‘Millennials’, de profesión: cabreros
Kevin y Mariló son dos de los jóvenes que los expertos incluyen en el saco de una generación considerada bien formada, malcriada, carentes de aspiraciones políticas y sociales, a los que hay que mantener. Ellos, en cambio, demuestran que hay excepciones: emprendedores, no muy cercanos a las nuevas tecnologías que viven del ganado caprino.
La manzana mordida de la archiconocida multinacional fundada por el difunto Steve Jobs que diseña y produce equipos electrónicos, o el símbolo del grupo de música de moda del momento adornan los vehículos de la mayoría de los jóvenes. Kevin Quiñones, en cambio, luce la silueta de una cabra en la parte trasera de su coche. Por su edad, forma parte de los ‘millennials’, la generación de jóvenes nacidos entre 1981 y 1995 a los que se les atribuye ciertas características que él, como muchos otros, no cumple.
Este chico, natural de la localidad gaditana de San José del Valle, terminó secundaria y decidió trabajar en la construcción coincidiendo con el ‘boom’ del ladrillo. Sin embargo, tras decaer este sector decidió emprender un camino solo del que nada sabía, pero sobre el que aprendió pronto. En la actualidad tiene en propiedad 200 cabras en unos mil metros cuadrados y pronto cambiará la ubicación de las mismas a un terreno que ha adquirido cinco veces mayor.
En una de sus publicaciones, el diario ‘ABC’ dedica un reportaje a los ‘millenials’. Los define como la generación malcriada, “egocéntricos, muy listos y preparados académicamente que nacieron bajo el paraguas de la prosperidad económica”. En un artículo de opinión publicado en ‘El País’, Antonio Navalón se refiere a ellos denominándolos «hijos de la revolución tecnológica, con ninguna aspiración política o social» y, además, asevera que “el resto del mundo no está obligado a mantenerlos simplemente porque vivieron y fueron parte de la transición con la que llegó este siglo del conocimiento”.
Poco o nada tienen que ver estos rasgos asignados a dicha generación con el joven emprendedor. Kevin sin estudios superiores, no necesita que nadie le mantenga desde hace casi una década. Pronto supo lo que suponía trabajar para otros por ello, asegura, emprendió la tarea de ser autónomo partiendo desde cero. Hace un lustro que cada día se levanta a las 5:30 de la mañana para ordeñar a su piara de cabras, y no entiende de festivos ni juergas. No es un ermitaño y por supuesto que se divierte, va al cine… “Hay tiempo para todo. Cuando salgo hasta tarde sé que el día siguiente lo pasaré un poco mal, es duro, sobre todo en verano…”.
Varios meses al año saca todo su ganado caprino al monte durante tres horas. El resto del día se dedica al mantenimiento y limpieza de la nave, los bebederos y a preparar la alimentación. Las instalaciones las va a cambiar, gracias a que por fin le está «viendo color» a su esfuerzo. Gana un sueldo que puede rondar los 1.500 euros, dependiendo del valor de la leche. Es su propio jefe y le gusta lo que hace. Prácticamente conoce a todas las cabras, muchas de las cuales están bautizadas con un nombre y responden a su llamada. “Palomi, es la más noble”.
El vallense tiene perfiles en las redes sociales, aunque les da poco uso. En cambio, recurre bastante a ‘San Google’ para informarse sobre diferentes aspectos relacionados con su ganado como las enfermedades que contraen.
Al igual que él hay otras excepciones. Mariló Naranjo es vecina del mismo pueblo, nació en el 84 del pasado siglo, por tanto, se encuentra en el mismo saco. Coincide con su vecino en que abandonó los estudios en secundaria y desde hace cuatro años se dedica a la cría de cabras y a la venta de su leche.
Ella es como las demás chicas de su edad. Su imagen y estilo de vida en absoluto corresponde a la de una campesina. Madre de dos pequeños, decidió comprar cabras ante la falta empleo y montar su propio negocio. Lo compagina con el de ama de casa y otros esporádicos fuera de su hogar. Dispuesta, voluntariosa y afable, expresa con entusiasmo que criar cabras le encanta.
Yo digo que me dedico a las cabras, a trabajar con el ganado y se ríen, no sé por qué será, se creen que uno es un tirado”
No son pocos los que aún se sorprenden de que las nuevas generaciones escojan el campo y el ganado como medio de vida, y poseen una visión distorsionada de esta realidad, bien diferente a la que aluden los expertos y los medios cuando se habla de los ‘millennials’. Así le sucede a los conocidos de Kevin: “Yo digo que me dedico a las cabras, a trabajar con el ganado y se ríen, no sé por qué será, se creen que uno es un tirado”.
Periodista.