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La comunidad universitaria: ¿cómo vive el confinamiento?

Estudiantes y equipo docente se han visto afectados por la pandemia, entre otras razones, al pasar de la enseñanza presencial a la online en un tiempo récord.

Martina Andrés, una estudiante de la Universidad de Sevilla (US), se enfrenta a esta nueva realidad con optimismo: “Aunque las cosas se podían hacer mejor, es normal que no se puedan exigir respuestas tan inmediatas”. 

Al diferencia de las quejas pronunciadas por otros universitarios de esta ciudad, la joven afirma que desde el comienzo del confinamiento, sus profesores son comprensivos y tienen en cuenta que desde casa no se trabaja de la misma forma. 

Andrés, ha tenido suerte con su situación económica, algo de lo que no pueden presumir otros jóvenes. Son muchos los compañeros que siguen teniendo que pagar un alquiler por un piso en el que ya no están viviendo. Son muchos los que se han tenido que enfrentar a la poca empatía de sus caseros

Los consejos de Gobierno de todas las universidades han tenido que tomar decisiones para hacer esta nueva situación lo más sencilla posible para alumnos y profesorado. Desde un principio, se ha expuesto que todos los cambios serían para beneficiar al alumnado. 

Estudiantes en la entrada de la Facultad de Comunicación de Sevilla./ Victoria Flores

Sin embargo, los alumnos de la Universidad de Sevilla no están tan satisfechos con las decisiones tomadas por los órganos superiores respecto a sus estudios. Dos meses después del decreto de estado de alarma, la US aún no ha definido bien la evaluación final. Los estudiantes siguen asistiendo a las clases online y realizando sus trabajos sin saber cómo serán evaluados

El consejo de Gobierno de la Universidad de Sevilla aprobó el 22 de abril un documento con los criterios de adaptación de lo que queda de curso académico. Sin embargo, el texto tiene que pasar por distintas revisiones de expertos asesores. Por lo que no se conocerá la decisión final hasta mediados de mayo, a apenas un mes de la convocatoria de exámenes de junio.  

El descontento ante la postura del Rectorado es tal que, el Consejo de Alumnos asegura que el anterior comunicado está “vacío de contenido y soluciones”. Desde el CADUS, se critica que no se está teniendo en cuenta las preocupaciones de los estudiantes. Algunos de ellos, con la incertidumbre de no saber si podrán terminar correctamente su último año de carrera. 

Este es el caso de María Alcántara, estudiante de Periodismo, quien afirma que un docente les ha puesto aún más dificultades en su asignatura: “No ha dado clase durante el mes que llevamos de confinamiento y nos ha aumentado la carga de trabajo”.  Además ha aumentado el porcentaje del examen en la nota final. Así contradice las recomendaciones dadas desde el Rectorado de dar más peso a trabajos y prácticas para que la puntuación de miles de universitarios no se vea resentida. 

Los problemas técnicos y los fallos de conexión se han convertido en el sello de identidad de las clases a través de Internet»

Antonia I. Nogales, docente de la Universidad de Zaragoza, afirma que en este centro recibieron instrucciones desde el principio. Según Nogales, “las iniciativas tomadas por esta facultad son suficientes” y les han permitido tener flexibilidad para pasar tanto la docencia como la evaluación a la modalidad online. 

Una piedra en el camino a la que se han tenido que enfrentar ha sido la tecnología. Se han visto abocados a un modelo de enseñanza al que no estaban acostumbrados. Los problemas técnicos y los fallos de conexión se han convertido en el sello de identidad de las clases a través de Internet. Al menos para aquellos que tienen acceso a un portátil personal o a una buena conexión WiFi, dos herramientas que no están al alcance de todo el mundo. 

Sin embargo, Nogales asegura que sus alumnos están contentos con el seguimiento de su asignatura. Habrá que esperar para conocer si los estudiantes de la capital hispalense alcanzan ese nivel de satisfacción con la gestión de su universidad. Ante el confinamiento, la receta es “armarnos de paciencia y seguir trabajando pese a la incertidumbre”, como dice Andrés. Y conservar la esperanza, que es lo último que se pierde.

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