que veíamos solo la calle desde nuestra habitación preparando las oposiciones.
Pero entre viaje a la playa, a la montaña o a ese país que explicabas en clase, empiezas a echar de menos la tiza, el olor de la cafetería y a esos ojos que te miran sentados, a los llantos del que suspende un examen, o al que sonríe porque ha levantado ese cuatro insuperable.
Y para nada me molesta encontrar a mis chicos y a mis chicas caminando por el parque. Me encanta que se paren y les digan a sus padres: “Este es mi profesor de Sociales”.
Por eso y por tantas cosas sabes que te dedicas a la profesión más bonita del mundo, a la que con sus muchas vacaciones y ratos libres te hace sentir profesor las veinticuatro horas del día y los 365 días del año.
Este es mi humilde homenaje, no solo a mis colegas de aula, sino también a mi alumnado, la razón de ser de lo que hago.
Rafael Romero. Profesor.
Revista de información social y comprometida.
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