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Tres mujeres y un sueño: Platero

Fotografía: De izquierda a derecha: Pepa Gómez, actual propietaria de Platero; Geno Carmona y Toñi Robles, dos de las tres fundadoras de la librería./ Noelia Rosa

A mediados de los noventa del siglo pasado tres vecinas de la zona rural se atrevieron a abrir una librería en La Barca, a más de 20 kilómetros del área metropolitana más cercana. Dinamizaron la cultura de su pedanía y lograron que los libros estuvieran siempre presentes. En la actualidad esta utopía sigue viva a pesar de la brutal competencia y las ventas online.

Colocó una mesita pequeña en la puerta de la oficina de Correos en la que trabajaba, sobre ella la publicación de algunas obras literarias. Fue así como Toñi Robles (1955) montó junto a una amiga la primera Feria del Libro de la zona rural en La Barca, pedanía jerezana. Dice que fue morir Franco y emerger un gran dinamismo cultural.

Con 20 años ya leía a la escritora, periodista, activista y primera mujer italiana corresponsal de guerra, Oriana Fallaci, aunque ignora el origen de su atracción por la lectura. “En mi casa, como en cualquier otra entonces, no vi muchos libros. No teníamos ni para comer”, reconoce.

En el 76 del pasado siglo conoció en la parroquia a Encarni Portillo y a la maestra Geno Carmona. Las tres forjaron una gran amistad que giraba en torno a la cultura. En el caso de Carmona su amor por la lectura comenzó en la escuela, se lo debe a sus maestros de primaria, especialmente a Juan Leiva Sánchez,  y a un antiguo recurso: “El ‘bibliobús’ que venía cada quince días cargado de libros. Llegaba y se paraba el mundo”.

Salvo Encarni, las otras dos socias tenían su trabajo estable. No obstante, sus familias contribuyeron a la puesta en marcha del proyecto, amadrinado por la Duquesa Roja. Y el sueño se hizo realidad: este trío de mujeres se lanzó a la aventura de fundar Platero en abril de 1995, una librería-papelería y mucho más.

Pretendían así que el libro estuviera siempre presente, dinamizar la vida cultural y, “aunque parezca una tontería —matiza Carmona— crear un puesto de trabajo”. “Regalar un libro a alguien por su cumpleaños, algo que ahora nos parece tan simple, antes no lo era. Había que ir hasta Jerez a comprarlos, a 20 kilómetros”, apunta.

Ellas —con Platero— organizaban la Feria del libro de núcleos poblacionales cercanos también rurales (Jédula, Espera…). Han sido motor de encuentros literarios, actividades para conmemorar el Día de la Mujer, ferias de muestras en las cuales los diferentes negocios sacaban sus productos a la calle, calendarios o bonos homenajeando a autores y un sinfín de iniciativas más. En el 98 realizaron el primer viaje para visitar la casa de Federico García Lorca. “Lo pasaron todos tan bien que llevamos 20 años recorriendo Europa, incluso hemos ido a Nueva York”, explica entre orgullosa y emocionada Robles.

A nadie le extrañó la osadía de estas mujeres pues de sobra era y es conocida su implicación y compromiso con la cultura. “Una cosa es la utopía y otra la realidad: los libros que se venden no dan para mantener el negocio”, admiten. Para insuflar oxígeno a Platero incluyeron la papelería, los libros de texto y obsequios de regalo. La librería papelería Platero fue pionera en introducir el material reciclado para competir con artículos novedosos. Dedicaban muchas horas, recursos y energías a mantenerla a flote. “No comenzamos con la idea de forrarnos, ni lucrarnos, pero tampoco con la de comprar rotuladores y poner dinero encima”, apostillan.

Después de acabar la jornada laboral en un taller de confección, Pepa Gómez, otra barqueña, pasaba las tardes en la librería, dado lo muchísimo que le ilusionó este proyecto. Quemada por su trabajo, en 1997 comenzó a trabajar en Platero sustituyendo a Portillo, que además de socia era la gerente, y en el 2001 se hizo con ella.

La crisis económica, los impuestos, el aumento de la competencia y las ventas online han hecho mella en el negocio. De ahí que Gómez, en la actualidad única propietaria y empleada, vive ejerciendo el arte del funambulismo, siempre en el alambre. “Me encanta mi trabajo, los libros, montar ferias…, pero cuesta mucho tirar para adelante. Estoy en continuo replanteamiento sobre el futuro de Platero”.

“Hoy es un negocio arriesgado, mucho más en aquel entonces”, asegura esta amante de los libros, Toñi Robles, que al igual que sus socias fundadoras, siente gran satisfacción al ver aún vivo dos décadas después, su sueño, su utopía: Platero.

Maria Luisa Parra

Periodista. En twitter @MLPARRAGARCIA

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